La viuda de Múgica hace frente con su mirada a los etarras que mataron a su marido

A la cara y uno por uno. Así ha mirado este vierners Adoración Zubeldia, viuda del concejal de UPN José Javier Múgica, asesinado por ETA en 2001, a los cuatro acusados del atentado.

Lo hizo al declarar nuevamente durante el juicio contra el exjefe militar de ETA Francisco Javier García Gaztelu, "Txapote", y otros tres etarras.

Zubeldia ha tenido que repetir su testimonio porque la vista se ha reiniciado después de que la magistrada de la Audiencia Nacional Ángela Murillo renunciara ayer a celebrar el juicio, tras llamar "cabrones" a los etarras.

El tribunal le ofreció hacerlo por videoconferencia, pero la mujer ha preferido presentarse y además lo ha hecho sin protección.

Zubeldía ha tenido que repetir sus explicaciones sobre los momentos que vivió el 14 de julio de 2001, cuando explotó la bomba colocada en la furgoneta de su marido, que era concejal de UPN en Leiza (Navarra).

En ese momento se ha vuelto a derrumbar ante el tribunal y, entre sollozos, ha contado que desde la ventana de su casa vio a su marido tumbado en el suelo: "la furgoneta se estaba quemando y él también se estaba quemando", ha dicho.

Ha sido después, al terminar su declaración, cuando ha aprovechado para, una vez de pie, volverse y mirar durante unos segundos, directamente a la cara y uno por uno a los cuatro acusados, que permanecían sentados.

"Txapote", quien ha dicho que no reconoce la legitimidad del tribunal, y los presuntos etarras Andoni Otegi y Oscar Zelarain se han negado de nuevo a participar en la vista.

Únicamente el acusado Juan Carlos Besance ha accedido a responder, aunque solo a las preguntas de su defensa, y ha denunciado de nuevo que fue sometido a torturas por parte de la Guardia Civil.

Al juicio asistía este viernes entre el público el expresidente de Navarra Miguel Sanz. El fiscal Carlos Bautista pide 48 años de prisión para "Txapote", Zelarain y Besance, mientras que solicita otros 38 años de cárcel para Andoni Otegi.

El juicio es el primero a un exdirigente etarra después de que la banda anunciara el pasado 20 de octubre el cese definitivo de la violencia. Tras la renuncia de Murillo, encabeza el proceso el magistrado José Ricardo de Prada.