Cataluña, "patata caliente" de la próxima legislatura en España

  • La apuesta rupturista del independentismo catalán convirtió a Cataluña en protagonista de la campaña de las legislativas del domingo, forzando a los grandes partidos a proponer soluciones para redefinir el encaje de esta región en España.

Cuatro años de inmovilismo del gobierno conservador de Mariano Rajoy, aupado por una mayoría absoluta de su Partido Popular, "han hecho mucho daño", asegura el historiador catalán Andreu Mayayo.

El apoyo a la independencia en esta región nororiental de 7,5 millones de habitantes pasó del 20% en 2010 a rebasar el 40%. Una amplia mayoría del parlamento regional, apoyada por masivas manifestaciones, reclamaba desde 2012 un referéndum de autodeterminación rechazado sistemáticamente por Rajoy.

Para forzar una respuesta de Madrid, el presidente regional Artur Mas, del partido liberal CDC, adelantó las elecciones regionales a septiembre, tres meses antes de las legislativas, y cerró una coalición independentista entre su partido y ERC (progresista).

Esta coalición, Junts pel Sí, venció los comicios y junto al otro partido independentista, la CUP (izquierda radical), sumaron mayoría absoluta en la cámara regional, aunque no superaron el 50% de los votos.

En noviembre, aprobaron una resolución parlamentaria lanzando un proceso para independizarse en 2017, suspendida rápidamente por el Tribunal Constitucional, que puso definitivamente a Cataluña como una de las carpetas urgentes de la próxima legislatura.

"Una vez que se forme gobierno en España, sin duda habrá que hablar", reconoció el jueves Rajoy en su única visita electoral a Cataluña.

Las propuestas son múltiples. Los socialistas proponen un Estado federal, los antiliberales de Podemos defienden un referéndum de autodeterminación como en Escocia o Quebec. Los liberales de Ciudadanos, nacidos en Cataluña para combatir el nacionalismo, quieren redefinir las competencias regionales.

"Hoy la cuestión territorial (...) impregna la política de Estado", escribió este viernes en el diario El País la alcaldesa de Barcelona Ada Colau, aliada de Podemos.

"Todas las formaciones estatales de izquierdas que se presentan a las elecciones son partidarias de una reforma constitucional que implique un replanteamiento territorial", añadió.

Incluso desde el PP llegan voces de cambio: "Es absolutamente posible, viable y deseable una reforma de la Constitución", defendió en septiembre el ministro de Exteriores José Manuel García-Margallo.

"Al menos, se ha ganado la batalla al inmovilismo", celebra Mayayo. "Tendrá que hacerse una reforma constitucional y, para que se apruebe en Cataluña, deberá ser lo más generosa posible".

Pero reformar profundamente la Constitución de 1978, pilar de la transición democrática tras la dictadura de Francisco Franco (1939-1975), no es sencillo.

"Hacen falta dos tercios del Congreso y el Senado, convocar nuevas elecciones, dos tercios de las nuevas cámaras surgidas de las urnas y un referéndum", explica el politólogo Jaume López, de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. "Las posibilidades son muy escasas".

"Para cambiar la Constitución española necesitamos las siete bolas de dragón y sangre de unicornio", ironizó el candidato del independentista ERC, Gabriel Rufián.

"Han tenido muchos años para hacerlo y ni lo intentaron", sentencia en el centro de Barcelona Toni Duran, empleado de una aseguradora de 48 años y simpatizante de ERC. "Ya es demasiado tarde".

Otros como Laura Alvaredo, diseñadora de 26 años, ven posible reconducir la situación: "Votaré a Podemos. No soy independentista pero hasta que no haya un referéndum, no se dejará de hablar de esto ni se pondrán a resolver los problemas de verdad".

La formación antiliberal parte como favorita en Cataluña según los sondeos, aunque muy igualada con Ciudadanos y las dos formaciones independentistas, ERC y CDC.

"Algunos pueden considerar Podemos como un voto estratégico atractivo para presionar por el referéndum. Sobre todo aquellos independentistas que idealmente preferirían una España diferente antes que una Cataluña independiente", considera Lluís Orriols, politólogo de la Universidad Carlos III de Madrid.

Sin embargo, los sondeos nacionales apuntan a una victoria del PP y un papel clave del antinacionalista Ciudadanos para asegurar la gobernabilidad del país.

"Un pacto PP-Ciudadanos sería la peor hipótesis. Habría poco movimiento hacia Cataluña y esto podría frustrar más aquellos que todavía esperan un acuerdo" con Madrid, advierte el catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Barcelona, Jordi Matas.

La situación en Cataluña tampoco está clara: las negociaciones para formar gobierno se demoran por la negativa de la CUP a investir como presidente a Mas. La fecha límite es el 9 de enero, cuando deberán convocarse nuevas elecciones si no hay acuerdo, un escenario que nadie descarta.

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