Perspectivas de bolsa

La mirada prometedora de los beneficios empresariales en Wall Street para 2023

La recién iniciada temporada de resultados del segundo trimestre tiene como focos de atención la evolución de los márgenes empresariales pero la visión optimista de las compañías para lo que queda de ejercicio no abunda.

Fachada de la Bolsa de Nueva York en Wall Street.
Fachada de la Bolsa de Nueva York en Wall Street.
EUROPA PRESS

La temporada de resultados empresariales para las compañías cotizadas ha arrancado ya en Wall Street. Las empresas acuden a su cita con los inversores para rendir cuentas del segundo trimestre de año, con unas perspectivas de que se produzca un descenso en los beneficios por acción para las firmas enmarcadas dentro del S&P 500 del entorno del 5%.

Los bancos de inversión, lejos de centrarse en el horizonte más inmediato, ya están pronosticando lo que puede darse, o al menos tener más probabilidades, de cara al final de este año y también para el 2024. En este sentido, un último informe de Bank of America detalla que la reciente fortaleza de los datos macroeconómicos y la estacionalidad favorable sugieren un “riesgo limitado de caída” del beneficio por acción del consenso para 2023.

“Históricamente, desde 2001, el beneficio por acción del primer año fiscal se situó un 1% por debajo de las estimaciones de consenso en julio, lo que supone unos 216 dólares según el consenso actual (frente a nuestra estimación de 218 dólares) (…) Excluyendo los años de recesión, el beneficio por acción se ajustó al consenso en julio”, dice la entidad bancaria norteamericana sobre el momento actual.

Los expertos señalan que la historia sugiere que los beneficios suelen recuperarse más de lo que caen, ya que las recesiones –que algunos prevén que puede llegar a finales de este año o principios del ejercicio próximo– suelen eliminar el exceso de capacidad, lo que se traduce en una estructura de costes más ajustada y mejores perfiles de márgenes.

“Aunque los beneficios siguen siendo cíclicamente elevados en comparación con nuestro BPA normalizado, un ciclo de beneficios impulsado por las ganancias de productividad y eficiencia (en lugar de la ingeniería financiera de la última década) podría dar lugar a un ciclo de beneficios más fuerte, en nuestra opinión”, anticipan los analistas del banco norteamericano.

Sin embargo, matizan que es posible que el beneficio por acción para el S&P 500 del consenso para 2024 siga sufriendo “presiones a la baja”, como suele ocurrir con las estimaciones para el segundo año fiscal a estas alturas del año. “Históricamente, las estimaciones para el siguiente año se recortaron un 8% más a partir de julio, y un 1% menos excluyendo los años de recesión”, comentan desde el banco.

Los bajistas esperan un empeoramiento de los márgenes en medio de la desinflación actual, pero no es nada nuevo en comparación con lo que la mayoría de las empresas sufrieron el año pasado. Los bienes representan el 50% de los beneficios del S&P 500 y la inflación de los bienes ha caído bruscamente desde el primer trimestre del año pasado, mientras que la inflación de los servicios se ha mantenido más estable.

Además, la inflación subyacente de los bienes se ha acelerado en el segundo trimestre, lo que sugiere que la debilitada presión sobre los precios puede estar remitiendo para muchas empresas, en las que los márgenes han estado más correlacionados con el IPC subyacente de los bienes que con el IPC general. “El ritmo de deterioro de los márgenes también se desaceleró en el primer trimestre y disminuyeron las menciones a la debilidad de la demanda, mostrando signos de estabilización”, asegura Bank of America.

Condiciones crediticias ajustadas

Por otra parte, las condiciones crediticias se están endureciendo, pero esta vez el impacto es diferente, según los analistas del banco. La correlación entre SLOOS (medidos del impulso crediticio) y los beneficios por acción del S&P 500 ha caído: un 41% desde la previa de la crisis del 2008 y un 14% después de la depresión financiera.

Del mismo modo, la correlación entre el impulso crediticio y beneficio por acción de las cotizadas dentro del selectivo de referencia del mercado norteamericano también cayó del 30% al 0%, y la mayoría de los sectores se volvieron menos sensibles al ciclo crediticio tras la gran crisis financiera.

“Creemos que el debilitamiento de la correlación entre los beneficios y el ciclo crediticio se debe, al menos en parte, a los más de 10 años de inversión insuficiente en capex”, argumentan los expertos de Bank of America. A pesar del entorno crediticio más favorable de la historia, las empresas no gastaron mucho en capital, sino más bien en recompras: desde la crisis del 2008, por cada dólar generado mediante operaciones o préstamos, sólo 38 centavos se gastaron en esta partida, mientras que 24 centavos se emplearon en recompras de acciones.

Pero estos analistas ven varias fuerzas seculares para un fuerte ciclo de capex, es decir, el gasto de capital en el propio negocio: "La infrainversión dio lugar a un crecimiento nulo de la capacidad manufacturera de Estados Unidos tras la crisis del 2008 y los activos se quedan obsoletos; además un mercado laboral tenso incentiva a las empresas a automatizarse, y las compañías se centran en la reubicación de la cadena de suministro en medio de la desglobalización”, terminan.

Mostrar comentarios