Caen 20 miembros de una banda que traficaba con cocaína entre madrid y cádiz


La Guardia Civil ha puesto a disposición judicial a 20 personas como presuntos integrantes de una organización criminal que se dedicaba al tráfico de cocaína entre Madrid y Cádiz.

Según informó el Instituto Armado, como consecuencia de esta operación, denominada “Aceituno”, se han incautado más de cuatro kilogramos de cocaína; dos de hachís y medio de marihuana; así como más de 54.000 euros en metálico. También se han localizado cinco vehículos y más de 10 kilogramos de distintas sustancias, junto a numerosos efectos para la elaboración y corte del estupefaciente.
Esta operación policial se inició como consecuencia de otra anterior, denominada “Mirlo”, en la que, de forma conjunta con la Policía Nacional, se desarticuló una trama dedicada al tráfico de cocaína en las localidades de El Puerto de Santa María (Cádiz) y El Cuervo (Sevilla). En esta operación se detuvo a 19 personas y se incautaron tres kilogramos de cocaína y diversas cantidades de otras drogas.
Entre los detenidos por esa operación se encontraba el principal investigado por la “operación Aceituno”, Eduardo H.B., de 31 años de edad, natural y vecino de Jerez de la Frontera, el cual retomó su actividad ilícita en cuanto salió de prisión.
DOS CANALES DE VENTA
Las investigaciones destaparon que esta persona estaba al frente de una organización dedicada al transporte de cocaína entre Madrid y la provincia de Cádiz, donde contaba con dos líneas principales de distribución.
De la primera de ellas se encargaba Juan Carlos G.L., de 41 años y vecino de El Puerto de Santa María, que se dedicaba a la distribución y venta de cocaína en esa localidad y en El Puerto de Santa María, Puerto Real y San Fernando. Además, recogía los beneficios económicos con los que financiaban nuevas compras de cocaína en Madrid.
Al frente de la segunda línea estaba Francisco Javier G. G., el cual se encargaba de la distribución de la droga en la localidad gaditana de Jerez de la Frontera. Para ello utilizaba una casa en la que se ejercía la prostitución, donde se suministraba tanto a clientes como a otros camellos para su venta al por menor y a otras personas que frecuentaban la vivienda.
A su vez, Francisco Javier G. G. utilizaba a otros dos miembros de la organización, uno de ellos su propio padre, para la distribución en la localidad de San José del Valle y pedanías colindantes, donde contaban con otras personas para la posterior distribución de la droga.
Una vez identificados los principales miembros de la organización afincados en la provincia de Cádiz, así como a las personas que empleaban, el pasado día 17 de Julio se procedió a la explotación de la primera fase de la operación. En esta primera etapa se detuvo a 12 personas y se imputó a otras seis.
COCAÍNA EN ROCA
El estudio de la documentación incautada y las declaraciones de los detenidos permitieron continuar con la segunda fase de la operación. A principios del mes de agosto, los investigadores procedieron a la total desarticulación de la organización delictiva, tras la identificación de los miembros de la organización que residían en la localidad de Madrid.
Esta rama madrileña de la banda preparaba el suministro de importantes cantidades de cocaína para su traslado a la provincia de Cádiz, para lo que se servían de dos correos. Estos mensajeros también fueron detenidos, a pesar de las fuertes medidas de seguridad que adoptaban para evitar ser detectados por los agentes.
Simultáneamente se procedió al desmantelamiento de un laboratorio para el tratamiento de la cocaína ubicado en un domicilio de la localidad de Madrid. Aquí se incautaron unos tres kilogramos de cocaína en roca de un altísimo nivel de pureza, así como cocaína en polvo preparada en dosis de distintos tamaños. También se localizaron 10 kilogramos de precursores para el corte; dos kilogramos de hachís; y más de cien comprimidos de distintas marcas utilizados para aumentar la potencia sexual.
Además se han incautado numerosos medios y herramientas como molinillos, prensas, pesos, básculas y envasadoras al vacío. Asimismo, los agentes tuvieron que descubrir un ingenioso sistema electrónico de ocultación para poder acceder al interior del laboratorio.

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