China echa el cierre al caso de Bo Xilai al ratificar la cadena perpetua

  • La Justicia china rechazó hoy la apelación de Bo Xilai y ratificó la sentencia de cadena perpetua en su contra, lo que parece dar por concluida la carrera política de uno de los dirigentes chinos con más proyección y carisma hasta su destitución.

Paloma Almoguera

Pekín, 25 oct.- La Justicia china rechazó hoy la apelación de Bo Xilai y ratificó la sentencia de cadena perpetua en su contra, lo que parece dar por concluida la carrera política de uno de los dirigentes chinos con más proyección y carisma hasta su destitución.

Poco después de que esta mañana entrara en el Tribunal Popular Supremo de Shandong (este) el convoy que supuestamente escoltaba a Bo, la corte anunciaba que rechazaba la apelación del ex líder, en su día ministro de Comercio y, hasta su caída en desgracia, jefe del Partido Comunista en la megalópolis de Chongqing (centro).

"La decisión del viernes será el veredicto final. Después de eso, el proceso está terminado", había advertido antes el abogado de Bo, Li Guifang.

Y así parece ser. La ratificación de la sentencia a cadena perpetua, impuesta por el Tribunal Popular Intermedio de Jinan (capital de Shandong) el 22 de septiembre, poco menos que echa el cerrojo a la celda de Bo en la elitista prisión de Qincheng, al norte de Pekín.

La corte, además, ha advertido de que no aprobará una posible petición del ex ministro de elevar su caso ante el Tribunal Popular Supremo del país y le ha privado de sus derechos políticos de por vida.

No se trata de una decisión inesperada. Los expertos coinciden en que el fallo fue consensuado hace ya tiempo por los grandes líderes del Partido Comunista (PCCh), sobre quienes cae el control de las instancias judiciales.

Esta vez no ha habido espacio para que Bo defendiera públicamente su apelación, a diferencia del largo juicio (22-27 de agosto) en el que se trataron los tres cargos imputados (abuso de poder, aceptación de sobornos de alrededor de 2,43 millones de euros y malversación de otros 594.700).

Bo rechazó entonces las acusaciones con el estilo vehemente que le dio fama durante su carrera política.

Ese carisma es el que inclina a algunos expertos a pensar que el ex miembro del Politburó "llamaba demasiado la atención" como para llegar al máximo órgano de poder chino, el Comité Permanente (7 integrantes), tal y como se preveía antes de su defenestración.

"Su crimen principal fue retar a los líderes", dijo a Efe Willy Lam, experto en política china de la Universidad de Hong Kong.

Aunque no cuestiona la veracidad de los delitos de los que se le acusa, el docente dice que el escándalo que Bo protagoniza "facilitó" un destierro político que ya estaba escrito.

"Si el asesinato no hubiese ocurrido o Wang (Lijun) no hubiese intentado pedir asilo, lo habrían tenido difícil para meterle en la cárcel, pero no habría podido llegar al Comité Permanente", apunta.

Se refiere el profesor a los detonantes del escándalo. En febrero de 2012, Wang, "mano derecha" de Bo en Chongqing, intentó refugiarse en el consulado de EE.UU de la vecina Chengdu al ver, dijo, su seguridad amenazada por el que fuera su jefe y valedor.

Allí, el ex policía reveló que Gu Kailai, mujer de Bo, había asesinado a un empresario británico, Neil Heywood, y que ambos orquestaban una extensa corruptela a sabiendas del ex líder.

La trama coincidió con los prolegómenos del relevo de poder decenal del Partido del pasado año, y por lo tanto eliminó a Bo de la quiniela de las próximas -ahora actuales- caras del régimen.

Porque, si bien su caso comenzó cuando Hu Jintao y Wen Jiabao, ex presidente y ex primer ministro, respectivamente, estaban al mando, el encargado en cerrarlo ha sido el gabinete dirigido por Xi Jinping.

A Xi, "príncipe" del régimen como Bo al ser ambos hijos de líderes revolucionarios, le incomodaba que éste quisiese ser el "número 1", sugiere Lam.

"Él (Xi) lo sabía. (Bo) es un político muy carismático, muy inteligente. En estos términos, mucha gente piensa que era más poderoso que el actual presidente", añade.

Por su parte, el Gobierno defiende la condena como un ejemplo de su determinación "a tratar por igual a los grandes tigres (pesos pesados del sistema) que hayan cometido crímenes de corrupción", según un artículo publicado hoy por la agencia oficial Xinhua.

Sea cual sea la verdadera causa de su caída en desgracia, prácticamente imposible de conocerse debido a la opacidad del régimen, el resultado es que la sentencia de hoy enjaula a uno de los ex "tigres" menos domables del Partido.

Y que el Gobierno queda así protegido de su posible "zarpazo".

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