Hollande, tras los pasos de Mitterrand en las presidenciales francesas

  • Treinta y un años después de la victoria de François Mitterrand en las presidenciales francesas, nunca ningún candidato socialista ha estado tan cerca de reconquistar para su partido el Palacio del Elíseo como lo está ahora François Hollande.

Luis Miguel Pascual

París, 13 abr.- Treinta y un años después de la victoria de François Mitterrand en las presidenciales francesas, nunca ningún candidato socialista ha estado tan cerca de reconquistar para su partido el Palacio del Elíseo como lo está ahora François Hollande.

Al frente de los sondeos, el hombre que dirigió el aparato del Partido Socialista (PS) entre 1997 y 2008 no oculta su admiración por el único socialista que ha ganado las presidenciales desde que se desarrollan por sufragio universal.

Como Mitterrand en 1981, Hollande se presenta como el candidato del cambio, dispuesto a acabar con diez años consecutivos de Gobiernos de derechas a los que responsabiliza de la grave crisis que atraviesa el país.

A sus 57 años, Hollande afronta el mayor desafío de su carrera, que ha transcurrido entre los pasillos de su partido y la política local en Corrèze, una región rural del centro de Francia, sin haber formado parte nunca de un Gobierno francés.

Representante del ala más centrista del PS, Hollande se alzó con la candidatura socialista en unas primarias abiertas a todos los simpatizantes de izquierdas en las que derrotó a otros cinco candidatos y que le sirvieron como plataforma de lanzamiento de su carrera hacia el Elíseo.

Para ello se sometió a una gran transformación, física y personal. Perdió peso y cambió su carácter, el Hollande bromista e irónico dejó paso a un político más serio y reposado, más acorde con la idea de un presidente de Francia.

Su voz y sus gestos también han cambiado, una modificación en la que muchos observadores ven una imitación de Mitterrand.

Todo ello con el objetivo de lograr lo que cinco años antes no consiguió Ségolène Royal, madre de sus cuatro hijos, su pareja sentimental hasta que se separaron tras las presidenciales de 2002.

Después de aquellas primarias, Hollande ha conseguido colocar al Partido Socialista en posición de fuerza, tras la dura prueba afrontada cuando Dominique Strauss-Kahn, favorito para encabezar la candidatura socialista, abandonó por sus escándalos sexuales.

Hollande ha pergeñado un programa que aúna rigor financiero y políticas de inversión que fomenten el crecimiento y ha prometido renegociar el tratado europeo de estabilidad fiscal con el objetivo de introducir más estímulos públicos.

A ello suma numerosos dardos envenenados al mundo de las finanzas, al que responsabiliza de la crisis.

"Mi adversario de verdad no tiene nombre, ni rostro, ni partido, ni será candidato. Pero es quien gobierna. Es el mundo de las finanzas, que ha tomado el control de la economía, de la sociedad y de nuestras vidas", aseguró en su mitin de lanzamiento de campaña.

Formado en la prestigiosa Escuela Nacional de la Administración (ENA), cuna de la mayor parte de los políticos franceses, Hollande ingresó temprano en el PS y, en paralelo a su carrera en Corrèze, colaboró con diversos gabinetes ministeriales, de la mano de Jacques Delors primero y de Lionel Jospin, más tarde.

En 1997, cuando los socialistas lograron la victoria en las legislativas y formaron Gobierno, Jospin le encargó tomar el relevo al frente del PS, puesto que no abandonará hasta 2008.

Muy preocupado por integrar a todas las corrientes socialistas, su mandato al frente del partido se saldó con victorias en diversas elecciones locales y europeas, pero con constantes derrotas en las legislativas y las presidenciales.

Tras la derrota de Royal en 2007 anunció que abandonaba el liderazgo del partido para preparar su propia candidatura al Elíseo, que anunció oficialmente en 2010 después de haber renovado su mandato regional en Corrèze.

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