Entre el hambre y la aventura, legionarios españoles en Indochina

  • Alfredo Valenzuela.

Alfredo Valenzuela.

Sevilla, 30 jun.- Casi un millar de españoles combatieron en la Guerra de Indochina enrolados en la Legión Extranjera Francesa, a cuyas filas llegaron huyendo de un destino que creían aun más duro, por evitar el hambre o por sed de aventuras, según ha dicho a Efe el investigador sevillano Joaquín Mañes.

"Añoranzas Hispanas de la Legión Extranjera" (editorial Magasé) se titula el sexto libro que Mañes dedica a combatientes españoles en otros ejércitos, en el que no sólo ha recogido la historia de estos soldados de fortuna sino también el de las personas que les han seguido la pista, o sea el de sus propias fuentes.

Mañes ha explicado a Efe que las cuatrocientas páginas de su obra son, en realidad, un largo reportaje histórico, ya que el libro es fruto de otro suyo anterior, "Españoles en la Legión Extranjera Francesa".

"Al publicarlo, recibí muchos mensajes y cartas de personas que decían haber seguido los pasos de hombres -en la mayoría de los casos, familiares- que habían estado en la Legión Extranjera; algunas historias eran extraordinarias", advierte.

"Tuve que ponerme a escribir, aunque ahora también cuento la historia de cada una de estas personas y su relación con cada legionario protagonista", ha explicado el autor.

Si entre 1946 y 1954 hubo unos 1.500 españoles en la Legión francesa, con base en Argelia, un millar de ellos combatió en Indochina, según Mañes, quien ha incorporado a su libro un álbum fotográfico con imágenes que ha ido rescatando, entre ellas retratos de españoles junto a elefantes o en plena acción de combate.

En la Legión francesa se ingresaba por un mínimo de cinco años, el periodo de combate en Indochina era de dos, si bien el autor ha documentado a españoles que, tras cumplir ese plazo, pidieron volver otros dos años a la selva.

Entre las historias más curiosas están las de los desertores, que en su mayoría se pasaron a las filas del enemigo "por convicción ideológica", pero que en otros casos lo hicieron huyendo de las durísimas condiciones de la vida legionaria, más penosas aún en la jungla asiática.

En 1967 fueron repatriados a España 16 exlegionarios que habían desertado, todos ellos con sus esposas vietnamitas y sus hijos, y Mañes, en fuentes documentales francesas, ha encontrado a otros dos más, uno apellidado "Fernández" y otro llamado "Diego el andaluz", además de otro asturiano repatriado en 1965.

Mañes ha logrado testimonios directos de legionarios como Antonio Polanco Pérez, de 89 años, que vive en su pueblo, Valverde del Camino (Huelva), uno de los que pidió volver a Indochina tras haber cumplido sus dos años en la selva y quien, a su regreso definitivo, participó en la Guerra de Argelia como cabo primero.

Como indomable, Mañes ha documentado la peripecia de un canario apellidado Pérez González, que participó en la batalla del Ebro con los Tiradores de Ifni, de donde por alguna indisciplina ingresó en el penal militar de Cabrerizas, en Melilla, y se fugó para cruzar al Marruecos francés e ingresar en la Legión, donde de nuevo por indisciplina pasó a prisión en Argelia.

Tras cumplir la pena, marchó a la Guerra de Indochina, para regresar a Argelia y volver a desertar, por lo que las autoridades francesas, dándolo por imposible, lo dejaron en la frontera del Marruecos español, cuyas autoridades lo volvieron a encarcelar hasta 1952, cuando se ganó la vida como limpiador de pozos negros.

Entre los legionarios más recientes, Mañes cuenta la aventura del hermano del sindicalista histórico Apolinar Rodríguez, el ingeniero Alejandro Rodríguez Díaz, quien acuciado por la Policía franquista se marchó a Francia, donde, indocumentado, los gendarmes le dijeron que tenía que regresar a España o ingresar en la legión, consejo que siguió para dar con sus huesos en Djibouti.

El libro de Mañes dedica también capítulos a legionarios que estuvieron en la División Azul y después en Indochina, como Ángel Regato y Juan Casto; a otros que participaron en la Segunda Guerra Mundial, y a otros más que han servido en los años noventa y en pleno siglo XXI.

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