París bien vale una visita

  • Dividida por el Sena, bohemia, artística y estudiantil en su orilla izquierda y señorial, elegante y sofisticada en la derecha.
Torre Eiffel
Torre Eiffel
EFE
Torre Eiffel

París es la ciudad del urbanismo, de los grandes espacios que dan perspectiva y monumentalidad a sus edificios. Capital del arte y de la gastronomía más heterodoxa, es la ciudad más bella del mundo que inmutable preserva su esplendor de ciudad soñada por todos. Parafraseando aquella sentencia de que “París, bien vale una misa” atribuida a un rey que debió convertirse al catolicismo para reinar sobre uno de los países más poderosos del viejo continente, bien puede extenderse al hecho de que es una ciudad viva, bella e interesante como pocas, y que merece al menos una visita cada año.

París vive en torno al río que la divide y recorre. El Sena, acompaña y articula la vida de la ciudad. Bohemia, artística y estudiantil en su orilla izquierda; y señorial, elegante y sofisticada al otro lado, mientras encierra entre sus brazos la magnífica iglesia de Notre Dame. Es la ciudad de la luz, brillante y luminosa. De mansiones de enormes portalones de madera y de adoquines grises que hablan de su pasado rico y opulento.

París ha sido refugio de pintores que transgredieron cánones para hacerse maestros. De poetas y escritores que encontraron aquí su referente cultural. De filósofos que meditaban contemplando como el Sena, mantenía invariable su curso. De grandes impresionistas que siguen vivos en el Museo D’orsay. De grandiosos tesoros: Las tablas de Hamurabbi, la Venus de Milo, la Victoria de Samotracia, y la enigmática sonrisa de la Mona Lisa en el Louvre. De arte moderno e interesante en el Centro Pompidou, y casa de Picasso en un Museo acogedor; conforman un eje cultural que muy pocas ciudades pueden siquiera soñar.

París es una ciudad para pasear, pero también para observarla desde la altura y con la perspectiva que le dan algunos de sus edificios más característicos. Subir a Montmatre paseando por sus callejuelas de pequeños cafés y terrazas hasta coronar el Sacre Cuore y contemplar Paris desde sus amplias escalinatas bajo el blanco inmaculado de su fachada y las amplias cúpulas que la coronan. El Sacre Cuore es la única iglesia de la ciudad que se atreve a rivalizar en belleza con la gótica Notredame, cúbica, angulosa y picuda sinfonía de piedras según Victor Hugo.

Un trozo de la historia francesa descansa en los Inválidos, bajo cuya gran cúpula, en un sarcófago inmenso, casi desproporcionado para alguien de tan pequeña estatura, yace el derrotado y desterrado Napoleón.

Le Mairie es el barrio más moderno, activo, vivo y dinámico de Paris. Un barrio para pasear sin descanso y que nunca se acaba por descubrir del todo. Desde allí se llega al espacio con más solera de la ciudad, la Plaza Des Vosgues. Más de 500 años contemplan la amplia plaza de arcadas bajo ladrillo rojo y pizarra, en cuyos bajos hay numerosos bistros donde cenar, galerías de arte y, prácticamente oculto a la vista del peatón el encanto del Hotel Pavilion de la Reine, uno de los más elegantes y con clase, pero sobrio y discreto, ¡único!

Para comer, en un ambiente desenfadado deliciosas hamburguesas gourmet con queso y estupendos mojitos y margaritas, en Ferdi. Algo más serio, Les Fables de la Fontaine. Su chef Julia Sedefdjan fue recompensada con una estrella Michelin, sólo con 21 años. Su cocina del mar, a precios razonables propone pescados poco usuales para los cánones gastronómicos franceses que ejecuta con toques provenzales. Un plan diferente, si el tiempo acompaña, es comprar una buena botella de Burdeos, un poco de queso y una baguette en Gosselín, en rue St Honoré y disfrutarlo al borde del Sena.

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