Carlos Fabra entra en prisión sin cámaras ni testigos

  • El expresidente de la Diputación y del PP de Castellón, Carlos Fabra, ha entrado hoy en prisión sin cámaras y sin testigos, para cumplir su condena de cuatro años de cárcel por fraude fiscal.

Aranjuez (Madrid), 1 dic.- El expresidente de la Diputación y del PP de Castellón, Carlos Fabra, ha entrado hoy en prisión sin cámaras y sin testigos, para cumplir su condena de cuatro años de cárcel por fraude fiscal.

Lo ha hecho en la prisión de Aranjuez (Madrid VI), donde compartirá las celdas de esta cárcel, inaugurada en 1998, con otros 1.350 internos, a los que vigilan cerca de 450 funcionarios.

Poco después de las 16.30 horas, Instituciones Penitenciarias confirmó que Fabra había ingresado en la prisión de Aranjuez.

En los alrededores del centro nada evidenciaba este hecho y los pocos familiares que visitaban a presos afirmaban no haber percibido ningún movimiento excepcional.

Uno de los familiares de un interno ha asegurado a Efe que llevaba varias horas en el vestíbulo de entrada de la cárcel y no había visto al expresidente de la Diputación de Castellón, por lo que su llegada debió de ser totalmente discreta.

La cárcel Madrid VI fue la primera que permitió que las presas pudieran tener con ellas a sus hijos, es relativamente moderna y cuenta con una piscina, pero Fabra la ha elegido por su proximidad a Madrid, donde vive buen parte de sus familiares, y a los tratamientos médicos que pudiera necesitar.

Fabra había expresado su intención de ingresar en una cárcel de la Comunidad de Madrid, por razones familiares y por el hecho de que el equipo médico que le trasplantó el hígado y que le ha tratado posteriormente también reside en la capital.

El expresidente del PP de Castellón cumplirá una condena de cuatro años por otros tantos delitos fiscales tras haber defraudado a la Hacienda Pública 693.000 euros.

En esta misma prisión permanece desde el 1 de noviembre pasado el empresario David Marjaliza, socio y amigo del exsecretario general del PP de Madrid Francisco Granados, ambos considerados cabecillas de la trama desarticulada en la Operación Púnica.

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