La España vaciada

El tatuador de un pueblo de solo 1.000 habitantes que arrasa con su negocio

Pedro Ferrero afirma que ubicar su estudio en una pequeña población tiene sus ventajas como permitirse el lujo de realizar solo dos trabajos al día, gracias a un ritmo de vida más pausado que el de las ciudades. 

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Un tatuador alcanza los 1.500 tatuajes en un pueblo de solo 1.000 habitantes
Estevoaei/ Wikipedia

En un pequeño pueblo de Zamora que cuenta con apenas 1.000 habitantes, hay un negocio de tatuajes y piercings que ha dado la vuelta a la economía del lugar. En la entrada del local, que lleva abierto ya casi 4 años, aparece escrito su nombre, "Rural Tatoo". Dentro nos encontramos con su valiente propietario: Pedro Ferrero, que cansado de trabajar en una guardería en Asturias, decidió mudarse a Santa Cristina de la Polvorosa y dar rienda suelta a su verdadera vocación, la pintura y el dibujo.

Según ha comentado el tatuador en un reportaje de EFE, en estos 4 años ha realizado más de 1.500 tatuajes, con clientes de dentro y fuera del pueblo.  La suya es la tinta en la piel de la España vaciada, el caso de éxito que demuestra que, pese a las dificultades y por especializado que sea, también hay margen para abrir un negocio propio en zonas rurales.

"Abrir un centro de tatuajes en un pueblo de menos de mil habitantes era una locura que no le entraba en la cabeza a nadie más que a mí", ha admitido el emprendedor a EFE. Su trayectoria empresarial comienza tras sufrir un tumor en el cuello que le hizo replantearse las prioridades en su vida.

La tranquilidad del pueblo le permite un trabajo sosegado

Fue entonces, cuando este tatuador con alma rural, que nació y se crio en un pueblo, comenzó a "luchar por un sueño que fuera el mío y no podía ser en otro lugar que no fuera el pueblo". Ubicar su estudio en una pequeña población también tiene sus ventajas, ya que el ritmo es más pausado que en las ciudades y Pedro puede permitirse el lujo de no realizar más de dos trabajos al día, uno por la mañana y otro por la tarde.

Así, puede dedicar más tiempo a cada uno de los tatuajes y garantizar su personalización, puesto que uno de sus compromisos consiste en que los grabados sean únicos, a no ser que se trate de una réplica por motivos sentimentales, como los que se hacen iguales una pareja, hermanos o padres e hijos.

Clientes de todos los rincones y edades

Pedro Ferrero tiene clientes no solo en su pueblo, también en toda la comarca de Benavente y Los Valles, en otros puntos de la provincia de Zamora y en zonas como La Bañeza y Astorga en León, mientras que en vacaciones tatúa a ciudadanos de Madrid, Barcelona o País Vasco. Sus clientes son de todas las edades, como una clienta de 79 años, que vino para hacerse su primera impresión en la piel.

De esta forma, Santa Cristina de la Polvorosa, que se convirtió en la población más pequeña de Castilla y León con un centro de tatuajes, ha mantenido estos cuatro años un negocio fruto de "una locura que pudo salir fatal, pero ha salido muy bien, estoy encantado", ha admitido este tatuador a EFE.

Antes de especializarse en trabajar con la aguja y la máquina de tatuar, Pedro Ferrero había mostrado algunas de sus obras pictóricas en galerías y exposiciones, pero ahora ve que sus trabajos artísticos se convierten en una exposición itinerante que se muestra allá donde van las personas tatuadas.

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