Los albores del SMI

De las colonias a los hijos de la crisis: el pulso por el salario mínimo en España

El  debate en torno al SMI hunde sus raíces en un conflicto que se remonta hasta los nativos que trabajaban en las minas de las colonias. El retraso en incorporarse a la revolución industrial fue clave. 

Efe
De las colonias a los hijos de la crisis: el pulso por el salario mínimo en España
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El agitado debate en torno a los efectos favorables o perniciosos de la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) hunde sus raíces en un pulso entre empleador y trabajador que se remonta hasta los nativos que trabajaban en las minas de las colonias. De las colonias a los hijos de los ‘baby boomers’, la búsqueda de un equilibrio armónico entre los intereses del empresario o inversor y las perspectivas de bienestar del trabajador ha provocado no pocos choques en la historia de la relaciones laborales en España, marcada por un 'continuum' de enfrentamientos permanentes y el fracaso en la persecución de un compromiso entre crecimiento y empleo satisfactorio para ambas partes.

En el entorno de la época colonial, siendo Hernán Cortés el eje sobre el que pivotaba buena parte de la historia en aquel momento, aparece una carta que el conquistador escribió el 30 de octubre de 1520 en Segura de la Frontera (Tepeaca, México) dirigida  al emperador Carlos V,  en la que  afirmaba lo siguiente: “Hay en todos los mercados y lugares públicos todos los días muchas personas, trabajadores y maestros de todos los oficios, esperando quien los alquile por sus jornales”.

El salario (referencia en la antigua Roma del pago en proporciones de sal gorda) para la mano de obra cualificada, tiene sus antecedentes en la misma época, como señala Francisco Javier Clavijero (sacerdote jesuita e historiógrafo mexicano en el siglo XVIII): "Existieron oficiales de varios oficios, siendo primero aprendices y después maestros; destacando plateros, carpinteros, canteros, albañiles, cantores, médicos, hechiceros, procuradores, astrólogos … quienes recibían un salario por su trabajo".

Durante la Colonia, hacia 1549, mediante la Cédula de Valladolid, se ordenaba que cuando los nativos fueran ocupados en la previsión de los bastimentos de las minas, se les debería pagar a destajo, no por jornal. Se agregaba que el pago otorgado tenía que alcanzar para vivir cómodamente y ahorrar para otras necesidades. Quizás éste fue el inicio del concepto de salario mínimo, de 1575 a 1600. Al principio se les pagaba medio real a los peones y después se les llegó a pagar un real, en tanto que los oficiales (personas que sabían un oficio) recibían dos reales.

Es en la revolución industrial, como proceso transformador de las relaciones económicas y tecnológicas, cuando se van a producir grandes avances respecto al contrato y salario. El pistoletazo industrial que incorporó la maquina con el hombre como tejido de producción, se produjo en la Inglaterra del siglo XVIII, entre 1760 y 1840. En España tardaríamos casi un siglo más en montarnos al tren de la industrialización. No será hasta mediados del siglo XIX en la década de 1830, cuando empiezan a modificarse algunos sectores productivos de la industria española que serán liderados por la burguesía catalana en la década de 1830 con la industria textil.

España estaba sumida en una verdadera conmoción política y territorial y su hacienda agonizaba con las Guerras de Independencia de las colonias americanas. En la Península, a pesar que la las primeras desamortizaciones que se produjeron a finales del siglo XVIII y principios del XIX, bajo el Gobierno de Manuel de Godoy en el reinado de Carlos IV (conocidas como la desamortización de Godoy en 1798 y Mendizábal en 1835-37 ) no se conseguía enfriar la asfixiante deuda pública acumulada por el déficit crónico estatal.

España entró en estancamiento económico y político, propiciando así una situación de proceso industrializador más que una auténtica Revolución industrial. Cuando Europa ya transitaba la segunda parte de este proceso en la industria basado en el desarrollo de los medios de transporte a motor y eléctricos, España se quedaba como un país de menor desarrollo industrial que el resto de países que lo iniciaron. Nuestro particular ritmo configuró una España contrastada por su actividad productiva: País Vasco, Cataluña textil y metalúrgica, la minera de Asturias y la de un Levante agrícola basado en la explotación de frutas y verduras,  así como Galicia y Andalucía en las regiones de la periferia.

España alcanzó su particular Revolución Industrial a principios del siglo XX y ese proceso llevó a plantearse a los trabajadores y administraciones la OIT (fundada en abril de 1919). La justicia social se presentaba como objetivo imprescindible para mantener la paz y proteger a los trabajadores mediante convenios entre gobiernos, sindicatos y empleadores.

Los albores de un sueldo mínimo

Durante el periodo entre 1963 y 1966 se implanta el primer salario mínimo en 1.800 pesetas (10,8 euros) al mes En su primera versión, el SMI tenía un formato para mayores de 18 años y otro para mayores de 14 años. Desde entonces, hasta alcanzar la cuantía de los 950 euros actuales, se han sucedido etapas de congelación y de subidas dependiendo de las diferentes crisis económicas que han golpeado a España. Con la firma del tratado de adhesión a la Unión Europea en junio de 1985, la adaptación a la moneda común y el cambio de modelos de producción y contratación han ido impulsando la necesidad de adaptar el salario mínimo a las necesidades tanto de los contratados como de los que contratan.

Durante los años 1967 hasta prácticamente la muerte Franco, se mantiene la dinámica de desarrollo industrial beneficiando así a las subidas continuas del salario, llegando quintuplicarse en 1975 (alcanzó las 8.400 pesetas, unos 50 euros). Es durante la transición, entre los años 1975-1981, cuando el SMI triplica su cuantía, quedando en 1981 en 25.625 pesetas (unos 154 euros). Pero esta tendencia al alza produjo una carestía de vida importante. Así, en 1981, un piso en el centro de Madrid costaba algo más de 5,25 millones de pesetas (31.500 euros), mientras que un Seat Panda costaba en torno a 99.000 pesetas (595 euros). El precio de la gasolina aumentó un 179%, según datos recogidos por El Blog Salmón.

Entre 1986 y 1992, en plena expansión de reconversión industrial con la entrada en Unión Europea y, tras el entusiasmo de 1992, el SMI se ralentiza. Así se entra en la espiral de las crisis económicas, congelando los salarios mientras los precios de servicios, vivienda, impuestos y necesidades básicas siguen en aumento. El SMI evoluciona muy por debajo del salario medio. Concretamente el SMI en 1997 era de 66.600 pesetas (400 e) y el salario mínimo se sitúa en 208.000 pesetas (1250 euros). Con la nueva moneda, el euro, los trabajadores fueron perdiendo poder adquisitivo: mientras el salario mínimo aumentaba apenas un 12% la vivienda lo hacía en un 110%. En 2008, el SMI alcanzaba los 600 euros mientras, el salario medio era de 1.718 euros al mes en 2005 y aumentó hasta los 1.944,42 euros en 2008, según datos del INE. Desde 2016 ha experimentado un subida acumulada de casi 50%, con un incremento significativo en 2019 cundo se pasó de 735,9 euros a 900 euros.

Actualmente, el SMI, aun estando en la franja media con el resto de Europa, no llega a cumplir las recomendaciones de la Carta Social Europea donde se subraya que el salario mínimo debería estar en torno al 60% del salario medio de los trabajadores. Algo que lo situaría en España en 1.200 euros.

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