El turismo juvenil revoluciona la tranquilidad de Laos

  • Vang Vieng es una localidad enclavada en un valle de un verde casi irreal en medio de montañas escarpadas. Hasta no hace mucho sus habitantes llevaban una vida tranquila y tradicional que ahora se ha convertido en visita obligada para los mochileros jóvenes y con ganas de fiesta que recorren el sureste asiático. La economía del lugar lo agradece, pero el choque de culturas es muy grande.
Vang Vieng (Laos)
Vang Vieng (Laos)
wikitravel.org
Jonathan Adams | GlobalPost

(Vang Vieng, Laos).Unos mochileros colocados se relajan tomando café, con los ojos pegados a televisores que muestran una y otra vez capítulos de "Friends" y "Padre de familia". Unos británicos ebrios echan miradas lascivas a las turistas femeninas quepasan por delante de ellos. Una mujer occidental se pone a discutir a gritos con su guíaturístico.

Bienvenidos a Vang Vieng, uno de los principales destinos turísticos de Laos. Eso sí, no se puede decir que sea un paraje "virgen".A medida que esta nación del sureste asiático abre sus puertas al turismo se está encontrando de frente con un dilema clásico: el país pobre, en vías de desarrollo, quiere ganar desesperadamente dólares del turismo, pero también quiere conservar sus costumbres tradicionales. Compaginar ambos quizás no sea posible.

"Resulta difícil mantener el equilibrio entre el desarrollo y la conservación de las tradiciones y la cultura local", afirma a través de correo electrónico Thavipheth Oula, un funcionario de la Agencia Nacional de Turismo de Laos. "La clave está en cómo podemos mantener la identidad laosiana al mismo tiempo que aumenta el número de llegada de turistas".

En la década de 1960, Estados Unidos mantuvo una "guerra secreta" contra los comunistas de Pathet Lao. Ahora, el país que antaño estuvo plagado de espías está invadido por los turistas.La llegada de turistas se ha triplicado en 10 años, pasando de rondar el medio millón de visitantes en 1998 a 1,7 millones en 2008, según cifras oficiales del gobierno de Laos. El turismo genera ahora ingresos de 195,8 millones de euros (275 millones de dólares), frente a los 56,9 millones de euros (80 millones de dólares) de 1998, y se ha convertido en la segunda mayor fuente de ingresos del país después de la minería.

Sus principales atractivos son la capital, Vientiane, y la ciudad repleta de templos de Luang Prabang, declarada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco y cuyo desarrollo urbanístico está controlado bajo estrictos códigos de edificación. En Luang Prabang conviven templos bien conservados junto a modernos restaurantes y bares de comida de fusión franco-laosiana.

Pero en Vang Vieng no aplican exactamente esas normas. En su lugar, la ciudad se ha labrado un hueco como parada obligada de todos los mochileros que recorren el sureste asiático. Es un destino para veinteañeros hedonistas, con multitud de cafeterías, bares y lugares de juerga a orillas del río, que lo han convertido en una especie de "ciudad perdida del pecado" en el corazón de Laos.

Sin embargo, la belleza natural de Vang Vieng es sobrecogedora, bañada por el río Nam Song y encajada entre escarpadas montañas cársticas. La actividad obligatoria aquí es deslizarse por el río en neumáticos de goma. Los turistas se agolpan en camionetas que les llevan a un punto río arriba. En el lugar de partida, hordas de turistas occidentales sin camiseta o luciendo escuetos bikinis giran al ritmo de música tecno ensordecedora, mientras que otros se atreven a lanzarse al río desde unas tambaleantes plataformas de madera de tres pisos de altura.

Tal y como se puede ver en estos vídeos de YouTube, es casi como la escena de una fiesta alternativa en la película "Matrix":

Unos vecinos avispados de la zona han montado bares al borde del río, donde trapichean con su orgullo nacional -la cerveza Beerlao- y ofrecen saltos al río desde un cable suspendido en el aire. También tientan a los que bajan por el río en neumáticos, lanzándoles cables. Si uno está sediento, tan sólo tiene que agarrar un cable y le arrastran a tierra firme.

Estas actividades son un gran atractivo para los turistas más jóvenes. Pero también han hecho que algunos se pregunten si Vang Vieng ha perdido su alma. "Cada vez que una australiana se pasea por la calle en bikini, que un americano con barba se fuma un porro en la terraza de una pensión o que un grupo de coreanos borrachos sale tambaleándose de un restaurante, se debilita un poquito la esencia de una ciudad como Vang Vieng", dice Brett Dakin, autor de "Another Quiet American", donde relata sus dos años trabajando en Laos para las autoridades turísticas. "El turismo ha contribuido enormemente a estas comunidades: han aumentado los ingresos y hay mayores estándares de vida", explica Dakin a través de correo electrónico. "Pero existe la sensación de que algo se ha perdido en el proceso".

No existe una solución fácil al problema. Oula, de la Agencia Nacional de Turismo, asegura que si se imponen restricciones a los jóvenes mochileros extranjeros, desaparecerían buena parte de los tan necesitados ingresos de los laosianos que tienen pensiones, restaurantes y otros negocios relacionados con el turismo.

Las autoridades tienen su esperanza puesta en "programas de concienciación" dirigidos a los turistas y los habitantes locales. Esos programas, "pedirán a los turistas que respeten y cumplan estrictamente las normas, regulaciones, tradiciones y cultura de la gente de Laos", explica Oula. "Al mismo tiempo, deberíamos educar a la gente local para que mantenga la identidad laosiana, su modo de vida, su tradición y cultura, y que no imite los comportamientos de los turistas".

Para Dakin, mostrando un poco de sensibilidad, se podría conseguir mucho. En Laos hay algunas normas de conducta básicas: vestir de manera discreta (eso significa no mostrarse en bikini o sin camiseta en lugares públicos, según recuerda un cartel en inglés colocado por todo Vang Vieng), quitarse los zapatos en el interior de las casas, y tratar de no colocar la cámara de fotos delante de la cara de los monjes cuando están haciendo su tradicional colecta matinal en Luang Prabang. (Más consejos e información en la página oficial de turismo de Laos).

"No es difícil viajar de manera responsable en Laos. Simplemente se requiere un poco de cabeza y quizás, sobre todo, capacidad de empatía", concluye Dakin.

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