Esta 'start-up' quiere subir tu cerebro a la nube (pero para ello tiene que matarte)

  • Mediante la vitrificación de la materia gris, Nectome promete realizar una copia digital de la mente, pero el servicio tiene un alto precio.
¿Se puede trasladar tu cerebro a un ordenador? / Pixabay
¿Se puede trasladar tu cerebro a un ordenador? / Pixabay

No, de momento no existe una tecnología capaz de transformar la mente en un ente digital. Ni siquiera podemos afirmar con seguridad que la Inteligencia Artificial haya evolucionado tanto que en este momento los humanos seamos baterías cultivadas en campos mientras nuestros cerebros permanecen en un entorno digital, como sucedía en Matrix. Pero lo cierto es que la transmigración de las almas es un concepto tan antiguo como Pitágoras, su introductor en la Antigua Grecia. Y, en la era moderna, tanto la ciencia como la ficción especulan acerca de transformar sinapsis neuronales en ceros y unos. Quizás por eso, el proyecto iniciado por la start-up estadounidense Nectome para subir cerebros a la nube no se antoje tan disparatado, según se desprende de este artículo de The Guardian.

La única pega es que, como sucedía en la mediocre pero original Transcendence protagonizada por Johnny Depp en 2014, el proceso para generar mentes virtuales es “cien por cien fatal”, en palabras de uno de sus fundadores. La muerte física del cerebro es un requisito indispensable para llevar a cabo la vitrificación, un proceso de conversión de un material en un sólido amorfo similar al vidrio y que hasta ahora sólo ha sido probado con éxito con conejos (http://www.quo.es/ciencia/logran-criogenizar-un-cerebro) y cerdos. Sin embargo, Nectome pretende poder darle un uso comercial a esta técnica en el futuro.

Expertos en IA del MIT, detrás del proyecto

Fundada en 2016 por dos antiguos expertos en Inteligencia Artificial del MIT, Nectome utiliza un novedoso proceso para la preservación de cerebros llamado 'Criopreservación estabilizada con aldehído', gracias al cual la materia gris queda vitrificada. Y que, además, ha resultado todo un éxito en los casos de los conejos y los cerdos, ganando el premio de la Fundación para la Preservación Cerebral en 2016 y 2018, respectivamente.

Lo curioso es que, aunque las predicciones de la propia compañía es que no podrán ofrecer este servicio hasta al menos 2021, ya hay numerosos interesados en contratarlo. En concreto, ya hay una lista de espera de 25 personas que han pagado un depósito de 10.000 dólares cada uno simplemente para que su nombre esté entre los primeros en la lista de espera para subir su cerebro a la nube.

Muerte por vitrificación

Aunque, quizás, haya algo más sorprendente en todo esto: para preservar el cerebro en condiciones para una posterior subida a la red (o una eventual resurrección), es preciso que se vitrifique en el momento de la muerte. O, más concretamente, debe ser la causa de la muerte, ya que quien desee contratar los servicios de Nectome en el futuro deben ser conscientes de que la sangre que recorre su materia gris (aún consciente) sería reemplazada por químicos embalsamadores que preservarían la estructura neuronal.

Este, y no otro, es el principal escollo legal que por el momento frena a Nectome. Actualmente, la empresa cree que existe un marco que ampararía esta técnica en ciertos Estados de EEUU, en ciertos casos, como los enfermos terminales. Sin embargo, aún no han dado el paso y, por el momento, se centran en la vitrificación de cerebros en animales.

Por otro lado, como sucede con la mayoría de las empresas dedicadas a la criopreservación, aún no dispone de ningún mecanismo para resucitar cerebros vitrificados o para subirlos a la nube. En este sentido, sus esperanzas se centran en lograr una simulación en la red de una red neuronal biológica a partir de 2024. En cualquier caso, ni siquiera si se lograse este hito se podría hablar de conciencia virtual, ya que no está claro que pudiera interactuar con otras conciencias fuera de un entorno digital. Lo que tampoco aclara Nectome es qué harían si una mente despierta dentro de 100 años en un ordenador y no desea seguir viviendo. Porque, como decía Borges, “ser inmortal es baladí; menos el hombre, todas las criaturas lo son, pues ignoran la muerte”.

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