Elpidio Silva, un juez esquivo con los tribunales

  • Veintitrés años en la Justicia han permitido a Elpidio José Silva conocer sus entresijos y darle plantón en innumerables ocasiones, pero ya ha agotado la paciencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que le ha advertido de que un nuevo esquinazo podría costarle una detención.

Madrid, 20 jun.- Veintitrés años en la Justicia han permitido a Elpidio José Silva conocer sus entresijos y darle plantón en innumerables ocasiones, pero ya ha agotado la paciencia del Tribunal Superior de Justicia de Madrid, que le ha advertido de que un nuevo esquinazo podría costarle una detención.

Hoy, y por segunda vez, Silva aplazaba su declaración como imputado por un delito de revelación de secretos por la filtración a los medios de comunicación de los 8.777 correos electrónicos que él mismo ordenó incautar al exbanquero mientras le investigaba por un crédito de 26,6 millones al Grupo Marsans.

La excusa esta vez es la de que la Policía no ha podido entregarle en mano la citación que redactó el pasado viernes la magistrada Susana Polo, que ha terminado por advertirle de que podrá ser detenido si no comparece el próximo 4 de julio.

El pasado 11 de junio, la primera vez que fue citado por esta causa, sí se presentó en el tribunal, pero eludió el interrogatorio recusando a la magistrada, que ese mismo día se negó de plano a apartarse de la causa.

Silva ingresó en la carrera por el llamado tercer turno, sin oposición, en 1991; desde entonces, ha estado destinado en juzgados de San Roque, Aracena, Lora del Río, Ceuta y en la Audiencia Provincial de Las Palmas y de Cuenca.

Pero fue en el Juzgado de Instrucción número 9 de Madrid, del que se hizo cargo en 2008, cuando saltó a la fama la pasada primavera por encarcelar en dos ocasiones a Miguel Blesa, en una instrucción cargada de polémica que le ha llevado a cambiar su condición de juez a la de acusado en el otro procedimiento que tiene abierto en el TSJM.

Fue a instancias de la Fiscalía, que se querelló contra él por un delito de prevaricación, dos contra la libertad individual y uno de retardo malicioso en la Administración de Justicia, presuntamente cometidos en la investigación del "caso Blesa".

Durante la instrucción de esta causa, Silva consiguió hasta en tres ocasiones posponer sus interrogatorios el pasado octubre, plante que compensó un mes después justificando durante seis horas y media por qué había decidido encarcelar al expresidente de Caja Madrid.

Posteriormente, en abril, llegó el juicio, que solo pudo celebrar cuatro sesiones, en las que Silva, con la vista puesta en las inmediatas elecciones europeas del 25 de mayo al frente de Movimiento Red -que no consiguió ningún escaño-, optó por una estrategia de ruptura que sorprendió en el ámbito judicial al provenir de uno de sus miembros.

Renuncias a última hora de su letrado y una cascada de recusaciones de los magistrados que le juzgaban terminó dando sus frutos cuando el TSJM decidió finalmente apartar del procedimiento a la juez María Tardón por su pertenencia a la Asamblea de Caja Madrid bajo la presidencia de Blesa.

El tribunal volvía a fijar una nueva vista, que arrancará de cero el próximo 7 de julio, con lo que nuevamente deberá verse las caras con Miguel Blesa.

Mientras tanto, el juez permanece en situación de excedencia, que solicitó al Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) para poder concurrir a los comicios.

Frustrada su pretensión de convertirse en europarlamentario, puede pedir al órgano de gobierno de los jueces su reingreso en la carrera en un plazo de 30 días, que está a punto de expirar; de hacerlo, volvería a la situación de suspensión temporal que le impuso el Consejo a raíz de que el TSJM decidiera juzgarle.

Una suspensión que, de ser condenado, sería indefinida y le apartarían definitivamente de la carrera judicial.

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