Aún existen ciudades pequeñas con mucho encanto especial y que sin embargo son grandes desconocidas para el gran público. León es una ciudad volcada en la gastronomía, no solo por la cantidad de bares y tabernas alrededor del Húmedo, sino que cada vez hay más restaurantes que evolucionan para ofrecer una cocina más actualizada y atractiva. A establecimientos que bien podrían estar en la azotea de una gran capital europea como niMÚ, se unen otros como Delirios que apuestan y se atreven con propuestas más innovadoras, que muestran la cara más moderna de la ciudad para su próxima capitalidad gastronómica.
Javier del Blanco es un joven chef que ha llegado a León procedente de restaurantes como Nerua, en Bilbao, para afrontar el reto de proseguir en esa ruta de actualización de la cocina local y completar la oferta que el grupo Vamuca, propietaria del hotel Alfonso V en donde se ubica, y otros tantos establecimientos de restauración y hoteleros, ofrece a la ciudad. Tras su primer año de vida, asientan, junto a Delirios, una propuesta de cocina de cierta vanguardia, en un menú gastronómico a precio más que razonable.
Un menú que cada mes cambia su contenido para dar paso a los productos que da el campo, la huerta y el mar. Durante los meses de diciembre y enero el menú se compondrá de una selección de los platos con mejor acogida durante el año entre sus comensales. Ocho platos, de los cuales el comensal puede elegir los cinco principales, que escoge de entre tres o cuatro opciones, a un precio cerrado de 35€. LAV se ha concebido así como un espacio abierto y cosmopolita, de vanguardismo contenido, con ciertas dosis de creatividad reconocible en la cocina.
Un espacio que ha diseñado Pascua Ortega aprovechando la luz de los ventanales que dan a la céntrica plaza de Santo Domingo, con un resultado elegante, de colores neutros y claros. Desde el local a la cocina, Blanco y su equipo ofrecen una propuesta alejada de los clasicismos de la ciudad, dejando atrás cartas, rutinas y fórmulas anodinas. Su propuesta con un primer servicio en la barra y elaboraciones a la vista del comensal, para acabar el resto del menú en la mesa, se parece en las formas mucho más al estilo y complicidad con el que hoy los grandes chefs sorprenden a sus clientes.
Un primer paso a pie de barra con dos tapas y un cóctel, da paso al servicio de mesa en el que se eligen cuatro platos principales y un postre. Ya en la mesa se elige entre un carpaccio de vaca vieja, un tiradito de corvina o un hot dog de foie. Se prosigue con el capítulo de cremas o sopas en el que se opta entre una torrija salada de cocido o una sopa de ajo con pochas, lengua y berberecho. Después, o un atún a la brasa y guacamole, merluza de pintxo en tempura o bacalao en salsa de espinacas. Solomillo de ciervo o cochinillo confitado y un pre postre y un postre a elegir entre falsa mandarina, sol nublado o tocinillo de cielo; completan el menú.
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