Cómo protegerte del sol en los primeros días de la primavera

  • Más horas de sol y mejores temperaturas no son siempre una buena noticia para nuestra piel.
Además de crema solar, hay que evitar las horas de más sol y taparse con sombreros y ropa holgada
Además de crema solar, hay que evitar las horas de más sol y taparse con sombreros y ropa holgada

El frío se despide paulatinamente de nuestras ciudades y los termómetros ya dan treguas por encima de los 20 grados. Tras un invierno suave, en el que las precipitaciones también han sido escasas, llega una primavera que debería llevar consigo una buena dosis de lluvia para paliar varios meses con una pluviometría excepcionalmente baja.

Junto a ella llega aparejada otro de los clásicos de la temporada, junto a las alergias, como son las horas de sol en aumento y una mayor incidencia de las radiaciones de los rayos solares sobre la superficie terrestre. Protegerse del sol en primavera es especialmente útil, no sólo para evitar molestas y antiestéticas quemaduras, sino también por mitigar los efectos que el sol causa en la piel, como el envejecimiento prematuro.

No confiarse con los primeros rayos de sol

Como las flores, los españoles despertamos de un letargo tras el invierno y comenzamos a realizar más actividades fuera de casa con el buen tiempo. Puede ser hacer deporte o puede ser aprovechar las treguas climáticas para salir de terrazas o incluso tomar el sol. Incluso en estas situaciones, ajenas a las largas insolaciones veraniegas, debemos tener en cuenta que nuestra piel debe estar protegida de los rayos que el Astro Rey filtra a través de nuestra dermis. Principalmente por estar ‘bajos de defensas’, ya que venimos de varios meses en los que las horas de insolación son menores y sobre todo la incidencia de las radiaciones son menos intensas –como las de los rayos UVA y UVB, responsables de bronceados (también de arrugas y envejecimiento prematuro) y quemaduras respectivamente-, o las de los rayos IR-A, los infrarrojos capaces de alcanzar las capas más profundas de la piel. De esta forma, en esta temporada llegan de manera más perpendicular y directa cogiéndonos desprevenidos porque las temperaturas tampoco son excesivamente altas. Así que, si vas a exponerte en torno al mediodía al sol, sea de una forma activa o pasiva, no olvides llevar contigo un protector solar con un índice alto de SPF –que ahora te explicaremos que es-.

Entender el SPF, un cálculo sencillo

Divididos entre baja, media y alta, los protectores solares miden sus propiedades en las siglas SPF (factor de protección solar por sus siglas en inglés). Este número, que suele oscilar entre el 5 y el 50 en las gamas comerciales, no es un capricho, es una fórmula matemática que relaciona el tiempo que la piel puede estar sin quemarse con el tiempo de protección que una crema puede ofrecernos. De esta manera, si tu piel aguanta 10 minutos antes de enrojecerse, utilizar un factor 50 multiplicará por ese mismo 50 el tiempo que podríamos exponernos, es decir, 500 minutos. Este cálculo variará en función de la hora a la que nos expongamos, de cómo sea nuestra piel o de otras circunstancias que nos rodeen –como el aire o la reflexión de agua, asfalto, arena o nieve- por lo que se debe tener en cuenta a la hora de aplicarse el producto. De todas formas, es conveniente reaplicarse las cremas solares cada dos horas, sobre todo si estamos haciendo deporte que provoque sudoraciones o estemos en playas y piscinas.

Cara, labios y manos, zonas sensibles

A más exposición, más riesgo de quemadura. Ésta es la razón por la que estas tres zonas son las más susceptibles de quemarse y en las que más hincapié debemos hacer. No sólo afecta el hecho de evitar posibles quemaduras, sino también intentar paliar en cierta medida la deshidratación de estas áreas. Existen cremas especialmente diseñadas para ellos, que incluyen factores de protección más altos y que no debemos dejar de lado, sobre todo si realizamos trabajos al aire libre o tenemos pieles especialmente sensibles –como las atópicas-. Los labios, otra superficie a la que no le damos suficiente importancia, y es especialmente crítica. Al carecer de melanina, al contrario que otras partes de nuestro cuerpo, se queman antes y la piel que los recubre es más fina que, por ejemplo, en brazos, cara o piernas. Esto los hace más susceptibles a las quemaduras, razón por la que tener un lápiz labial con FPS alto es uno de los elementos que no deben faltar en bolsos y bolsillos en tu día a día si te vas a exponer al sol.

No te protejas sólo hoy, protégete de cara al futuro

La crema solar no sólo debe crear una película que impida a los temidos rayos UVA y UVB entrar en nuestra piel y dañar nuestras células. La primavera, sobre todo cuando empiezan a aparecer las alergias y sobre todo en grandes ciudades, donde la contaminación ambiental es mayor, implica también que nuestras pieles estén más secas y castigadas, es decir, poco hidratadas. Ésta es la razón por la que deberás prestar especial atención a la crema solar que utilices de cabecera, buscando siempre una que además de ofrecer un factor de protección alto tenga también propiedades antienvejecimiento. Realmente, aunque pueda tener un carácter estético, los bronceados implican oxidar las células de nuestra piel, adelantando de forma prematura el proceso de envejecimiento celular. 

Cuidado con las interacciones entre productos

Perfumes, determinados tipos de cremas antiarrugas o elementos como una crema limpiadora pueden ser malos aliados de la exposición solar. Por ejemplo, realizarse un peeling químico cutáneo nos hará más sensibles a los rayos del sol, necesitando más que nunca una crema con factor de protección alto (+50) para evitar hiperpigmentación y manchas. Otros productos, como los que contengan derivados del ácido retinoico, que tienen propiedades antiarrugas y dotan de mayor luminosidad y elasticidad a la piel, deben ser siempre acompañados de cremas solares porque aumentan la sensibilidad de nuestras dermis y por tanto nos hacen más proclives a las quemaduras. Otro de los caballos de batalla, el de los perfumes, debe ser reducido si tenemos claro que nos vamos a exponer al sol.

Todos ellos, ya sean aguas de colonia, de toilette o de perfume, llevan un porcentaje de alcohol que reacciona con el sol, causando rojeces y sarpullidos. Especial mención merecen también algunos aceites esenciales, como de la bergamota, caracterizada por ser fotosensible y que provocará estas mismas irritaciones al interactuar con el sol. Evidentemente, estas apariciones variarán en función del tipo de piel que tenga cada persona pero la pauta común invita a no aplicarse fragancias si vamos a tomar el sol.

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