Bolinaga, el caso que resquebrajó los lazos de las víctimas con el Gobierno

  • Laura Camacho.

Laura Camacho.

Madrid, 16 ene.- La libertad del etarra Iosu Uribetxeberria Bolinaga abrió una grieta, ya cada vez más insalvable, en el muro que el Gobierno del PP había construido durante años de la mano de las víctimas, que se sienten traicionadas por una política penitenciaria que para ellas supone ceder ante los terroristas.

El caso Bolinaga, que se cierra hoy con su muerte después de que el 17 de agosto de 2012 Prisiones le otorgara el tercer grado, fue la primera gota que comenzó a colmar el vaso del descontento entre una mayoría del colectivo de víctimas.

Hasta el punto de que dentro de ocho días la AVT, la asociación mayoritaria, se echará a la calle en Madrid para protestar por las "traiciones" del Ejecutivo de Mariano Rajoy y las promesas incumplidas de un programa electoral en materia antiterrorista en tres años de legislatura.

Desde el primer momento, la asociación ha mostrado su desacuerdo con una decisión "incomprensible e injusta", que ha recordado casi a diario en su cuenta de Twitter donde iba anotando los días que Bolinaga disfrutaba de su libertad.

Una decisión que, según la AVT, motivó el retroceso psicológico de muchas víctimas y que enfrentó abiertamente al colectivo con muchos dirigentes del PP, con quienes habían sujetado la pancarta cuando estaban en la oposición frente al Ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero.

"Bolinaga fue un antes y un después de la política penitenciaria de Rajoy", ha insistido hoy la presidenta de la asociación, Ángeles Pedraza, quien en este tiempo ha visto cómo este caso era el primer jarro de agua fría que caía sobre ellas -otro grande fue la derogación de la doctrina Parot-. Todos suman lo que ya califican sin tapujos de "traición" del Gobierno y del Ministerio del Interior.

Al frente de éste, Jorge Fernández Díaz, se afanó en convencerles de que no quedaba otra con Uribetxeberria Bolinaga.

"No gobernamos con los sentimientos, gobernamos con la ley (...) Aunque nos duela haber tenido que tomar esta iniciativa, si no la hubiéramos tomado hubiéramos recaído en prevaricación", dijo seis días después de que Instituciones Penitenciarias concediera el tercer grado al secuestrador del funcionario, precisamente de Prisiones, José Antonio Ortega Lara.

La nueva clasificación de Uribetxeberria, enfermo de cáncer y trasladado el 1 de agosto de ese año al Hospital Donostia de San Sebastián donde inició una huelga de hambre, le permitiría solicitar la libertad condicional, sobre la que también debía pronunciarse Prisiones, aunque la última palabra la tendría la Audiencia Nacional.

Y pese a los informes forenses contradictorios sobre su estado de salud, su esperanza de vida o si la enfermedad podía tratarse en prisión, el 30 de agosto de 2012, el juez central de Vigilancia Penitenciaria de la Audiencia Nacional, José Luis Castro, le concedía la libertad condicional.

Aunque la defensa de Bolinaga se apresuró a exigir la excarcelación inmediata, la decisión de Castro todavía no era firme en espera de que las partes recurrieran.

La oposición de las víctimas fue en aumento, la Fiscalía se opuso, pero el 12 de septiembre de 2012 la sección primera de la sala de lo penal de la Audiencia confirmaba la libertad condicional con reglas como que Bolinaga no podía acercarse al domicilio y lugar de trabajo de sus víctimas o familiares directos ni participar "de forma activa o pasiva" en manifestaciones de enaltecimiento.

Prohibido además hacer declaraciones "de esa naturaleza" o que conllevaran "desprecio o desconsideración" de las víctimas del terrorismo o pudieran ofender sus sentimientos.

Bolinaga recibió las condiciones de su libertad en la habitación penitenciaria del hospital, custodiada por la Policía, y que abandonó 24 horas después para ser trasladado a otra planta y ser tratado, ya sin presencia policial, como cualquier otro paciente ingresado.

En su domicilio de Arrasate (Guipúzcoa), la polémica se mantuvo después de que la AVT presentara una querella contra el propio Bolinaga y las personas que participaron en su recibimiento el 23 de octubre.

Durante casi dos años y medio se pudo ver a Bolinaga en compañía de amigos y familiares, escenas que levantaban ampollas entre las víctimas, convencidas de que les habían "vendido" con su libertad, concedida en nombre de la compasión por un enfermo, "la mentira más escandalosa".

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