Sirisena, una oferta de cambio con una propuesta de continuidad

  • Con verbo pausado y discurso conciliador, el candidato de unidad de la oposición cingalesa, Mathripala Sirisena, aspira a poner punto final a una década de mandato en Sri Lanka de Mahinda Rajapaksa, un hombre junto al que trabajó codo con codo hasta hace menos de mes y medio.

José Luis Paniagua

Colombo, 6 ene.- Con verbo pausado y discurso conciliador, el candidato de unidad de la oposición cingalesa, Mathripala Sirisena, aspira a poner punto final a una década de mandato en Sri Lanka de Mahinda Rajapaksa, un hombre junto al que trabajó codo con codo hasta hace menos de mes y medio.

Hasta el 21 de noviembre Sirisena fue el secretario general del gubernamental Partido de la Libertad de Sri Lanka (SLFP) de Rajapaksa, y tras 13 años en ese cargo (el que más tiempo ha estado) se perfilaba como uno de los posibles sucesores del presidente.

Sin embargo, la decisión del gobernante de adelantar las elecciones dos años y aspirar a un tercer mandato precipitó los acontecimientos.

"El país va hacia una dictadura", dijo Sirisena el 21 de noviembre al desmarcarse del Gobierno, del que era ministro de Salud en ese momento, y anunciar su postulación como candidato a la cabeza del Nuevo Frente Democrático (NDF), que suma alrededor de 40 partidos opositores, incluido el Partido Nacional Unido(UNP).

Ese día no escatimó en acusaciones contra Rajapaksa y sus parientes asegurando que "toda la economía y cada aspecto de la sociedad están controlados por una familia".

Nacido en el seno de una familia de agricultores de clase media, a sus 63 años Pallewatte Gamaralalage Maithripala Yapa Sirisena ha logrado presentar una alternativa de cambio con el mismo menú de éxito de crecimiento económico y pacificación del país que venía ofreciendo a su electorado Rajapaksa.

Con el apoyo de los grandes líderes de la oposición, empezando por la exprimera ministra Chandrika Kamanatunga, ha aglutinando a los adversarios al gobernante y ha presentando una propuesta con ascendencia entre el electorado que fielmente apoyó a Rajapaksa y a él mismo durante estos años.

Su página web lo presenta como parte de una "rara especie de político caballeroso" con una hoja de vida intachable, sin mancha de corrupción ni violencia, que "ha hecho una marca del centrismo, la moderación y el juego limpio en la política".

En su campaña ha atacado los puntos débiles de un Gobierno acusado de corrupción y de nepotismo, y ha asegurado que acabará con la figura de la Presidencia Ejecutiva, un cargo que creó Rajapaksa y que le permite concentrar poderes y atribuciones mucho más allá de lo previsto para un jefe de Estado.

En su programa político: "Gobierno compasivo, un país estable", promete restablecer las comisiones independientes para la supervisión de la Policía, la Justicia y los funcionarios electorales, cuyo control quedó en manos del presidente.

También contempla la toma de medidas para respetar el derecho a la libertad de información y garantizar la transparencia de Gobierno, algo que los adversarios al presidente aseguran que ha ido desapareciendo.

Además, ha prometido reinstalar a la expresidenta del Tribunal Supremo, Shirani Bandaranayake, sacada del cargo por el partido de Rajapaksa en una controvertida decisión que fue tildada por la Relatoría de la ONU para la independencia de jueces y abogados como un aparente "punto culminante en la serie de ataques contra la judicatura por reafirmar su independencia".

Sin embargo, Sirisena no se ha mostrado tan contundente a la hora de abordar algunos de los asuntos más controvertidos del Gobierno de Rajapaksa como las supuestas violaciones de los derechos humanos y los crímenes cometidos para finalizar la guerra contra la independentista guerrilla de los Tigres Tamiles (LTTE) en 2009.

La ONU estima que unos 40.000 civiles murieron en el país insular en el tramo final del conflicto y ha pedido una investigación por supuestos crímenes de guerra, a la que Sri Lanka se ha negado.

"No permitiré que el presidente Rajapaksa, su familia o miembro alguno de las Fuerzas Armadas sea llevado ante un tribunal internacional de crímenes de guerra", indicó durante la campaña.

Él mismo, que sufrió dos atentados del LTTE y que entre 2005 y 2009 fue hasta en cinco ocasiones ministro de Defensa en funciones, estuvo al frente de ese cargo en los días previos al fin de la guerra.

También ha afirmado que no contempla dar espacio a las reivindicaciones autonomistas y descentralizadoras de los tamiles en el norte.

Sin embargo, su presentación como alternativa a Rajapaksa le hace casi obligado destinatario del voto de las minorías tanto regionales como religiosas en un país con un 70% de budistas y el resto dividido entre hinduistas, cristianos y musulmanes.

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