Hablar por teléfono con el presidente del Gobierno no es nada fácil. Ya sea el alcalde de un pequeño municipio, el presidente de una comunidad autónoma o un primer ministro extranjero. El protocolo de La Moncloa contempla varios filtros que no se cumplieron en lo que se conoce de la broma telefónica del falso Puigdemont.Descolgar el teléfono y llamar a Moncloa para intentar comunicar con el jefe del Ejecutivo sigue unos trámites que no es sencillo superar. El gabinete del presidente recibe diariamente llamadas, cartas y correos electrónicas expresando, habitualmente, quejas, haciendo propuestas o transmitiendo mensajes.En algunas ocasiones también llaman a presidencia del Gobierno alcaldes, presidentes, empresarios o particulares interesados en hablar con Mariano Rajoy, durante esta legislatura, o con otros dirigentes en el pasado. A todos ellos se les aplican las mismas formalidades ya que el presidente no es una persona que pueda estar atendiendo a quien le llame, explican desde su entorno.Lo habitual cuando cualquier personalidad llame a Moncloa es una conversación, en primer lugar, entre secretarías. Se trata del primer filtro. Allí se le transmite a presidencia que un interlocutor desea hablar con el presidente por un asunto determinado.El segundo filtro es el gabinete del presidente del Gobierno. Si el interlocutor es alguien importante, es el jefe de gabinete, o su equipo, quienes atienden la llamada. Allí se toma nota de lo que desea quien llama a Moncloa para, más tarde, comentarlo con el presidente. La respuesta que se suele dar en estos casos es la de que el jefe de gabinete lo comentará con el presidente.Ya, en última instancia, es el presidente quien devuelve la llamada a su interlocutor. Para ello pueden pasar varias horas, en algunos casos, o minutos, si al jefe del Ejecutivo le urge esa conversación.
Fuentes cercanas a Moncloa aseguran que en ningún caso se produce una conversación "a la primera" entre el presidente y alguien a quien no conoce. otra cosa es que sí se realice a través del móvil personal de Rajoy. El falso Puigdemont, en cambio, sí pudo hablar directamente con Rajoy.
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