Los dilemas existenciales del electorado de izquierda en Grecia

  • Los dos se llaman Stelios, tienen 55 años y viven en el barrio popular de Keratsini, donde hace dos años murió un conocido rapero a manos de neonazis. Si para uno Tsipras sigue siendo un "revolucionario" obligado a aceptar "compromisos", para el otro el futuro del país está fuera del euro.

Stelios Fokianas, profesor de primaria, y Stelios Dinierakis, jefe de almacén en un supermercado, han acudido a votar este domingo a un colegio situado en el corazón de este barrio de la periferia de Atenas.

A muy pocos metros, en una avenida que ahora lleva su nombre, fue asesinado el 18 de septiembre de 2013 el rapero antifascista Pavlos Fyssas a manos de un simpatizante del partido neonazi Amanecer Dorado.

La presencia de los neonazis en el barrio sigue sintiéndose. En un momento dado varios de ellos, vestidos de negro, se colocan apostados en la puerta del colegio, tratando de intimidar a los simpatizantes de partidos izquierdistas que reparten pasquines a los electores.

Fokianas, docente en este mismo centro, simpatiza abiertamente con Syriza, el partido de izquierda del ex primer ministro Alexis Tsipras, y defiende su decisión de aceptar el pasado julio un nuevo plan de rescate aparejado a más medidas de austeridad, para no provocar una salida del euro y la ruina del país.

"Un revolucionario tiene derecho a aceptar compromisos. Creo que Tsipras es de izquierdas, y que quiere lo mejor para el pueblo griego", argumenta en el patio del colegio, donde los vecinos de la zona entran en un flujo constante para depositar su voto en la urna.

"Decir 'no' al rescate es decir 'no' al capitalismo. Y eso significa ir hacia el socialismo. El problema es que en ese caso habría sangre. El capitalismo nos haría la guerra", argumenta el profesor.

Stelios Fokianas es uno de los coordinadores del almacén popular creado en este colegio en el año 2010, para abastecer de comida y medicamentos a 90 familias del barrio afectadas por el agravamiento de la crisis económica, los recortes y el desempleo.

En el laboratorio del colegio y en las casas de varios vecinos, esta estructura fabrica jabón que vende a 50 céntimos o un euro la pastilla. El dinero recaudado va a la compra de carne, que luego se entrega a las familias.

Según él, los cambios sociales y económicos necesarios en Grecia después de dos primeros planes de rescate (en 2010 y 2012) y seis años de crisis y austeridad sólo pueden venir de este tipo de iniciativas populares y solidarias.

Contando con que desde el poder, en el que espera continúe Tsipras, se luche de forma eficaz contra la corrupción y la evasión fiscal para destinar ese dinero a programas sociales.

Stelios Dinierakis ve en cambio las cosas de manera muy diferente, y acudió a votar a Unidad Popular, la escisión de Syriza favorable a una salida del euro.

"Yo salí del euro hace cinco años", lanza Dinierakis, que regularmente entrega comida al almacén popular de Fokianas.

"Cuando hay tantas divergencias entre países y clases sociales, no puede hablarse más de moneda única", argumenta Dinierakis, poniendo a modo de ejemplo las disparidades de sueldos, pensiones, políticas sociales y poder adquisitivo entre Grecia por un lado y Alemania, Holanda o Bélgica.

Licenciado en administración de empresas y márketing en Inglaterra, Dinierakis gana 780 euros al mes, con los que debe pagar la hipoteca, las facturas y la manutención de su familia, una esposa en el paro y una hija estudiante de secundaria.

A finales de septiembre espera que su empleador le renueve el contrato por otros seis meses. El problema es que esta vez le ofrece apenas 560 euros, por la misma carga de trabajo. "Un dilema existencial", al que no para de darle vueltas, dice fumando su cigarro.

"Con esta mentalidad pirata, no saldremos de la crisis ni en cien años", apostilla con pesimismo.

avl.zm

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