Brutalidad del poder e impunidad son una constante en obra de Vargas Llosa

  • El premio Nobel de Literatura de 2010 Mario Vargas Llosa reconoció hoy que el poder como "fuente atroz de brutalidad, corrupción y violencia", así como la impunidad de los que lo ostentan, es una constante en toda su obra literaria.

Lima, 11 abr.- El premio Nobel de Literatura de 2010 Mario Vargas Llosa reconoció hoy que el poder como "fuente atroz de brutalidad, corrupción y violencia", así como la impunidad de los que lo ostentan, es una constante en toda su obra literaria.

Vargas Llosa explicó que lo que varía, a medida que maduró como escritor, fue la forma de afrontarlo y presentarlo a partir de sus convicciones políticas, desde sus ideales socialistas durante su juventud hasta adoptar el liberalismo por "la desconfianza con el poder y el desencanto con el socialismo real".

El escritor peruano participó en un coloquio de la Universidad de Lima titulado "Vargas Llosa: literatura, poder y libertad", que repasó sus etapas e inquietudes durante su carrera literaria acompañado por el profesor de literatura en la Universidad de California, Efraín Kristal, y el historiador mexicano, Enrique Krauze.

"Para un peruano de mi generación, el poder está vinculado a la brutalidad, a la corrupción y a una censura muy estricta. Esa experiencia me marcó profundamente y se reflejó en lo que escribía sin ninguna duda, con una evolución en el campo político que está acorde a la que vivió el mundo que me ha tocado vivir", comentó.

Vargas Llosa indicó que parte de su obra está basada en experiencias personales pero recordó que sus libros no se pueden considerar autobiográficos, "porque no era en absoluto consciente de ese proceso que vivía. Experimentaba y al mismo tiempo fantaseaba e inventaba historias que sin quererlo reflejaban ese proceso".

No obstante, el escritor que recientemente cumplió 76 años admitió que "a través de símbolos, metáforas y complejas abstracciones, toda obra literaria es, de alguna manera, una biografía".

El laureado novelista afirmó que su vocación es literaria más allá de sus convicciones políticas, pero las lecturas existencialistas de los textos del francés Jean-Paul Sartre le otorgaron la creencia de que, a través de la escritura, se podía tener un efecto en la vida social y política.

"Más tarde me di cuenta que las novelas de Sartre eran malas porque estaban escritas sólo con la inteligencia cuando, como afirmaba Georges Bataille, la literatura es el vehículo más exquisito para expresar esa fuerza inconsciente y destructiva que reprimimos ante la sociedad, pero que quiere salir", relató.

Según Vargas Llosa, el elemento de violencia que caracteriza a sus novelas es achacable a que "la literatura está llena de sangre, de personajes violentos y destructivos, porque con ella vivimos experiencias únicas, que jamás viviremos en la vida real".

Por su parte, Efraín Kristal dividió la obra literaria de Vargas Llosa en tres etapas que comienzan en la década de los sesenta, donde se aprecia "la insatisfacción humana de los sistemas económicos y políticos por su corrupción, vinculada al capitalismo", como ocurre en "La ciudad y los perros", "La casa verde" o "Conversación en la catedral".

Kristal apuntó que en la década de los ochenta, "La guerra del fin del mundo", así como "Historia de Mayta", representan el abandono de los ideales socialistas al representar "la fragilidad de la sociedad latinoamericana a causa de fanáticos que ven la revolución como necesaria".

En cambio, aseguró que los años noventa dieron paso a "una visión más pesimista y de creciente resignación por la constatación de que todos nuestros esfuerzos para combatir la insatisfacción están condenados a la decepción", como en "El sueño del Celta".

"Se interesa más por personajes dispuestos a cambiar sus vidas en nombre de una utopía, pero ya no se trata de seres despreciables, como en los 80, sino que los dibuja con comprensión, preocupación y a veces melancolía", concluyó.

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