Erdogan sale fortalecido de comicios que no acaban con la polarización turca

  • La política de "mano dura" del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y su discurso islamista han dado frutos en un país polarizado: los resultados difundidos hoy, prácticamente definitivos, dan al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) una clara victoria en las municipales del domingo.

Ilya U. Topper

Estambul, 31 mar.- La política de "mano dura" del primer ministro de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, y su discurso islamista han dado frutos en un país polarizado: los resultados difundidos hoy, prácticamente definitivos, dan al Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) una clara victoria en las municipales del domingo.

Un 45,5 % de los turcos dieron su respaldo al AKP, todo un voto de confianza para Erdogan, que llevaba meses invocando esta cita electoral, si bien se trataba sólo de comicios locales, como un referéndum a su gestión de los últimos once años.

Muy lejos queda la primera fuerza de la oposición, el socialdemócrata Partido Republicano del Pueblo (CHP), con un 27,8 % de los votos, cuando se ha escrutado el 98,5 % de las papeletas, según datos de la agencia semipública Anadolu.

La tercera formación del Parlamento, el derechista Partido del Movimiento Nacionalista (MHP), se sitúa en el 15,2 %, mientras que el cuarto, el prokurdo Paz y Democracia, alcanza un 4 %.

Este último resultado, sin embargo, se convierte en el 6,5 % si se suman los votos de su formación hermana, el Partido Democrático de los Pueblos (HDP), siglas bajo las que la lista de la izquierda kurda competía en el oeste de Turquía.

Comparado con los resultados de los comicios locales de 2009, el AKP ha subido siete puntos y el CHP tres, mientras que el MHP baja un punto.

Pero en comparación con los votos emitidos en las elecciones generales de 2011, todos los partidos han subido, excepto el AKP, que pierde 4 puntos.

Aún así, la rotunda victoria de Erdogan subraya la llamativa fidelidad de sus votantes tras un "verano caliente" con grandes protestas populares por todo el país, y un escándalo de corrupción que desde diciembre ha forzado la dimisión de cuatro ministros.

Tras once años al frente del Gobierno, el primer ministro sigue siendo el dirigente más carismático y controvertido del país: sus seguidores lo ven como el creador del periodo de mayor prosperidad económica del país, mientras que sus críticos lo tachan de demagogo y autoritario.

El reciente bloqueo de las redes sociales Twitter y YouTube es para algunos el ejemplo de esa deriva autoritaria de Erdogan, que parece desoír las innumerables críticas que la oposición turca y la Unión Europea y Estados Unidos le han hecho por esa medida.

La participación electoral fue una de las mayores de la historia: según los resultados preliminares, algo más del 89 % de los votantes censados acudieron a las urnas.

El reparto de las 81 capitales de provincias varía muy poco respecto a 2009: el CHP avanza de 13 a 14, la mayoría en el oeste del país; el MHP retrocede de 10 a 8, y el HDP avanza de 8 a 11 en el sureste de Anatolia, de mayoría kurda.

Por su parte, el AKP pasa a controlar 48, incluida Estambul, el corazón económico del país -desde las 45 de los pasados comicios- y en otras dos sólo perdió tras un segundo recuento efectuado hoy.

En la capital, Ankara, el candidato del CHP ha exigido un recuento y la investigación de numerosas denuncias por fraude, aunque en este caso la ventaja del AKP es de un punto entero.

En todo caso, Erdogan sale reforzado de los comicios, que han demostrado la eficacia de su discurso polarizador en el que suele subrayar la diferencia entre su electorado, de firmes convicciones religiosas, y "los otros", a los que ha llegado a calificar de "ateos, izquierdistas y terroristas".

Aunque el año pasado el primer ministro incluso identificó a "los suyos" con la comunidad musulmana mundial -llegó a hablar de "nuestras mezquitas" al expresar su respaldo a los Hermanos Musulmanes en Egipto- durante la campaña electoral se ha inclinado hacia un tono más nacionalista.

Y quienes esperaban algún gesto de reconciliación para rebajar la tensión en una sociedad dividida habrán quedado defraudados, ya que Erdogan ha seguido con su agresiva retórica contra sus oponentes, especialmente contra los "traidores" seguidores del predicador Fethullah Gülen, a los que prometió "erradicar".

El primer ministro ha acusado a los seguidores de ese predicador, exiliado en EEUU y hasta hace pocos meses aliado, de haber orquestado los casos de corrupción contra su Gobierno en lo que ha calificado como un "golpe judicial".

Erdogan ha ganado todas las elecciones turcas desde 2002, aupado por un periodo de gran crecimiento económico, y ahora encara su último año como primer ministro, a no ser que cambie los estatutos de su partido, que limita a un máximo de tres mandatos a cualquier candidato.

Como alternativa podría presentarse en agosto a las elecciones presidenciales, que por primera vez se dirimen por voto directo.

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