Cospedal, la otra musa de Rajoy

  • Ángel A. Giménez.

Ángel A. Giménez.

Sevilla, 18 feb.- Si Soraya Sáenz de Santamaría es el gran soporte de Mariano Rajoy en el Gobierno y a ella ha entregado la coordinación y altas cuotas de poder, María Dolores de Cospedal es su "musa" para la gestión del PP, pues a partir de ahora gestionará el día a día del partido como quería y con la gente que quería.

El Partido Popular que sale del congreso de Sevilla que mañana se clausura es una organización hecha a la medida de la secretaria general y presidenta de Castilla-La Mancha, aunque no lo ha tenido fácil, pues en la composición de las altas esferas del partido compiten muchos intereses, y no precisamente de compañeros que no son nadie.

Aunque la relación con Javier Arenas no es tan mala como se pinta en algunos foros, la verdad es que durante estos últimos cuatro años han sido los auténticos referentes del partido y las muletas de Rajoy para sobrellevar algunas cuestiones incómodas, como por ejemplo la dimisión del extesorero Luis Bárcenas o la del expresidente valenciano Francisco Camps.

Han surgido rencillas por esta razón, y aunque no se ha formado una brecha insalvable entre ellos, se han disputado el control del nuevo PP que sale de este congreso.

Cospedal tiene 46 años y un hijo concebido por reproducción asistida -lo que levantó algunas ampollas en su partido-. Está casada con un empresario mayor que ella del que dice estar muy enamorada y su mejor descanso es estar precisamente con él y con Ricardo, su vástago.

Porque vive al día demasiado volcada en su trabajo -ella misma lo reconoce- y porque, aunque lo niega, su ambición a veces le puede: poco a poco se va acercando a su objetivo.

Tras pasar por varios Ministerios de los Gobiernos de José María Aznar y por una consejería de Esperanza Aguirre, se le presentó su primer gran reto en 2007: las elecciones a la Presidencia de Castilla-La Mancha.

Las perdió, pero estrechó la distancia con el PSOE de José María Barreda, lo que le insufló la suficiente confianza como para hacer un partido a su imagen y semejanza, y de paso y como premio, ser la sorpresa de Mariano Rajoy para convertirse en secretaria general del PP.

Ocurrió en el congreso de Valencia de 2008, el congreso de las trifulcas y de los conflictos, lo que para Cospedal supuso su segundo gran reto: dirigir un partido lleno de susceptibilidades y muy herido tras la derrota electoral.

Ha toreado problemas internos, le ha tocado el caso Gürtel, han dimitido un tesorero y un presidente autonómico y ha soportado los recelos de muchos por acumular dos cargos como la Secretaría General y la Presidencia del PP castellano-manchego, pero al final sigue donde quería estar, y hoy se ha corroborado: número dos del partido y presidenta de la comunidad autónoma.

Determinados sectores del PP, algunos en Madrid, otros en la periferia, consideran que se mete en muchos charcos, pero otros la ven como una dirigente resolutiva que, si bien medita las decisiones, no suele titubear. Hay quien dice que ella lo pasaba mal cuando Rajoy pedía paciencia donde ella demandaba determinación.

En cualquier caso, al margen de los charcos en los que se haya metido, Cospedal se ha ganado con creces la confianza del presidente del PP y del Gobierno, y por eso sigue donde está, en lo más alto.

Ha sido el ariete contra el PSOE cuando le han mandado serlo, ha lanzado críticas cuando no le quedaba más remedio -la oposición la recuerda todavía porque fue ella la que denunció que teléfonos móviles de dirigentes del PP estaban pinchados- y ha puesto voz a posiciones que para su formación resultaban como una china en el zapato.

Además, ha trabajado a destajo para proteger a su líder: mientras Rajoy prefería evitar a los medios para no quemarse, ella ponía la cara y aguantaba los golpes.

Y al mismo tiempo se recorría cada esquina de una comunidad inmensa, sobre todo durante la pasada campaña electoral. Tanto se entregó que incluso después de algunas entrevistas no podía evitar quedarse completamente dormida, ko.

Pero ganó las elecciones el año pasado en Castilla-La Mancha y se convirtió en un signo del nuevo PP que despacio estaba pergeñando el presidente. Enseguida se dispararon los comentarios sobre el futuro de alguien que, coinciden muchos, sueña con ser presidenta del Gobierno.

Ya se verá si eso ocurre. De momento, seguirá compaginando la Secretaría General y la Presidencia de Castilla-La Mancha y trabajando de sol a sol y dando forma a la que sea su ambición.

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