Libia intenta reinventarse tras ocho meses de guerra y 42 años de dictadura

  • Tras ocho meses de guerra y miles de víctimas, la rebelión libia logró doblegar a las fuerzas del coronel Muamar El Gadafi, quien defendió hasta su muerte un régimen personalista, mientras que las nuevas autoridades intentan reconstruir el país desde sus cimientos.

Jorge Fuentelsaz/Mohamed al Saguir

Trípoli, 16 dic.- Tras ocho meses de guerra y miles de víctimas, la rebelión libia logró doblegar a las fuerzas del coronel Muamar El Gadafi, quien defendió hasta su muerte un régimen personalista, mientras que las nuevas autoridades intentan reconstruir el país desde sus cimientos.

Las protestas de la "primavera árabe" estallaron en Libia el 15 de febrero. No obstante, a diferencia de Túnez y Egipto, los manifestantes libios se toparon con la brutal represión de un régimen que se negó a dar su brazo a torcer.

Todo en Libia, y especialmente las fuerzas de seguridad encarnadas en las temidas "kataib" (brigadas), se identificaba con Gadafi y sus 42 años de dictadura.

Varios responsables abandonaron a su suerte al viejo sátrapa y se unieron a los rebeldes, como Mustafa Abdelyail, que pasó de ministro de Justicia a máximo dirigente del Consejo Nacional Transitorio (CNT).

Así, la muerte de Gadafi y de su hijo Mutasim, el 20 de octubre, y la detención, un mes después, de Saif al Islam, el hijo llamado a suceder a su padre, despejó el camino a la difícil reconstrucción de un país que el coronel dejaba huérfano de instituciones.

Una orfandad a la que se sumaron las disputas entre milicianos y políticos, entre laicos y religiosos, entre las tribus más influyentes y entre ciudades que compiten por un mayor protagonismo.

El primer ministro, Abderrahim al Kib, intentó limar estas diferencias con la formación, tantas veces pospuesta, del Gobierno de transición, el pasado 22 de noviembre.

Otorgó las carteras de Interior y Defensa a representantes de las ciudades más belicosas, Misrata y Zintan, e insistió en que los 24 ministros "representan a todas las ciudades de Libia".

Sin embargo, estas medidas no han logrado, de momento, apaciguar los ánimos, y menos aún, inclinar la balanza del poder hacia el Gobierno, ya que hombres armados de Zintan atacaban el pasado 10 de diciembre, hasta en dos ocasiones, el convoy del jefe de las Fuerzas Armadas.

Estos ataques, unidos a enfrentamientos en varias localidades, han mostrado los riesgos de la debilidad del poder central y de la proliferación descontrolada de armamento.

Una situación que ha afectado incluso a los países vecinos, que han denunciado el tráfico de armas hacia grupos armados de la región.

A pesar de las dificultades, el CNT continúa apegado al "anuncio constitucional" que difundió en agosto, una hoja de ruta donde se marcan los hitos de la transición, que debería culminarse a mediados de 2013.

Según esta agenda, que subraya el carácter islámico y democrático del estado, el Gobierno deberá organizar para mediados de 2012 elecciones a un Consejo Nacional General que sustituya al CNT y redacte una Constitución.

Si las etapas se cumplen, 2013 será testigo de las primeras elecciones a un parlamento permanente y democrático, cuya legitimación se levantará sobre la "Revolución del 17 de febrero", que realmente comenzó dos días antes.

Y es que, un grupo de activistas alentados por la buena marcha de la "primavera árabe" convocó en febrero una protesta para ese día y tras una serie de conflictos y detenciones, la situación desembocó en un levantamiento armado que hubiera estado abocado al fracaso de no ser por la intervención de la OTAN, el 19 de marzo.

A partir de ese momento, comenzó un lento pero inexorable repliegue de las tropas gadafistas, que se convirtieron en blanco fácil de los aviones de la OTAN.

A pesar de sus cada vez más menguadas capacidades, Gadafi se negaba a abandonar el poder, y cuanto más se estrechaba el cerco, más delirantes se volvían sus discursos, en los que tildaba a los rebeldes de ratas o agentes de los cruzados.

La fulgurante toma de Trípoli, el 20 de agosto, supuso el principio de un epílogo que se prolongaría aún dos meses, hasta que el 20 de octubre, tras varias semanas de asedio y encarnizados combates cedía el último barrio de la última localidad en la que resistían los últimos hombres de Gadafi, Sirte, la ciudad natal del coronel.

Mostrar comentarios