Japón estudia deportar a activistas chinos para evitar más tensión con Pekín

  • Japón estudia deportar en los próximos días a 14 activistas chinos acusados de entrada ilegal en el país por desembarcar en las disputadas islas Senkaku (Diaoyu), un suceso que ha elevado de nuevo la tensión diplomática con Pekín.

Tokio, 16 ago.- Japón estudia deportar en los próximos días a 14 activistas chinos acusados de entrada ilegal en el país por desembarcar en las disputadas islas Senkaku (Diaoyu), un suceso que ha elevado de nuevo la tensión diplomática con Pekín.

Los ciudadanos chinos, entre los que hay un reportero y un cámara de televisión, entraron ayer en aguas próximas a las conflictivas islas y pisaron tierra brevemente en la de Uotsuri, lo que llevó a su detención por parte de la Guardia Costera nipona.

El simbólico desembarco, destinado a reclamar la soberanía china sobre el pequeño archipiélago, se llevó a cabo el día en que se cumplía el 67 aniversario de la rendición nipona en la II Guerra Mundial, que dejó abiertas disputas territoriales como ésta de las Senkaku.

Tras los arrestos, China convocó al embajador nipón en Tokio, tachó las detenciones de "ilegales" y exigió la liberación inmediata e incondicional de sus 14 ciudadanos, a los que el Gobierno japonés acusa de haber violado sus leyes de inmigración.

Los activistas, seis de ellos miembros del llamado Comité de Acción para la Defensa de las Islas Diaoyu (como se conoce a estas islas en China), fueron trasladados hoy a la isla japonesa de Okinawa, donde las autoridades pueden decidir presentar cargos contra ellos ante la Fiscalía.

Sin embargo, un representante del Gobierno indicó a la agencia Kyodo que los responsables del caso probablemente les deporten en los próximos días en lugar de entregarlos a las autoridades judiciales, a fin de evitar que la disputa diplomática pase a mayores.

La última vez que Japón arrestó a activistas chinos por poner pie en las Senkaku/Diaoyu fue en 2004, y en aquella ocasión los siete detenidos fueron deportados por Tokio tras su arresto para no ocasionar daños en la relación bilateral con China, que calificó aquella deportación de "liberación".

La Guardia Costera nipona y la Policía de Okinawa, la provincia japonesa que administra las islas, explicaron que los activistas detenidos han negado los cargos de violar la ley de inmigración, ya que argumentan que se trata de territorio chino y ahí no requieren pasaporte.

El incidente amenaza con enfriar aún más las relaciones entre la segunda y tercera economías del mundo, que este año celebran el 40 aniversario de la normalización de sus relaciones diplomáticas.

Taiwán, que también reclama la soberanía sobre estos islotes deshabitados del Mar de China Oriental a los que llama Tiaoyutai, también urgió hoy a Japón a liberar a los activistas, cuyo arresto considera una amenaza para la estabilidad regional.

El conflicto territorial en torno a estas islas ha sido un constante foco de tensión en las relaciones entre China y Japón, que en 2010 atravesaron una seria crisis por la detención del capitán de un pesquero chino que faenaba en esa zona e hizo chocar su buque contra una patrullera japonesa.

El capitán fue liberado a los quince días de su arresto pero solo después de que Pekín, entre otras medidas, suspendiera temporalmente sus relaciones de alto nivel con Tokio.

Se cree que el diminuto archipiélago de las Senkaku, que está deshabitado, cuenta con ricos recursos marinos y yacimientos de gas y petróleo.

En Japón la disputa sobre las islas alimenta la vena patriótica de muchos ciudadanos, azuzados por las consignas de grupos nacionalistas que aluden a la amenaza del expansionismo chino en el Pacífico.

Algunos miembros del Gobierno nipón incluso plantearon recientemente emplear dinero del contribuyente para que la Administración adquiera los islotes de manos de sus propietarios, una propuesta que desató duras críticas en China.

El desembarco de ayer coincidió además con la visita de dos ministros japoneses al polémico santuario tokiota de Yasukuni, donde se honra a los soldados caídos al servicio del Japón Imperial, entre los que se cuentan varios criminales de guerra.

La visita, la primera de este tipo en tres años, desató nuevamente las protestas de China, Taiwán, y de las dos Coreas, cuyos territorios fueron invadidos por las fuerzas de ocupación imperiales durante la primera mitad del pasado siglo.

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