La violencia afianza al régimen egipcio en su lucha antiyihadista

  • La decapitación de un croata en Egipto, reivindicada por el grupo Estado Islámico (EI), podría frenar el turismo y las inversiones extranjeras en el país, pero afianza al régimen egipcio en un papel que aprecia, el de barrera contra el yihadismo.

Esta última atrocidad podría permitir justificar, en países occidentales como Francia y Estados Unidos, la venta de nuevas armas al régimen de Abdel Fatah al Sisi, que reprime a sangre y fuego a los partidarios del expresidente islamista Mohamed Mursi, al que derrocó en 2013.

El Cairo tiene uno de los ejércitos mejor equipados de la región, sobre todo desde que Washington retomó su financiación y le proporcionó cazas F-16. Francia también le vendió 24 aviones Rafale y una fragata FREMM a Egipto.

Tras haber atentado contra soldados y policías, la rama egipcia del EI, Provincia del Sinaí, parece haber cambiado de estrategia y opta por secuestrar y decapitar a occidentales como en Siria o en Irak.

El grupo, que aseguraba hasta hace poco actuar en represalia por la represión contra los partidarios de Mursi, reivindicó un atentado contra el consulado de Italia en El Cairo, el 11 de julio, y el asesinato de un estadounidense que trabajaba en una compañía petrolera en 2014, cerca de donde fue secuestrado el croata Tomislav Salopek, al suroeste de la capital.

El EI raptó a Salopek, empleado de la empresa francesa CGG, a finales de julio y anunció su decapitación el miércoles.

"Esa ejecución indica que los elementos egipcios del EI, que regresaron de Siria e Irak, controlan totalmente el grupo Provincia del Sinaí y que aplican la misma estrategia" que en los demás países, afirma Mathieu Guidère, profesor de Estudios Islámicos y Geopolítica en la universidad de Toulouse (Francia).

"Eso significa una mayor radicalización y una extensión de sus acciones a los extranjeros, una concentración en los objetivos económicos para debilitar aún más al régimen", asegura el experto.

"Los ataques obligaron hace poco a las embajadas y a las empresas a reforzar sus medidas de seguridad, sobre todo las que trabajan en el sector del gas y del petróleo", explica Angus Blair, director del laboratorio de análisis económico Signet, con sede en El Cairo.

La mayoría de las embajadas occidentales, que ya desaconsejaban a sus ciudadanos que viajaran a determinadas zonas del país, dijeron a la AFP que no habían dado nuevas consignas de seguridad tras el anuncio de la muerte de Salopek.

Algunos responsables de esas cancillerías indicaron, sin embargo, que varias compañías extranjeras habían llamado para pedir consejos.

En cuanto a los turistas, que ya evitaban Egipto desde las revueltas que acabaron con el régimen de Hosni Mubarak en 2011, la decapitación de un occidental no debería incitarlos a volver al país.

"Ese drama nos recuerda que la seguridad de los sitios turísticos debe reforzarse de forma considerable", dice Hosam Hazaa, miembro de la Cámara de Turismo.

El 10 de junio, un atentado frustrado en el templo de Karnak, en Luxor, puso de manifiesto los fallos de vigilancia en los lugares turísticos, cuya seguridad fue aumentada.

Al margen de que el asesinato de Salopek tenga un impacto o no en la economía, los expertos creen que reforzará la ayuda financiara y militar que recibe el régimen en virtud de su "guerra contra el terrorismo".

"El Egipto de Sisi quiere posicionarse como la última barrera contra el terrorismo e incitar a las potencias internacionales a apoyarlo financiera y militarmente y a cerrar los ojos sobre la contrarrevolución y las violaciones de los derechos humanos", opina Karim Bitar, experto en el mundo árabe del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) de París.

Pero la decapitación de Salopek "ilustra una vez más el callejón sin salida de la guerra contra el terrorismo y la represión a todos los niveles" que, según Bitar, refuerzan al EI en vez de debilitarlo.

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