Guatemala consolida democracia con anhelo de que se reduzcan pobreza y crimen

  • Guatemala consolida hoy su democracia con una masiva participación de ciudadanos que, entusiasmados, acuden a las urnas para elegir a un nuevo Gobierno que logre sacar de la pobreza a más de la mitad de su población y reduzca la violencia, que cada día se cobra un promedio de 17 vidas.

Carlos Arrazola

Guatemala, 11 sep.- Guatemala consolida hoy su democracia con una masiva participación de ciudadanos que, entusiasmados, acuden a las urnas para elegir a un nuevo Gobierno que logre sacar de la pobreza a más de la mitad de su población y reduzca la violencia, que cada día se cobra un promedio de 17 vidas.

Estas son las séptimas votaciones a las que los guatemaltecos acuden con libertad y confiados en la transparencia del proceso desde 1985, cuando se inició la nueva era democrática tras una violenta racha de gobiernos militares que impusieron en la Presidencia a generales por medio de fraudes y golpes de Estado.

"Antes todos sabíamos que las elecciones eran una pantomima porque siempre ganaban los chafas (militares), pero confiamos en que ahora se respeta la decisión del pueblo. Al menos en eso hemos avanzado", dijo a Efe Mauro Muñoz, un obrero de 62 años, que hacía fila para sufragar en una escuela pública del norte de la capital.

Sin embargo, Mauro lamentó que la democracia de los últimos años no ha sido suficiente para sacar de la pobreza a los más de siete millones de guatemaltecos que "no tienen trabajo ni dinero para darles de comer a sus hijos", ni tampoco para detener "a los desgraciados que andan matando y robando sin miedo a nada".

Mauro se refería así a los temidos pandilleros que hace dos meses asesinaron a un sobrino suyo que "no tenía" para pagarles la extorsión que le exigían en su pequeña tienda de barrio, y que se han aliado a los grupos del narcotráfico que operan en el país.

Reducir los niveles de violencia que, según analistas locales, en cantidad de muertos diarios ha superado los que se registraban durante la guerra interna de entre 1960 y 1996, es uno de los principales retos que enfrentará el presidente que sea elegido.

Para convencer a los electores, los dos candidatos con mayores posibilidades de triunfo, según las encuestas, han ofrecido políticas de "mano dura", instaurar la pena de muerte, y sacar al Ejército a las calles para hacer frente a los grupos criminales.

El general retirado Otto Pérez Molina, del derechista Partido Patriota, el que se prevé sea el más votado este domingo, ha ofrecido reducir la cifra de muertos en un 20 por ciento durante los primeros seis meses de su eventual gestión.

Mientras que el abogado populista Manuel Baldizón, del partido Líder, segundo en los sondeos, ha dicho que en los primeros dos meses de una eventual Administración suya aplicará "la inyección letal" a los delincuentes sentenciados a la pena de muerte, y creará una Guardia Civil para desterrar al crimen organizado.

"Todos ofrecen el cielo y la tierra cuando están en campaña, pero al llegar la poder se olvidan del pueblo y se dedican a robar", dijo a Efe Juana González, una vendedora de refrescos de 48 años, que buscaba clientes en las afueras de un centro de votación de la capital y confesó que no sufragaría "porque no vale la pena".

Los cerca de 140 dólares que gana su esposo como albañil de "una constructora de esas que hacen esos edificios grandotes", no son suficientes para alimentar, educar y vestir a sus tres hijos y dos nietos, explicó Juana.

El problema de los guatemaltecos es que "somos muy egoístas" porque "no nos preocupamos si la demás gente tiene algo para comer", y las clases altas y medias, que son minoría en el país, "creen que somos pobres porque no nos gusta trabajar", reflexionó la vendedora ambulante.

Generar fuentes de empleo, garantizar la seguridad alimentaria de la mitad de los niños que padecen desnutrición crónica, y otorgar salud y educación gratuita y de calidad, son otros de los retos que deberá enfrentar el nuevo Gobierno.

Tanto Pérez Molina como Baldizón han asegurado que continuarán y "mejorarán" los programas sociales contra la pobreza que inició el Gobierno saliente del presidente Álvaro Colom, que han sido calificados por la ONU como "exitosos", aunque su impacto no ha sido medido de forma precisa.

La democracia electoral guatemalteca tampoco ha logrado terminar con la discriminación y racismo que padecen los indígenas que representan más del 42 por ciento de la población, ni ha promovido la igualdad de oportunidad para las mujeres y los jóvenes, que son la mayoría de los 14,4 millones de habitantes.

"Pero hay que votar, hay que organizarse, hay que participar" porque solo de esa forma "se logrará cambiar las cosas", señaló Gabriel Urbina, un estudiante universitario que colabora con el Tribunal Supremo Electoral en el desarrollo de los comicios.

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