El Legislativo chino aprueba la abolición de los campos de reeducación

  • El máximo órgano lagislativo chino, la Asamblea Nacional Popular (ANP), ha aprobado hoy la abolición de los campos de reeducación mediante el trabajo ("laojiao"), un sistema de castigo creado por el maoísmo que durante décadas ha recibido críticas de organizaciones de derechos humanos.

Pekín, 28 dic.- El máximo órgano lagislativo chino, la Asamblea Nacional Popular (ANP), ha aprobado hoy la abolición de los campos de reeducación mediante el trabajo ("laojiao"), un sistema de castigo creado por el maoísmo que durante décadas ha recibido críticas de organizaciones de derechos humanos.

Al término de su sesión bimensual, la ANP ha especificado que, una vez promulgada la resolución, aquellos que cumplen pena en estos centros serán libres, aunque también subraya que los castigos que fueron impuestos antes de la abolición son "válidos".

Creado en 1955, durante los primeros años del régimen comunista fundado por Mao Zedong, el sistema de campos de reeducación sirvió para privar de libertad tanto a intelectuales (en las campañas contra "derechistas" de 1957) como a muchos de los estudiantes que participaron en las protestas de Tiananmen de 1989.

El hecho de que ciudadanos chinos puedan ser enviados a ellos sin necesidad de sentencia judicial provocó que se utilizaran para castigar sujetos "incómodos" para el régimen, desde disidentes a miembros del movimiento espiritual Falun Gong, prohibido por Pekín en 1999, o padres que violaron la política del hijo único (que precisamente hoy ha sido relajada, también por el Legislativo).

En años recientes hasta 300.000 personas pudieron ser confinadas a estos centros, muchos de ellos situados en emplazamientos secretos y que según ONGs pro derechos humanos violaban la Convención Internacional de Derechos Políticos y Civiles, que prohíbe los trabajos forzados y fue firmada por el Gobierno chino en 1998.

La abolición de los "liaojiao", que ya había sido anunciada por el Partido Comunista de China a mediados del pasado noviembre, tras un importante plenario de la cúpula que controla el régimen, es recibida con esperanza pero también con cautela por organizaciones internacionales de derechos humanos.

Amnistía Internacional, con una larga historia de críticas a estos centros de castigo, teme por ejemplo que tras la reforma sólo cambie la apariencia de estos campos y se mantengan las represalias sin sentencia judicial o los trabajos forzados contra disidentes o activistas sociales.

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