O gobierna la lista más votada o España cambia de rumbo

    • El próximo inquilino de La Moncloa puede ser Pedro Sánchez después de cosechar el peor resultado histórico con su Partido Socialista.
    • Hay una posibilidad para un Gobierno del PP: el acuerdo con el PSOE para una coalición o para que se abstenga junto con Ciudadanos con objeto de dejarle gobernar.

Si el próximo Parlamento no respeta la costumbre establecida de que gobierne la lista más votada, el próximo inquilino de La Moncloa puede ser Pedro Sánchez después de cosechar el peor resultado histórico con su Partido Socialista. Este dato pone de relieve las contradicciones del veredicto salido de las urnas y las dificultades para alcanzar la estabilidad que presenta el nuevo equilibrio político del 20-D, caracterizado por la caída de los dos grandes partidos y por la firme entrada de dos nuevos, que han pasado de la nada a conquistar amplia cuotas de representación parlamentaria, 69 escaños (Podemos) y 40 (Ciudadanos).

Dicho de otra manera, ha ganado el Partido Popular pero tiene muy difícil gobernar si Ciudadanos cumple su palabra de no apoyarle con su voto y la izquierda quiere impedírselo, mientras que el Partido Socialista, segundo a distancia de 33 escaños, tiene a su alcance, si quiere, el Gobierno con apoyo de Podemos, Esquerra Republicana y otros grupos entre los que probablemente puede encontrarse la independentista Convergencia de Cataluña disfrazada en estas elecciones bajo otras siglas.

Esto significa que la política española podría sufrir un ostensible cambio de rumbo. Basten estas dos posibilidades repetidamente prometidas en la campaña: la derogación de la reforma laboral (Sánchez) y la concreción de una España plurinacional (Iglesias). Es cierto que para materializarlas hace falta, por un lado, enfrentarse a la Unión Europea, cosa en la que han fracasado muchos, el último el Gobierno populista de Grecia, y, por otro, lograr una reforma constitucional, que el PP tiene fácil impedir pues suma una minoría de bloqueo para ello superior a 117 votos. Pero también es cierto que la gestión pública de esos objetivos causaría una inestabilidad política y social que no sería precisamente beneficiosa.

Hay una posibilidad para un Gobierno del PP: el acuerdo con el PSOE para una coalición o para que se abstenga junto con Ciudadanos con objeto de dejarle gobernar. Hoy las dos fórmulas parecen muy difíciles, aunque no imposibles después de las intervenciones tras el escrutinio de Mariano Rajoy (dispuesto a formar Gobierno), Pedro Sánchez (aludiendo a la lista más votada), Albert Ribera (apostando por que el ganador intente gobernar) y también Emiliano García-Page, presidente de Castilla La Mancha y muy próximo a Susana Díaz, en A3 pasadas las doce de la noche (en el mismo sentido). Hay ejemplos en la práctica que avalan su posibilidad y su utilidad. De la gran coalición han usado los alemanes, de la segunda hay episodios en España, como cuando el PP dejó gobernar con su abstención al Partido Socialista de Euskadi con Iñaki López a la cabeza o cuando hizo lo mismo Izquierda Unida en Extremadura para permitir el Gobierno popular de José Antonio Monago.

El acuerdo para que gobierne el ganador no solo responde a la práctica establecida sino también al sentido de los votos. Aunque la entrada de los dos nuevos partidos haya sido una irrupción, el resultado dice que el castigo al bipartidismo ha sido duro pero no mortal: los dos partidos mayoritarios, PP y PSOE, suman 213 escaños mientras que los nuevos, Podemos y Ciudadanos, se quedan casi a la mitad, 109 escaños. O sea, los dos grandes partidos van a ocupar el 60 % del nuevo Parlamento, lo que hay que interpretar como un deseo de la sociedad de que el centro derecha y el centro izquierda, las opciones moderadas, se pongan de acuerdo para orientar el futuro.

Empieza ahora una etapa de negociación y pacto, en la que los líderes políticos tendrán que interpretar correctamente la voluntad de los electores. Podemos ha logrado ocupar un gran espacio de 69 escaños con sus coaliciones con partidos afines, pero 69 escaños no llegan al 20 % del Parlamento y no es lógico ni democrático que una fuerza minoritaria hipoteque a un Gobierno hasta imponerle sus recetas. Eso pasaría con un Gobierno de Sánchez sostenido por los populistas. Tras las primeras impresiones a la vista del reparto de los escaños, las manifestaciones de voluntad de PP, PSOE y Ciudadanos han reconducido la situación. La política española puede sufrir un cambio radical de rumbo o bien reorientarse para continuar en la moderación. Lo primero es una posibilidad que ofrecen las urnas, lo segundo es un mensaje de los electores. Veremos cómo lo resuelven.

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