Hollande cierra un "annus horribilis" mientras el Frente Nacional se crece

  • El deterioro económico de Francia en 2013 contribuyó a la caída de popularidad del presidente François Hollande, que se enfrenta a la descoordinación entre sus ministros, mientras asciende en los sondeos el ultraderechista Frente Nacional.

Javier Alonso

París, 19 dic.- El deterioro económico de Francia en 2013 contribuyó a la caída de popularidad del presidente François Hollande, que se enfrenta a la descoordinación entre sus ministros, mientras asciende en los sondeos el ultraderechista Frente Nacional.

Los franceses descubrieron este año las consecuencias de una crisis económica que parecían evitar -al menos al nivel de la sufrida en los países del sur de Europa- con noticias sobre la pérdida de miles de empleos y reprimendas desde la Comisión Europea.

Nada menos que un 76 % de franceses se declaraba en noviembre desfavorable a su presidente, un récord histórico para un jefe del Estado al que hacen claramente responsable de una situación en gran medida inesperada.

En 2013 los franceses han comenzado a percibir que el impacto de la crisis tiene consecuencias reales, tanto en el empleo como en su poder adquisitivo.

Además, ha surgido el temor a que la ola que cubrió de golpe a otros países de la eurozona en el caso francés pueda ser más una lenta y constante marea de efectos igualmente devastadores.

Como lo ha sido para la popularidad de Hollande la manifiesta descoordinación entre algunos de sus ministros, como el díscolo Arnaud Montebourg, titular de Reconstrucción Productiva, o el poderoso responsable del Interior, Manuel Valls, y el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, cuya autoridad se ha llegado a poner en duda.

En el frente económico, 2013 ha ido desgranando malas noticias para los franceses, acostumbrados ya a conocer todas las semanas anuncios de cierres de fábricas, con nuevos miles de ciudadanos en el paro y una cierta sensación de que la base industrial del país está tocada.

La constante subida del desempleo solo se alivió a finales de noviembre, cuando por primera vez en dos años no aumentó la cifra de parados y se crearon puestos de trabajo, un respiro para el presidente, quien prometió que en 2013 se dejaría de destruir empleo, un indicador en la senda negativa durante más de dos años.

El presidente comenzó el año, sin embargo, con una demostración de músculo militar: la intervención en Mali de fuerzas francesas contra los islamistas que se habían hecho con el norte del país se saldó positivamente en relativamente poco tiempo.

La decisión que en esa ocasión demostró Hollande le mereció elogios, sin embargo matizados de puertas adentro por el peso de los escándalos dentro y fuera de su Gobierno.

En el interior, con el estallido de la bomba que significó conocer que el exministro de Presupuesto Jérôme Cahuzac mintió al propio presidente al ocultar que había defraudado al fisco.

Hollande le obligó a dimitir, pero el daño estaba hecho y el exministro exhibió sus contradicciones en una comisión parlamentaria de investigación.

Y fuera con la polémica, inesperada en gran medida, que causó una de las decisiones que Hollande ya había adelantado como de las primeras que marcarían su quinquenio en el Elíseo: la aprobación de la ley que autoriza el matrimonio entre personas del mismo sexo.

Un heterogéneo movimiento de oposición ocupó plazas y calles de París, con enfrentamientos violentos incluso, en reivindicación del bloqueo a lo que ven como una amenaza a los "valores familiares".

La acción no evitó que la ley se aprobara, pero sorprendió dentro y fuera del país.

Dentro, por ser inesperada para muchos ciudadanos de una Francia laica y patria de la declaración de los derechos humanos -además de por la confusa mezcla de intereses sociales y partidistas que dominaba a sus impulsores- y, fuera del país, por la vehemencia del movimiento ante una iniciativa aprobada sin tanta radicalización en Estados vecinos.

Todo ello sobre el trasfondo del constante incremento de la intención de voto para el Frente Nacional (FN), cuya líder, Marine Le Pen, se ve con fuerza para retar tanto a los socialistas como a los conservadores, con los que se medirá en 2014 en unos comicios locales muy esperados.

Y en 2013 el expresidente Nicolas Sarkozy vio despejada su eventual vuelta a la primera línea política, al desestimar la Justicia los cargos por los que se le investigaba en un caso de presunto abuso de debilidad de la multimillonaria Liliane Bettencourt.

Nunca confirmadas explícitamente, las ambiciones presidenciales de Sarkozy son una de las incógnitas que durante los próximos meses los franceses podrán, quizás, ver despejadas.

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