Los sectores más radicales impiden la mejora de la libertad de prensa en Irán

  • Las promesas del presidente iraní, Hasán Rohaní, de mayor libertad de prensa no parecen estar trasladándose al papel, como muestra el cierre de dos diarios reformistas y la denegación de licencias a al menos otros dos rotativos.

Ana Cárdenes

Teherán, 27 feb.- Las promesas del presidente iraní, Hasán Rohaní, de mayor libertad de prensa no parecen estar trasladándose al papel, como muestra el cierre de dos diarios reformistas y la denegación de licencias a al menos otros dos rotativos.

Los expertos aseguran que el férreo control sobre los medios en el país -que coloca a Irán en el puesto 173 de 180 del índice de libertad de prensa anual de Reporteros Sin Fronteras- sigue estando en manos de los sectores más radicales, poco dispuestos a tolerar una relajación de la censura y autocensura informativa.

El cierre el pasado jueves del periódico "Asemán" por orden de la Fiscalía de Teherán y la detención de su editor jefe, Mohamad Quchani, es la última medida que pone de manifiesto las dificultades del presidente para implementar su política moderada en lo referente a cambios sociales.

El reformista "Asemán" (Cielo, en persa) fue cerrado tras publicar un artículo en el que criticaba la ley islámica del talión, tan solo seis días después de estrenarse como diario tras una larga trayectoria como semanal.

No es el primer caso: en noviembre la Junta de Supervisión de la Prensa ordenó también la clausura de otro diario reformista, "Bahar", acusado de ofender al islam chií con un artículo en el que cuestionaba la autoridad política del imam Alí y aseguraba que este fue más un modelo religioso que un líder político.

Además, las autoridades iraníes tampoco han permitido la reapertura de dos diarios prohibidos bajo el Ejecutivo del presidente Mahmud Ahmadineyad (2005-2013), los también reformistas "Neshat" y "Hamihan".

Ambos habían contratado personal y preparado material para salir a imprenta, pero se les denegó el permiso sin argumentarse ninguna razón, según informó esta semana la revista digital especializada en Oriente Medio, Al Monitor.

Faeteh Hashemí, exdiputada e hija del ex presidente e influyente líder Akbar Hashemi Rafsayaní, dijo a la agencia ISNA que "cerrar un periódico y encarcelar a su editor jefe es la máxima pena que establece la ley" y aseguró que resulta "muy extraño" que "a día de hoy" decisiones como estas "se tomen sin un juicio y un veredicto".

La exlegisladora, una de las voces críticas para con los sectores más radicales, recordó que según la Constitución iraní "los juicios a medios de comunicación deben realizarse en sesiones abiertas y con un jurado" y pidió al Gobierno que tome medidas para que no vuelva a haber más cierres de rotativos.

También el expresidente reformista Mohamad Jatamí instó públicamente esta semana a Rohaní a "apoyar los medios independientes".

El periodista aperturista Mashallah Shamsolvaezin también hizo una defensa del derecho a la información y aseguró en una entrevista que el problema estriba en que "son instituciones no elegidas y mayoritariamente conservadoras las que gobiernan los más importantes pilares de poder", como por ejemplo, el Judicial.

"Cuando los reformistas controlan el Ejecutivo, los conservadores usan el poder Judicial para presionarles", explicó el reportero, quien lamentó que el Gobierno de Rohaní no se enfrente a esos sectores para garantizar la libertad de prensa.

Varios periodistas que pidieron no ser identificados aseguraron a Efe que, desde que Rohaní tomó el poder en agosto, ha habido un cambio de clima y los medios se permiten más licencias que en el pasado.

Algunos ejemplos son que se han vuelto a publicar fotografías del expresidente Mohamed Jatamí e incluso se le ha dado la palabra, algo no permitido desde las revueltas que siguieron a la controvertida reelección de Ahmadineyad en 2009.

De hecho, una carta de Jatamí abría el primer número de "Asemán", decisión muy criticada en los medios extremistas como el "Keyhan", cuyo editor, Hosein Shariatmadari, es considerado prácticamente el portavoz no oficial del líder supremo, ayatolá Alí Jameneí.

La prensa también se atreve a mencionar ahora los nombres de los ex candidatos presidenciales Mehdi Karrubi y Mir Hosein Musavi, que están bajo arresto domiciliario desde 2010 y a los que los sectores radicales se refieren como "líderes de la sedición".

Sin embargo, a pesar de la ligera flexibilización, importantes cuestiones continúan sin resolver pese a las promesas electorales de Rohaní.

La más grave es que Irán sigue siendo el segundo país del mundo con mayor número de periodistas encarcelados por llevar a cabo su trabajo, con 35 reporteros entre rejas (cinco menos que Turquía), según el Comité para la Protección de los Periodistas.

Otra cuestión es que continúa sin reabrirse la Asociación de Periodistas Iraníes, que agrupa a más de cuatro mil reporteros y a la que se echó el cierre en 2009.

El ministro de Cultura y Orientación Islámica, Ali Yanatí, ha asegurado que se permitirá a la asociación este año celebrar su asamblea general, aunque esta continúa sin poder funcionar con normalidad.

Rohaní prometió mejorar esta situación, pero aún está por ver que su Gobierno consiga imponerse a los más conservadores y crear un clima más seguro para que los periodistas trabajen con libertad y los ciudadanos accedan sin cortapisas a la información.

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