La Azotea: disfrutar de la buena cocina a bocados

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El río Guadalquivir es la arteria que rasga y separa el intrincado barrio de Santa Cruz que se despierta bajo la sombra de La Giralda de su imponente catedral y una Triana en fiesta que se acuesta de madrugada. Sevilla desde siempre ha vivido en la calle, en sus plazas, en sus bares y tabernas, donde propios y turistas beben y tapean. Tapas que en los últimos años han ido evolucionando hacia una cocina más abierta y cosmopolita de conceptos, productos y técnicas del mundo.

Unos pocos establecimientos, de los que iremos dando cuenta, han impulsado e innovado en favor de una cocina más representativa, mejor ejecutada y más cuidada. De entre ese puñado de establecimientos más avanzados, hay una barra en Sevilla diferente, desnuda, en la que no reposan los pinchos, tapas ni raciones al uso como en otros bares de España. Esta barra desnuda cobra todo su sentido cuando de su diminuta cocina, auténtica sala de máquinas que da vida al local, van saliendo platos de muy buena factura en formato de tapas y raciones.

Aunque tienen varias sucursales, nuestra favorita es la de la calle de Jesús del gran Poder, la primera y original. Desde donde Juan y su mujer, Jeanine, ejercen como patrones de una pequeña nave en la que la cocina vuela a gran altura. En la barra se pueden probar tapas y raciones. En las mesas, sólo raciones. Además, en la barra no sólo se disfruta de la buena comida, sino del buen hacer de sus camareros y de la ajetreada pero ordenada evolución en cocina. Todo lo que sale de la misma tiene fundamento. Está pensado para dotarlo de la mayor calidad visual y un gran sabor que es lo importante.

El servicio tras la barra cumple con oficio, ya que entre comandas, vinos, cañas atenciones, y servicios saben mantener una sonrisa y hasta algún chiste. La Azotea, cumple en definitiva, con el ideal de bar: Un sitio animado, bullicioso pero amable y sonriente. Un lugar en donde a base de pequeños bocados se puedan probar y picar múltiples opciones en formato reducido. Además ese lugar debe poder ofrecer una interesante selección de vinos por copas que permita probar diferentes registros en consonancia con la cocina. Y eso exactamente es La Azotea.

Tapas originales, bien elaboradas, del tamaño apropiado para que pueda probar cuatro o cinco platillos diferentes. Buenísima la ensaladilla de ahumados que le dan potencia, delicados saquitos de queso brie y langostinos, y excelente el atún de almadraba en cualquiera de sus cortes y preparaciones.

Probamos una carrillera de rape, de textura inmejorable. Un solomillo de buey troceado acompañado de unas verduras al dente, sensacional. Un postre con personalidad como en la crema de naranja y azahar, helado de hierbabuena y granizado de ginebra.