Debilidad económica

El rompecabezas económico de China que duda entre la recuperación y la deflación

La economía no termina de arrancar en 2023 hasta el punto de que una de las fuentes de desinflación de las potencias occidentales vuelve a ser China después de la crisis de suministros en los últimos años.

Danza del león en un acto festivo de la comunidad china en España.
Danza del león en un acto festivo de la comunidad china en España.
Europa Press

El estancamiento de la recuperación pospandémica de China ha avivado los temores de deflación. Mientras los responsables políticos redoblan sus esfuerzos por impulsar el crecimiento, los datos siguen mostrando cierta prudencia en el medio plazo. De ahí el dilema entre los analistas de si la recuperación será la que gane terreno o puede aparecer una crisis deflacionaria, es decir, con caída generalizada en los precios de los activos y consumo que acabe ahuyentando a los inversores.

Por lo pronto, el superávit comercial de China se redujo a 80.600 millones de dólares en julio de 2023 desde los 102.700 millones de dólares del mismo periodo del año anterior, inferiores a las previsiones del mercado de 70.600 millones de dólares, ya que las exportaciones cayeron más que las importaciones en medio de la persistente debilidad de la demanda nacional e internacional. Las exportaciones descendieron un 14,5% interanual, el tercer mes consecutivo de descenso y la caída más pronunciada desde febrero de 2020, peor lo de esperado por los analistas.

En este sentido, la encuesta mensual a los analistas de Fidelity indica que las empresas no esperan ayuda de “las altas instancias, sino que se preparan para un año de recortes de gastos”. En apenas seis meses, la preocupación de los mercados por una China en reapertura que avivara la inflación mundial se ha convertido en temor a que la segunda mayor economía del mundo entre en deflación. Los precios de producción en China están cayendo a su ritmo más rápido desde 2015, mientras que el crecimiento de los precios al consumo se acerca a niveles bajo cero.

Las previsiones de costes no laborales llevan tres meses consecutivos a la baja. Ambos conjuntos de expectativas se sitúan ahora por debajo de los niveles de 2020, lo que refleja la magnitud del reto al que se enfrenta China para restablecer la confianza de las empresas y los consumidores. “También convierte a China en un caso atípico en la economía mundial… A escala mundial, se prevé que los costes laborales aumenten ligeramente, mientras que los costes no laborales se mantendrán estables, aunque las expectativas se han moderado en los últimos meses”, comentan los analistas de Fidelity.

Las costuras del inmobiliario

En el centro de esta discrepancia se encuentra el mercado inmobiliario chino. Hasta finales del año pasado, China llevaba algún tiempo tratando de contener el creciente endeudamiento del sector, lo que provocó ondas expansivas en toda la cadena de valor inmobiliaria. Alex Dong, analista especializado en empresas constructoras en Shangai Power Managment Consulting, informó de “recortes salariales significativos y despidos sustanciales” a medida que se estancaba la construcción de viviendas.

Al sector servicios le va mejor. Pero con tanta riqueza familiar ligada a la vivienda, los consumidores se muestran cautos a la hora de gastar el polvo seco acumulado durante la pandemia. El analista asociado de la misma firma Eric Zhu, que cubre las compañías de consumo discrecional, afirmó que “los directivos están intentando que su personal sea más eficiente, pero con salarios similares”.

El sector financiero también está sufriendo las consecuencias. “Los resultados poco alentadores del mercado bursátil están afectando a la negociación y al flujo de operaciones”, afirma Qijing Tan, analista de crédito asociado que cubre el sector financiero no bancario de Fidelity.

“El deterioro de la calidad de los activos debido a la ralentización de la economía también ejercerá presión sobre las empresas de arrendamiento financiero”, añade Tan. Además, los reguladores están reduciendo las comisiones de gestión de activos. Aunque este último punto tiene más que ver con la reforma estructural del sector, los tres son vientos en contra que conducen a recortes de personal, primas y, en algunos casos, incluso salarios base.

Lo que ocurre en China no se queda en China. “China, el mayor exportador del mundo, está exportando desinflación”, dice Peiqian Liu, economista para Asia de la gestora estadounidense. “Gran parte de esta desinflación se produce en el sector de los bienes, como los costes de las materias primas y los bienes intermedios, muchos de los cuales China vende al resto del mundo”, asegura. Las materias primas podrían ser uno de los canales de ese trasvase. “China influye en la fijación del precio de una serie de materias primas, como comprador y como exportador”, afirma en la misma línea JP Morgan en un reciente informe.

No todo es pesimismo. Los políticos, que las últimas semanas mostraron señales de moderación en sus prioridades políticas, aún tienen tiempo de dar la vuelta a la situación, con nuevas medidas de apoyo para estabilizar el mercado inmobiliario. E incluso si continúa la deflación de costes, es probable que ciertas industrias de China se beneficien al volverse más competitivas. Entre ellos, los fabricantes de maquinaria. “Puede que incluso veamos a las empresas chinas ganar más cuota de mercado a sus homólogas mundiales”, concluye Dong. Todo está por ver.

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