"Solo hemos podido ver a Urdangarin de refilón"

  • Seiscientos manifestantes, trescientos periodistas y los bares repartiendo ofertas de menú del día. Así está el ambiente en los aledaños de los juzgados de Palma, donde declara Iñaki Urdangarin.
Marta Carol (Palma de Mallorca)

No es la primera vez que Claudo Bonilla se manifiesta ante los juzgados de Palma. Estaba en primera fila el día que Jaume Matas, expresidente de Baleares, declaró como imputado la primera vez. Ese día la Policía le denunció por tirar una escobilla de wc al coche de Matas y meses después un juez le absolvió. Hoy repite protesta, esta vez contra el duque de Palma, Iñaki Urdangarín. Bonilla ha llegado a las 7 de la mañana y estará hasta el mediodía, cuando tiene que recoger a su nieto. “Ya está bien de tanto ladrón. Pedimos que el dinero robado nos sea devuelto y que se reinvierta en educación y cultura”, comenta indignado. Pero la mayoría de ciudadanos es escéptico con la justicia y la frase más escuchada en los corrillos es “no pasará nada, es intocable”.

A las nueve de la mañana se han llegado a concentrar unas 600 personas de todas las edades. A medida que pasa el tiempo, los ciudadanos van regresando a sus hogares con la esperanza de volver al mediodía para ver mejor a Urdangarin. “Sólo le hemos visto de refilón y de puntillas”, comenta Amanda Pérez. Y eso que ha llegado a las 8 y media de la mañana. Estará en las inmediaciones de las dependencias judiciales hasta que el cuerpo aguante: “no hay derecho que alguien mantenido por el pueblo nos robe. Los mallorquines ya sufrimos bastante en verano con las medidas de seguridad. No es digno de llevar el nombre de la ciudad”.

También desde primera hora está en primera fila del cordón policial Rosalía Do Santos, portuguesa de nacimiento pero mallorquina de adopción tras 26 años en la isla. Se queja de las fuertes medidas de seguridad: “Han cortado la calle y nos han revisado el bolso. No hay derecho, quien ha robado es él. Es una vergüenza”.

Los cantos, poco a poco, se han ido apaciguando. Sólo se han escuchado unos gritos cuando el coche con el que ha llegado Urdangarin ha salido de la calle Perellades hacia, presuntamente un lavadero de coches, porque ha regresado bien limpio a la puerta trasera de los juzgados. También se han escuchado fuertes aplausos con el paso, a las diez y media, de un grupo de motoristas que justo delante de los Juzgados han dado gas a sus vehículos. A esa misma hora, los Maulets, un grupo independentista, ha abandonado la concentración y ha iniciado una marcha por el centro de Palma.

Mientras Iñaki Urdangarin declara dentro los Juzgados, los más de 300 periodistas, pueden tomar un respiro. Los bares, abiertos para la ocasión, están llenos de cámaras y ordenadores. En la calle, algunos comerciales aprovechan para repartir ofertas del menú del día.

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