Estrategia de inversión

Cómo empezar a invertir en bolsa y cómo diversificar la cartera para minimizar riesgos

La CNMV afirma que “el riesgo de concentración es la posibilidad de sufrir pérdidas por invertir una proporción demasiado elevada del dinero disponible en un solo activo o tipo de activo”. Por ejemplo, invertir todo el dinero en acciones de una sola empresa o del mismo sector.

La importancia de diversificar la inversión
La importancia de diversificar la inversión
Pixabay

La bolsa es un mercado o punto de encuentro entre vendedores y compradores de acciones y de otros activos financieros. Y está abierto a todo el mundo, incluso para inversores principiantes que pueden recurrir a él para rentabilizar de sus ahorros. Desde BME, operador de la bolsa española, apuntan que "para periodos suficientemente largos, de 10 años en adelante, una cartera diversificada de acciones ofrece rentabilidades superiores a las de cualquier otro activo financiero".

Para quienes tengan interés en empezar a invertir en bolsa, el primer paso es saber plantearse su perfil como inversor. No todo el mundo tiene las mismas características económicas, ni objetivos. En ese sentido, se debe analizar la situación financiera del inversor, los objetivos financieros, el plazo de tiempo para la inversión y el riesgo que se puede asumir. Y afectan, entre otros factores, la edad, la psicología de la persona, el periodo decidido para la inversión y la cantidad de renta disponible para el ahorro.

Una vez claro el perfil, habrá que decidir el tipo de inversión: destino –renta fija, renta variable, derivados...- e importe. Una operación para la que será necesario acudir a un intermediario financiero autorizado, a través del que se tramita en bolsa. La CNMV explica que lo habitual es contratar los servicios de inversión a través de entidades de crédito (banco, caja de ahorros o cooperativa de crédito), pero también se puede operar a través de una “empresa de servicios de inversión” (ESI), entre las que se encuentran las sociedades y agencias de valores.

Repartir la inversión

Y a partir de ahí, cada inversor puede decidir su estrategia. A la hora de invertir, los expertos siempre destacan la importancia de la diversificación. El regulador financiero español afirma que “el riesgo de concentración es la posibilidad de sufrir pérdidas por invertir una proporción demasiado elevada del dinero disponible en un solo activo o tipo de activo”. Por ejemplo, invertir todo el dinero en acciones de una sola empresa o en acciones de varias empresas que pertenecen al mismo sector de actividad.

Este riesgo se debe a la falta de diversificación. Se trata de una estrategia de inversión que se basa en la idea de que es menos arriesgado comprar un poco de muchas cosas, que mucha cantidad de una sola cosa. Es decir, diversificar consiste en repartir el dinero entre varias inversiones distintas. Así, “las posibles pérdidas de unas inversiones podrían compensarse con las ganancias de otras”, destaca la CNMV.

De esta manera, el inversor deberá mantener una cartera con activos con distintos niveles de riesgo y rentabilidad potencial, de distintos sectores de actividad -industria, servicios, alimentación, nuevas tecnologías, banca, energía, construcción...- o de distintas zonas geográficas.

Productos recomendados para diversificar

A la hora de diversificar, los ETF destacan. Se trata de fondos cotizados -conocidos como ETF por sus siglas en inglés (Exchanged Traded Funds)- que funcionan en parte como fondos de inversión y en parte como acciones cotizadas. La CNMV afirma que ofrecen la posibilidad de participar en la evolución de los principales mercados, sin necesidad de invertir en todos y cada uno de los valores que integran los índices de referencia.

Además de la diversificación que permiten, los ETF destacan por ofrecer una operativa a un bajo coste. Los gastos son, en general, más reducidos que los de los fondos de inversión tradicionales. Al igual que con otros productos, para invertir en un ETF, en primer lugar, es necesario recurrir a un intermediario financiero autorizado por la CNMV. Esto se puede comprobar en los Registros Oficiales del regulador financiero. Y una vez elegido un intermediario se deberá abrir una cuenta de valores para operar. A partir de ahí, el inversor podrá comprar o vender participaciones a través de órdenes.

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