Por los tipos altos

El mercado de compras apalancadas se enfrenta a su mayor desafío en décadas

La inversión a crédito y la compra de empresas con préstamos directos de inversores y fondos de deuda cae a gran velocidad debido al entorno de tipos de interés más alto en quince años que dificulta su viabilidad.

Cartel empañado de la sede del BCE.
Cartel empañado de la sede del BCE.
DPA vía Europa Press

La tendencia de las operaciones de compras apalancadas (a crédito) en Europa estaba al rojo vivo en los últimos años, pero a partir del 2023 en adelante pueden tener ciertas dificultades. Esta nueva fase promete traer un mercado más maduro, más complejo y potencialmente más agitado por el entorno de tipos más altos y restrictivos que desincentivan la inversión con dinero ajeno por la dificultad para rentabilizar este tipo de operaciones.

Los LBO (Leveraged Buyout) son un tipo de 'direct lending' utilizado en el entorno empresarial y cuya actividad ha crecido de las menos de 100 transacciones en 2013 a las más de 300 del 2021. En esencia, este tipo de operación es una adquisición apalancada, es decir, una transacción en la que una empresa o grupo de inversores adquiere otra empresa utilizando una combinación de capital propio y deuda.

El objetivo principal de un LBO es utilizar la deuda para financiar una gran parte de una compra, con la expectativa de que la empresa adquirida genere suficiente flujo de caja para pagar los intereses y el principal de la deuda. Este tipo de operaciones suelen realizarse con la intención de mejorar la rentabilidad financiera de la empresa adquirida y, en última instancia, aumentar su valor.

Cuando se habla de "LBO direct lending", se hace referencia a la parte de la financiación de un LBO que proviene de prestamistas directos o inversores que proporcionan fondos directamente a los compradores para llevar a cabo la compra apalancada. Estos prestamistas directos pueden ser instituciones financieras, firmas de 'private equity', fondos de inversión, o incluso individuos que están dispuestos a proporcionar capital a los compradores.

Ahora, tras años de crecimiento exuberante, este tipo de operaciones está evolucionando hacia un esquema mucho más difícil, como consecuencia del aumento inminente de las tasas de impago, y con la consolidación en todo el sector. Este cambio marca lo que se puede considerar como la tercera era del mercado de las operaciones financiadas fuera del circuito bancario y los mercados organizados.

La primera generación se produjo tras el estallido de la burbuja de las puntocom en 2001-2002, cuando surgió la primera oleada de fondos privados para competir con los bancos que tradicionalmente habían dominado este espacio. Esto lanzó una expansión masiva en todo el mercado hasta la crisis financiera mundial del 2008, aunque centrada principalmente en Estados Unidos.

La segunda etapa se produjo a raíz de la crisis del 2008, cuando el entorno general de aversión al riesgo y el aumento de la carga regulatoria sobre los bancos les apartó de los préstamos a empresas. Esto ocasionó un largo período de crecimiento, especialmente en Europa, después de que los fondos empezaran a captar capital en 2009-2010. Fue entonces cuando el mercado de préstamos directos para fondos cerrados despegó realmente.

En un periodo similar, el número de operaciones de este tipo completadas también se disparó. Aunque emocionante, dicha segunda expansión no ha estado exenta de dificultades. “El volumen de capital que inundó el mercado supuso un aumento de la competencia y, a medida que nos acercamos al final de este ciclo, el tamaño medio de las operaciones ha crecido. Aunque en general los rendimientos se han mantenido sólidos, algunas condiciones a disposición de los inversores, como las cláusulas deuda/EBITDA que se ofrecen en la mayoría de los acuerdos de compras apalancadas, se han debilitado”, comentan los expertos de Fidelity en un informe.

Entonces, ¿por qué puede ser más compleja e interesante esta próxima fase de desarrollo del mercado de operaciones de compras apalancadas? Según la gestora estadounidense, en parte porque es probable que se observe un aumento en el número de prestatarios que se enfrentan a presiones en los costes y en la dificultad para obtener rentabilidades con los intereses más altos en quince años.

En los últimos años, las tasas de morosidad se han mantenido bajas y las refinanciaciones han sido sólidas. Pero ahora la subida de los tipos y el debilitamiento de la coyuntura económica están dando la vuelta a la tortilla para algunos prestatarios. “Dado que se están borrando muchas de las facilidades de financiación que existían, obligando a los prestatarios a elevados niveles de apalancamiento y una deuda menos asequible, ahora se enfrentan a unos costes de interés drásticamente más altos que podrían llevar al borde del abismo a las empresas que no disponen de flujos de caja sólidos o que han asumido un apalancamiento excesivo”, comentan estos expertos.

Esto llevaría a un potencial segundo gran cambio: a medida que aumenten los impagos, aumentarán las pérdidas de algunas carteras y algunos gestores empezarán a tener dificultades. Durante los días más exuberantes del auge que dio continuidad a la crisis del 2008, algunos gestores pudieron arreglárselas –o incluso prosperar– sin adoptar una visión especialmente estricta de los propios créditos.

De hecho, ya se observa en Europa como el número de transacciones de direct lending en el segundo trimestre del 2023 descendieron desde el pico de 230 del tercer trimestre del 2021 a las poco más de 100. Una tendencia que podría avivarse durante los próximos trimestres por el tensionamiento de las condiciones de financiación que se está produciendo. “La actividad en este espacio va a seguir cayendo, porque la subida de tipos de interés presiona mucho el apetito en las compras apalancadas (…) Muchos actores van a preferir mantenerse a la espera, por lo que se prevé un 2024 más complejo”, concluye la gestora norteamericana.

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