La CGTP reta al Gobierno luso con la segunda huelga general en cuatro meses

  • El Gobierno conservador de Portugal afronta este jueves la segunda huelga general en cuatro meses, convertida esta vez en un reto en solitario del sindicato comunista CGTP, el mayor del país, a la reforma laboral y la austeridad.

Lisboa, 21 mar.- El Gobierno conservador de Portugal afronta este jueves la segunda huelga general en cuatro meses, convertida esta vez en un reto en solitario del sindicato comunista CGTP, el mayor del país, a la reforma laboral y la austeridad.

La segunda central sindical lusa, la socialista UGT (Unión General de Trabajadores), no se ha sumado a la convocatoria, al contrario que en la huelga anterior, el pasado 24 de noviembre.

Portavoces de la CGTP (Confederación General de Trabajadores Portugueses), que este año renovó su dirección, reiteraron hoy su confianza en paralizar el país pese a la división del movimiento sindical.

Desde el Gobierno de Pedro Passos Coelho se ha evitado hacer comentarios sobre la convocatoria, salvo para reconocer el derecho a la huelga y subrayar que la austeridad es la única alternativa del país si quiere superar su grave crisis económica y cumplir los compromisos del rescate internacional.

Pero la CGTP, reforzada en sus críticas por las organizaciones marxistas del Parlamento reclama la retirada de la reforma laboral y un viraje en la política económica que prime la creación de empleo.

La central sindical consideró hoy el aumento de los inscritos en el desempleo -un 1,6 % en febrero y el 16,6 por ciento en los últimos doce meses- una prueba del costo de las medidas de austeridad para Portugal, de 10,5 millones de habitantes.

Passos Coelho, que ganó las elecciones de mayo pasado, semanas después de que Portugal tuviera que pedir el rescate financiero a la UE, ha aplicado un drástico plan de reducción de gastos, inversión estatal y reformas estructurales pactado con Bruselas a cambio de los 78.000 millones de euros que evitaron la bancarrota lusa.

El primer ministro ha admitido la dureza de los sacrificios pero insiste en que son la única vía para salir de la crisis y volver al crecimiento.

Aunque los sindicatos no cesan de quejarse contra los recortes sociales lo que les ha llevado a una nueva huelga es la reforma laboral aprobada por el Gobierno y pendiente de una votación parlamentaria que tiene fácil con su mayoría absoluta.

Con el objetivo de liberalizar el mercado de trabajo y fomentar la productividad, la nueva ley reduce festivos y vacaciones, flexibiliza los contratos, horarios y traslados y facilita el despido, en lo que la CGTP considera una grave pérdida de derechos.

La UGT, que también ha criticado la reforma, suscribió, no obstante, con el Gobierno y las organizaciones patronales, el pacto social previo que le dio origen, y en el que se eliminó una ampliación de la jornada laboral, entre otras concesiones.

Ahora la huelga de este jueves se presenta como un pulso entre la CGTP, que presume de haber ganado el apoyo de algunos sectores de la UGT, y el Gobierno de Passos Coelho, que no modificó un ápice su política económica tras el paro anterior.

La falta de datos sobre la incidencia de las huelgas en Portugal puede hacer muy difícil que se conozca con certeza su repercusión.

Las organizaciones patronales no dan cifras sobre los huelguistas del sector privado y el Gobierno ha anunciado que esta vez no habrá información sobre los efectos del paro en el sector público.

En la huelga general de noviembre, los sindicatos, que tampoco dan porcentajes de participación, saludaron el "gran éxito" de la protesta y la consideraron, al igual que la anterior, organizada un año antes, la mayor en la historia del país.

Pero según los datos del Ejecutivo, en las Administración públicas no llegaron a seguirla ni el 10,5 % de los funcionarios.

Como en anteriores protestas, se espera que los transportes sean el sector con mayor incidencia de la huelga.

En Lisboa el metro, los ferrocarriles, autobuses y líneas fluviales del Tajo, ya han anunciado que esperan grandes problemas para dar servicios mínimos y también se prevé una fuerte repercusión en Oporto y los principales núcleos urbanos lusos.

En la enseñanza y la sanidad los sindicatos no se han adherido de forma unitaria a la protesta, mientras en los servicios municipales y los aeropuertos, se espera una incidencia fuerte, como ocurrió en noviembre.

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