El almacenamiento de energía cambiará por completo la industria eléctrica

  • La bajada de los precios y los incentivos gubernamentales empiezan a dar sus frutos en un mercado al alza que promete ser disruptivo.
La mejora de todo tipo de baterías nos permite ahorrar energía / Pixabay
La mejora de todo tipo de baterías nos permite ahorrar energía / Pixabay

Hasta hace relativamente poco, la industria eléctrica no tenía respuesta para un problema energético de tal magnitud que aún hoy sigue amenazando el futuro del planeta: el almacenamiento de energía. En cantidades diminutas, las baterías se convirtieron en la segunda mitad de siglo en una herramienta indispensable para el auge de la electrónica portátil, pero nunca hasta el siglo XXI nadie se había planteado seriamente cómo acabar con el derroche que supone un circuito cerrado en el que cada año se pierden incalculables gigavatios de potencia. Sin embargo, el abaratamiento del sistema de almacenamiento, sumado a una serie de políticas que incentivan este tipo de iniciativas es ya una realidad y promete cambiar por completo la industria, tal y como apunta The Conversation en este reportaje.

Y es que, aunque los datos que refiere el medio son exclusivamente del marco legislativo y económico de EEUU, en España también se apuesta con fuerza por el almacenamiento energético y ya es, según los últimos datos del Departamento de Almacenamiento de Energía de EEUU, el cuarto país del mundo con mayor capacidad de almacenaje (8,12 gigavatios), sólo por detrás de China, Japón y EEUU. Además, hay 66 proyectos en marcha en este sentido, lo que nos sitúa a la vanguardia europea.

Una apuesta a largo plazo

En el caso de EEUU, el país que más ha apostado por el almacenamiento energético en los últimos cinco años (con una media de crecimiento del 50% anual), la apuesta es tan clara que en los dos últimos años ha pasado de 21,6 gigavatios a 24,1. Y, aunque en la actualidad la potencia por hora en que se traduce este crecimiento sólo representa el 0,2% de lo que consumen de media los estadounidenses, se espera que el aumento se duplique en 2018 gracias a los 494 proyectos de almacenamiento en marcha, cinco veces más que sus inmediatos competidores, China y Japón.

Precisamente por ello es importante lo que está sucediendo en EEUU: en buena medida, puede marcar el devenir de la industria global. Los sistemas de tendidos eléctricos ramificados sin centros de almacenaje están condenados a la extinción desde el momento en el que Tesla desarrolló su batería doméstica y otras empresas, incluso Ikea, han aceptado en envite y se han sumado a la pugna por desarrollar sistemas de almacenaje económicos para su distribución masificada. Paralelamente, las grandes compañías eléctricas han decidido en los últimos años reemplazar sus obsoletos circuitos -que hasta ahora se modulaban encendiendo y apagando centrales enteras en cuestión de segundos en función de la oferta y la demanda-, invirtiendo en un proyecto a largo plazo que garantice el ahorro de energía.

La energía hidroeléctrica, puntera en almacenaje

Una apuesta a la que se suman todos los sectores energéticos en EEUU, aunque tal vez el que más sea el sector hidroeléctrico. Ya dispone de una una capacidad de almacenamiento de 18,4 gigavatios y es el segundo con mayor número de proyectos, sólo por detrás del electroquímico. Eso sí, en los últimos años las centrales termoeléctricas han sido las que más han crecido en en este sentido, quizás por haberse visto amenazadas en los últimos años por las renovables. En cualquier caso, la energía limpia a día de hoy representa escasamente el 10 % del total de potencia consumida en el país norteamericano, con la eólica en cabeza con un 6%, seguida de la hidroeléctrica (2 %) y la solar (2 %).

A largo plazo, el objetivo último del almacenamiento de energía eléctrica es competir con el gas natural. En la actualidad, los bajos precios de este tipo de energía hace que sea el servicio 'limpio' más consumido en EEUU, llegando a un tercio de la población. Así, los proyectos de almacenaje pretenden transformar el modelo actual, usando menos plantas y utilizando más centros para guardar la energía. Y para ello cuentan con el apoyo gubernamental, que en Estados como California, Nueva Jersey o Hawái disponen de legislaciones y programas de subvenciones específicos para fomentarlos.

Pero, como sucede con el mercado automovilístico, el principal escollo es la inversión inicial. Si en 2017 sólo 200.000 de los 17,2 millones de coches que compraron los estadounidenses fueron eléctricos, es porque ahora mismo resultan demasiado costosos. Eso sí, el mercado parece estar cambiando y, tanto las baterías de litio para sustituir a los motores de combustión como unos grandes centros de almacenaje energético cada vez más baratos, están dibujando un futuro en el que la industria eléctrica podrá gestionar eficientemente la energía sin necesidad de consumir los recursos actuales. Y el planeta lo agradecerá.

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