Zbanic se rebela contra el olvido de lo que fue la guerra de los Balcanes

  • La realizadora bosnia Jasmila Zbanic se rebela contra el silencio y el olvido de lo ocurrido durante la guerra de los Balcanes en "For Those Who Can Tell no Tales", su nueva película, contada desde el punto de vista de una turista australiana que protagonizó esos hechos en la vida real.

Ana Burgueño

San Sebastián, 26 sep.- La realizadora bosnia Jasmila Zbanic se rebela contra el silencio y el olvido de lo ocurrido durante la guerra de los Balcanes en "For Those Who Can Tell no Tales", su nueva película, contada desde el punto de vista de una turista australiana que protagonizó esos hechos en la vida real.

Si en "Grbaviva", con la que ganó el Oso de Oro en Berlín, trató las violaciones como arma de guerra, en este filme, presentado hoy a concurso en la Sección Oficial del Festival de San Sebastián, recupera para la memoria colectiva la violación y asesinato de 200 mujeres musulmanas en la ciudad bosnia de Visegrado, que sumó 3.000 víctimas durante la contienda.

Kym Vercoe es una actriz y dramaturga australiana que durante un viaje que realizó a Bosnia decidió visitar Visegrado, para conocer el puente sobre el río Drina del que habla en una de sus obras el Premio Nobel Ivo Andric, de quien Zbanic ha tomado una frase para el titulo de su largometraje.

Durante su estancia, se aloja en el hotel Vilina Vlas y pasa una noche de insomnio y angustia sin razón aparente. Cuando regresa a Sidney, descubre por internet que allí ocurrió una de las matanzas llevadas a cabo en esa población, que dejó de tener mayoría musulmana tras la guerra.

Esa vivencia y el hecho de que la guía turística que había utilizado recomendara el alojamiento sin mencionar esos crímenes remueven a Vercoe, que decide regresar a Bosnia y rendir un homenaje íntimo a todas esas mujeres para las que espera que algún día se levante "un memorial permanente", según ha dicho hoy en San Sebastián en una rueda de prensa junto a la directora y el guionista Zoran Solomun.

Los tres firman el guión del filme, basado en una obra de teatro que Vercoe llevó a escena en su país y representó después en Sarajevo, movida por la impresión que le produjo que ese hotel donde durmió sobre "las mismas sábanas" que esas mujeres violadas siguiera existiendo y aconsejándose en una guía de viajes -ya no, en la nueva edición- como si allí no hubiera ocurrido nada.

Tanto ella como Zbanic rechazan los argumentos "ambivalentes" que esgrimen algunas personas para eludir el debate sobre lo que sucedió y supuso la guerra, los de quienes como el autor de la guía -un norteamericano que lleva viviendo 20 años en Bosnia Herzegovina- creen que es mejor para el progreso del país no recordar algunas cosas.

"Es importante que se hable del pasado. No creo que haya futuro sin resolver el pasado", asegura la directora Bosnia, para quien el paso que dio Kym Vercoe al volver a Bosnia en 2011, ya con una visión de los hechos y un objetivo muy distintos, son "un pequeño gesto de esperanza".

Zbanic ha asegurado que "hay algo realmente hermoso en las pequeñas cosas"; cree que tras ellas hay una "pequeña energía" que también contribuye a "cambiar el mundo", a hacer frente a "esa idea de la negación, que es universal".

Ha opinado que en Bosnia ocurre lo mismo que en otros países donde se han dado conflictos bélicos recientes, que el "poder político" de la guerra sigue estando ahí.

"En el sistema educativo, en la política, en el Gobierno están los que formaban parte de la guerra. Se capturó a algunos criminales, pero los menos importantes siguen ahí y nadie quiere juzgarlos. Quieren mantener el poder y por eso para ellos es importante que no salgan este tipo de películas y que la gente no hable", ha subrayado.

Ha añadido que no sólo "la política dominante quiere hacer olvidar", también la Unión Europea está "forzando" a hacerlo, ha recalcado.

Para la cineasta, es "fantástico" que una persona de un lugar tan lejano como Vercoe haya rescatado lo que en su país pocos se atreven a contar, aunque los jóvenes son su "gran esperanza".

Zbanic espera que su historia, la de la turista a la que transformó la realidad y ve ahora el puente sobre el Drina como un símbolo del horror, pueda ser distribuida en Bosnia, que genere un debate y vaya minando ese palpable código de silencio.

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