La presión policial aleja del centro de Madrid a cientos de menores-ladrones

    • Hace un año, pasaron por las dependencias del Grupo de Menores de la Policía Judicial más de mil niños y niñas que eran trasladados a la zona para delinquir.
    • Las mafias no ven rentable el envío de los menores a la zona más turísticas y podrían haberlos mandado a otros barrios o ciudades.
La presencia policial en el centro de Madrid ha retraído a las mafias que enviaban a niños a delinquir.
La presencia policial en el centro de Madrid ha retraído a las mafias que enviaban a niños a delinquir.

El problema de los menores ladrones que acechan a los turistas que pasean por el centro de Madrid sigue existiendo, aunque ha disminuido sustancialmente. Durante los primeros meses del año pasado, como informó entonces Seguridad y Tribunales, el Grupo de Menores de la Brigada Provincial de Policía Judicial 'acogió' en sus instalaciones a 1.100 niños y niñas enviados por las mafias a la zona más transitada de la capital para delinquir.

A falta de datos oficiales, los policías tienen claro que esa cifra ha disminuido considerablemente entre enero y junio de 2014. Las razones de esta reducción de menores ladrones, explican fuentes de las unidades dedicadas a estas tareas, son fundamentalmente dos. Por un lado, la desarticulación del denominado clan de las Bosnias, que utilizaba a niñas para robar carteras tanto en el Metro como en la superficie del centro de Madrid. Tras la orden judicial que les impidió acercarse al suburbano a principios del año pasado, parte de este grupo de carteristas se fue trasladando paulatinamente a Barcelona y otra parte, aunque se quedó en la capital, se tornó mucho menos activa.

Por otro lado, continúan las mismas fuentes, las mafias que utilizan a menores para ejecutar robos en las áreas más turísticas se están rindiendo a la presión policial. Dado que la legislación española apenas penaliza la actuación de los niños atracadores –impunes en la práctica–, la Policía optó a finales del año pasado y durante los primeros seis meses de este por hacer lo único que podía: retenerlos apenas un par de horas en comisaría y enviarlos seguidamente a las dependencias del Grume (Grupo de Menores).

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Los agentes sabían que al poco rato saldrían en libertad, pero al menos lograban que no actuaran durante gran parte de la mañana o de la tarde. Además, la presencia física de los agentes, conocidos de estos pequeños maleantes aunque vistieran de paisano, provocaba un efecto disuasorio en los niños y, sobre todo, en los adultos que les habían enviado, que veían cómo los chicos llegaban diariamente a casa sin apenas 'trofeos' en los bolsillos.No es rentable

"No les resultaba rentable", concluye uno de los agentes con los que ha hablado Seguridad y Tribunales, que es consciente de que el problema podría haberse trasladado a otros barrios de Madrid o incluso a otras ciudades, pero que aclara que la Policía no puede hacer más.

Las fuerzas de seguridad, asegura, únicamente pueden tomarles declaración y trasladarlos al Grume, donde los especialistas de la Policía Judicial se encargan de derivarlos a un centro de acogida –del que muchas veces escapan– o de localizar a sus padres o tutores, labor esta última de enorme dificultad, ya que muchos de ellos viven en chabolas y resulta imposible determinar si los que viven con ellos son sus tíos, sus vecinos o sus primos o amigos.

En la práctica, muchos de los niños que la Policía detiene un día y envía al Grume, vuelven a la jornada siguiente al mismo sitio donde han sido pillados con iguales intenciones. La legislación española establece que los menores de 14 años son impunes y los que tienen entre 14 y 16 años están cubiertos por un régimen basado más en la educación que el castigo, con medidas más suaves y condicionadas a la opinión de psicólogos y especialistas.

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