Comienza a ser una epidemia. Me refiero a las polémicas relacionadas con la libertad de expresión, tuits desafortunados o salidas de tono en redes sociales. Ya va siendo hora de que pongamos algo de mesura en el debate. Aunque sea para conservar a alguien que pueda ejercer de concejal en el futuro.
Y es que no hay día sin sobresalto por algún desbarre. El último ha ocurrido hace unas horas en el parlamento de Aragón, a cuenta de una desafortunada comparación entre un crimen machista y el terrible asesinato de Miguel Ángel Blanco, concejal del PP víctima de ETA en 1997.
La diputada de Podemos en Aragón, Amparo Bella, ha realizado en sede parlamentaria un comentario que ha despertado la indignación de las filas populares. Concretamente ha dicho esto:
"Permítanme que sea malvada y les diga, pensando en el PP. Podríamos haber hecho el mismo comentario del señor Blanco, que fue asesinado. A lo mejor podíamos decir que tenía que haber mirado hacia atrás para ver si le iban a raptar".
Y aquí lo pueden ver:
Amparo Bella respondía así a otro comentario emitido el lunes por el delegado del Gobierno, Gustavo Alcalde, tras el asesinato de una mujer a manos de su ex pareja. Éste declaró:
"La víctima debía haber avisado a la policía de que su agresor podía trasladarse desde Medina del Campo a Zaragoza, donde se produjo el crimen".
Todos los grupos parlamentarios exigieron la dimisión de Gustavo Alcalde porque entendieron estaba responsabilizando a propia víctima del crimen que sufrió.
No, obviamente no lo estaba haciendo. Como tampoco Amparo Bella ha mancillado la memoria de Miguel Ángel Blanco por su inapropiada comparación, tan inapropiada como las palabras del delegado del Gobierno. Los excesos no se combaten con nuevos excesos.Arietes contra el adversario político
Partamos de algo muy sencillo. Quien tiene boca, se equivoca. Yo mismo repaso algunos artículos que he escrito en el pasado y me arrepiento de no haber expresado del todo bien algunas ideas. Los políticos, que hablan mucho, meten la pata más. Rajoy nos ha recordado hoy "que somos sentimientos y tenemos seres humanos".
La ciudadanía tiene todo el derecho de exigir disculpas a quien le ha ofendido con un comentario que entiende machista, terrorista, blasfemo, antisemita u homófobo. Pero me parece muy poco elegante usar a las víctimas del terrorismo o del machismo o de la homofobia como ariete, ballesta o 'bazooka' contra el adversario político. Sobre todo cuando el adversario condena el crimen tanto como los demás.
Tan malo es despreciar a la gente como utilizarla en banderías partidistas que las propias víctimas, de estar vivas, muy probablemente rechazarían.
Los ejemplos de estas malas prácticas rebosan en la actualidad con la excusa de los comentarios desafortunados. Ya va siendo hora de que nos sintamos reparados de determinadas ofensas como corresponde a su justa medida. Ni más ni menos.
No es necesario un dimisión donde basta una rectificación o una disculpa. Ni la cárcel donde debería imponerse una multa u otro tipo de sanción administrativa. No saquemos las cosas de quicio. Y menos, las cosas importantes como el terrorismo o la violencia machista.
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