Sharif, un político pragmático curtido por los vaivenes políticos en Pakistán

  • Nawaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N), asume hoy por tercera vez la jefatura de Gobierno de Pakistán, un país sumido en una grave crisis económica y que ha buscado amparo en el ya veterano político conservador.

Islamabad, 5 jun.- Nawaz Sharif, líder de la Liga Musulmana de Pakistán-N (PML-N), asume hoy por tercera vez la jefatura de Gobierno de Pakistán, un país sumido en una grave crisis económica y que ha buscado amparo en el ya veterano político conservador.

Sharif gobernó el país dos veces en los años noventa, cuando era aún un político inexperto, y su segundo mandato acabó en un golpe de estado protagonizado por el entonces jefe del Ejército, Pervez Musharraf, que tuvo cierto apoyo popular por la deriva del país.

Considerado por algunos analistas un islamista moderado, ha atraído parte del voto religioso, pero su gran baza ha sido su faceta de político pragmático que debe enfrentarse a la crítica situación de las finanzas en el país asiático.

A pesar de no haber tenido ningún cargo oficial desde el golpe militar que lo apartó del Gobierno en 1999, Nawaz ha acompañado a su hermano Shabhaz -primer ministro de Punyab y para algunos analistas el más brillante de la familia- en la gestión de esa región.

Los Sharif han puesto en marcha la modernización de la capital regional, Lahore, a la que han dotado incluso de un moderno servicio de autobuses rápidos, inaugurado antes de las elecciones, que quiere servir como ejemplo de la gestión que ofrecía el PML-N para el país.

Entre otros proyectos, Sharif ha prometido un tren bala que transporte en siete horas a los viajeros entre Karachi, el pulmón financiero del país en el sur, y la ciudad noroccidental de Pesháwar, separadas por 1.100 kilómetros.

Nacido el 25 de diciembre de 1949 en una acomodada familia de industriales en Lahore, Mohamed Nawaz Sharif se convirtió en primer ministro tras ganar las elecciones de 1990 y de 1997, y se alternó por dos veces en el poder con Benazir Bhuto, asesinada en 2007.

Bajo el Gobierno del PML-N, Pakistán se convirtió en el primer país islámico que accedía oficialmente al club nuclear: el 28 de mayo de 1998 realizó unas pruebas nucleares en una montaña del suroeste en respuesta a unos ensayos indios dos semanas antes.

Sharif también estaba en el Gobierno cuando, un año después, el jefe del Ejército, Pervez Musharraf, decidió atacar a la vecina India y llevó sus tropas varios kilómetros dentro de suelo indio, lo cual situó a ambas potencias nucleares al borde de una nueva guerra.

El por tercera vez primer ministro se desentendió de las operaciones de sus Fuerzas Armadas y culpó al general Musharraf, a quien intentó destituir sin éxito aprovechando un viaje al exterior del militar, quien encabezó a su vuelta un golpe que le depuso.

Sharif pasó 14 meses en prisión por intento de secuestro del avión en el que volaba Musharraf y tuvo que optar entre la pena de muerte o el destierro, de forma que se exilió en Arabia Saudí, de donde volvió en 2007 cuando el régimen militar se tambaleaba.

No se presentó a las elecciones de 2008 por problemas judiciales, pero su partido apoyó después de los comicios al Partido Popular (PPP), que ganó la contienda a pesar del asesinato de su líder, Benazir Bhuto, y el ascenso al poder de su viudo, Asif Alí Zardari.

Con el avance de la legislatura surgieron fuertes desavenencias entre ambas formaciones y el PML-N retiró su apoyo parlamentario al partido de Zardari y pasó a encabezar la oposición.

Nawaz Sharif se centró en la segunda mitad de la legislatura en fortalecer sus posiciones en la región del Punyab -la más poblada del país- y dejar que el PPP se desgastara en su acción de Gobierno, que le acabó pasando factura en las elecciones del pasado mayo.

El líder del PML-N volvió el pasado sábado a la Asamblea Nacional por la puerta grande 14 años después de ser desposeído de su acta de diputado por la fuerza y fue aplaudido por la mayoría de los presentes, incluso desde la bancada rival.

Lo incontestable de su victoria en las urnas y el apoyo de otras formaciones y candidatos independientes le confieren un enorme margen de acción política que Sharif ya ha anunciado que focalizará en la necesaria recuperación económica.

El nuevo primer ministro también se ha apresurado a calmar la inquietud que su elección podía crear en la vecina India con declaraciones de amistad e invitaciones a la mejora de unas relaciones que no han mejorado sustancialmente desde que él se fue.

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