Eta. Un testigo reconoce que acudió al abogado unai errea para el pago de la extorsión


El delegado de la empresa Antzibar, Asier Etxabe, reconoció hoy en la Audiencia Nacional que acudió al abogado del entorno de ETA Unai Errea Berges para realizar el pago de los 72.000 euros que la organización terrorista exigía a su jefe en concepto de “impuesto revolucionario”.
Etxabe hizo esta afirmación durante la declaración que prestó en el juicio que la Sección Segunda de la Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional celebró esta mañana contra Errea. El fiscal encargado del caso, Pedro Rubira, solicitó ocho años de cárcel para el acusado, al atribuirle un delito de colaboración con organización terrorista.
El representante del Ministerio Público aseguró que Errea intermedió en el pago de los 72.000 euros que ETA exigió al empresario de Azpeitia (Guipúzcoa) Santiago Lazkano, consejero delegado de la empresa Antzibar.
SITUACIÓN INSOSTENIBLE
En la vista oral también compareció como testigo Santiago Lazkano, quien explicó que, a pesar de haber recibido hasta ocho cartas de extorsión durante cuatro años, su intención era “no pagar”.
El empresario señaló que cambió de opinión cuando recibió una carta -fechada el 29 de enero de 2008- en la que ETA le conminaba a pagar 72.000 euros y le advertían de que no debía jugar con su “paciencia” y que la misiva era “la última oportunidad”. “La situación se volvió insostenible”, indicó.
Tras probar sin éxito diferentes vías para contactar con ETA, entre ellas a través de miembros del PNV, Lazkano decidió recurrir a Santiago Etxabe, con quien, como gerente de su empresa, mantenía una estrecha relación.
GESTIONES DE INTERMEDIACIÓN
Etxabe recordó entonces que en el instituto había coincidido con el etarra Jon Salaberría, por lo que decidió intentar contactar con él. Este terrorista fue detenido en Burdeos (Francia) el 20 de mayo de 2008 junto con el considerado “número uno” de ETA, Francisco Javier López Peña, alias “Thierry”, y se le intervino un lápiz de memoria con el escrito del empresario de Azpeitia.
Etxabe explicó que para contactar con Salaberría decidió acudir a Unai Errea porque sabía que había sido abogado del entorno etarra.
El gerente de Antzibar se reunió con el acusado entre febrero y marzo de 2008 en una tienda de deporte de San Sebastián. “Le dije que tenía un problema, que mi jefe había sido extorsionado y que quería contactar con Salaberría, a ver si por su experiencia él sabía cómo”, dijo Etxabe ante el tribunal.
Errea le contestó que “ya no seguía en esas cosas” pero que intentaría encontrar “algún camino”. 15 días después se volvieron a reunir y el acusado le pidió que le entregara en un “pen drive” una nota para Salaberría y que él “la pondría en circulación”. Etxabe le dio el lápiz de memoria en una playa de la localidad vasco-francesa de Hendaya.
ENTREGA DEL DINERO
El testigo señaló que se volvió a encontrar con Errea transcurridos otros 15 días, una reunión en la que concertaron la forma de efectuar el pago. El acusado le indicó que debían realizar el pago entre los dos “para no implicar a más gente”.
Lazkano le entregó a Etxabe en un área de servicio próxima a San Sebastián los 72.000 euros de la extorsión metidos en una bolsa. El testigo se dirigió entonces a un bar de la localidad guipuzcoana de Hernani, donde había quedado con Errea.
“Le di la bolsa, salió del bar y volvió a entrar si en ella diez segundos después”, dijo Extabe, quien señaló que, tras el pago, permaneció un rato hablando con el acusado.
El fiscal aseguró que el acusado, “una vez recibido el dinero, y a las afueras del bar, se lo entregó a una tercera persona no identificada”. El testigo, a preguntas de la defensa, especificó que fue el quien acudió a Errea “en busca de ayuda”.
NIEGA LOS HECHOS
Errea, que en su condición de abogado se sentó en el banquillo de los letrados en vez de frente al tribunal, señaló al inicio de la vista oral que “con respeto a la Sala y al Ministerio Fiscal, creo que no debería ser juzgado”, e indicó que, en consecuencia, no iba a contestar a las preguntas de la Fiscalía.
El abogado negó tajantemente los hechos. “Como he manifestado en numerosas ocasiones, no he participado en los hechos”, señaló el acusado.
Aun así su defensa, en el informe de conclusiones, pidió que, si se admiten los hechos, se aplique a su cliente la eximente completa de estado de necesidad, ya que Errea, de haber actuado en el caso, lo h abría hecho movido por la intención de hacer un favor a su excuñado, quien se encontraba en un aprieto.
Errea explicó en este sentido que mantuvo una relación estrecha con Asier Etxabe, ya que mantuvo una relación “muy larga” con la hermana de este. “Estaba todos los días en casa de los Etxabe”, explicó antes de analizar las fotos incorporadas por su defensa en la causa y en las que se recogen distintos momentos de su relación con la hermana de Etxabe.
El acusado dijo por último que entiende que Etxabe le inculpó en los hechos durante su declaración en la Audiencia Nacional porque se encontraba “en una situación muy difícil” y quiso “escurrir el bulto” y “poner la pelota” en su tejado.
Errea fue condenado en Francia en el año 2003 a cuatro años de cárcel por colaboración con asociación de malhechores.

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