El primer paso para cambiar a un terrorista es conseguir que humanice a las víctimas

  • Los radicalizados deben comprender que su conducta está mal y que han sido manipulados para ver el asesinato como un deber que convertiría la sociedad en un lugar mejor.

    Es importante que cuando vuelva, su comunidad le acepte, ya que si se ve rechazado por el grupo, aislado, el radical reincidirá.

El primer paso para cambiar a un terrorista es conseguir que humanicen a las víctimas
El primer paso para cambiar a un terrorista es conseguir que humanicen a las víctimas

Ante la creciente amenaza yihadista que sufre Occidente además de incrementar los esfuerzos en detectar y detener a los terroristas, los Estados se han visto ante la tesitura de responder a dos preguntas: cómo se convierte una persona en un islamista radical y, más importante, cómo se puede rehabilitar.

Numerosos expertos y psicólogos han tratado de responder a estas cuestiones. Así, el psicólogo Daniel Tejedor, en su página Psicología y Mente, explica las fases por las que un joven aparentemente normal puede acabar cayendo en las garras de la yihad.

El primer paso es separar a la potencial víctima de su entorno familiar y social. Se trata en definitiva de convencer a la persona de que vive en un mundo donde sociedad miente y engaña acerca de todo.

"Estas mentiras suelen ser una combinación de hechos sociales reales y mentiras no contrastables, es decir, difícilmente se podrá demostrar su falsedad. El final de esta etapa suele caracterizarse en el sujeto por el comienzo de la ruptura con el resto de personas. Deja de salir con los amigos y de relacionarse con sus familiares por considerarlos “ciegos” y presos del sistema. También empieza a faltar a la escuela, por ejemplo, por ver a los profesores como aquellos que convierten a las personas en entes dóciles", explica Tejedor.

Una vez establecida esa actitud de duda, el objetivo que los reclutadores es la destrucción del individuo haciéndole creer que puede luchar contra todo ese mundo pervertido y lleno de falsedades.

Poco a poco, consiguen que el jóven se aleje de sus emociones y recuerdos, que se sustituyen por eslóganes. "Al final de esta etapa, el joven ya no piensa por sí mismo, sino que es el grupo quien piensa por él. Además, como se ha podido comprobar, cuando intentamos razonar con alguien que está en este punto, solo responderá con palabras del Profeta sacadas de contexto y que repetirá en bucle", continúa este psicólogo.

La tercera fase se define como la adhesión a la ideología radical. En este sentido, se comienzan a establecer relaciones con otros miembros e se van adquiriendo los nuevos valores e ideas que el grupo terrorista establece. "Tendrá gran importancia la idea de que, es este grupo, el que posee la verdad y como consecuencia, todos los que están fuera del grupo no ven las cosas como son, o si las ven, mienten", señala Tejedor.

En consecuencia, las relaciones con los demás se reducen al mínimo y los eslóganes generalistas usados para captar adeptos se sustituyen por otros que responden a las aspiraciones concretas de cada individuo.

Por último, llega la deshumanización completa del individuo, que pretende "conseguir que el sujeto adoctrinado incorpore la idea de que el sacrificio de otros seres humanos es legítimo e incluso necesario, dado que tiene como fin una causa mayor".

Es decir, que las personas que no siguen las doctrinas radicales, no son humanas, sino otros seres que dificultan el cambio de un mundo a mejor, por lo que existe un deber real de acabar con ellas.¿Cómo desradicalizar a un individuo?

Conociendo todo esto, la cuestión más importante sería: ¿es posible revertir este proceso?

Para este psicólogo sí es posible y, más todavía, se deberá realizar trabajando con las emociones del individuo porque si se intenta lograr a través de vías únicamente racionales "los sujetos en estas circunstancias combatirán siempre los razonamientos de otros con sus creencias, como si se tratase de propaganda emitida por un altavoz".

De esta manera, la primera fase es la reactivación emocional. "Esta etapa sirve como base y se centra en reconstruir los vínculos afectivos entre la víctima (quien se había hecho partidario del grupo terrorista) y su familia. La clave reside en reactivar los recuerdos y lazos emocionales. La dificultad estriba en que estos recuerdos han sido sepultados", comenta el psicólogo.

Para ello, la acción de la familia es fundamental, a través de su apoyo en persona o de cartas, si el individuo está en prisión. Poco a poco, el radicalizado va conectando con su 'yo' más humano, lo que le permitirá comprender que sus potenciales víctimas también eran seres humanos.

El segundo paso es la confrontación con la realidad. "Esta segunda fase se sirve de las terapias de apoyo para mejorar la situación de la víctima. Los componentes de ellas serán otros exreclutas de la yihad que ya se han rehabilitado. Ellos deben exponer por qué salieron de ese oscuro mundo; transmitiendo las contradicciones que encontraron en él y las mentiras que les habían contado ya que nada fue como les habían prometido", afirma este experto.

Para ello, es clave que se ahonde en las etapas por las que pasaron para ser adoctrinados y de hacerle ver que nunca encontrará lo que necesita siendo uno de ellos. Se trata, en definitiva, de comprender que su conducta está mal y que ha sido manipulado para pensar lo contrario.

Por último, llega la incertidumbre salvadora, esto es, que sepan gestionar las dudas que se les presentan para que no vuelvan a recaer.

Esta fase se complementa con programas de formación y sociales en los que es esencial:

1- Cubrir las necesidades básicas: Cuando un individuo se une a un grupo radical, a lo largo del tiempo comienza a obtener sus necesidades básicas de este grupo, por lo que cortar los lazos es cada vez más difícil. Se deben, por tanto, suplir las necesidades básicas tanto físicas como psicológicas, así como empujar al radical a establecer relaciones con personas de su entorno que no tengan ideales extremos.

2- Darles sensación de relevancia: En países como Irak, Arabia Saudí o Singapur, los procesos de desradicalización siguen por darles una sensación de relevancia, de importancia y de un sentido a sus vidas a los radicales, encontrándoles empleo y, en algunos casos, esposas.

Es importante, explica un estudio de Rand, una ONG que asesora en temas de seguridad nacional, que encuentre una motivación en la vida, por lo que ofrecerles trabajo para que puedan sostener a sus familias y darles sensación de independencia es un factor importante en su reinserción.

3- Tratar su entorno social: La radicalización de sujetos que acaban siendo yihadistas tiene lugar, normalmente, en un entorno extremista, anclado en determinadas creencias familiares, del círculo de amigos, o siguiendo las directivas de otras personas con carisma.

La desradicalización no pueden tener lugar por lo tanto en un 'vacío social', por lo que hacer frente al entorno en el que vive un radical es clave a la hora de devolverle a la 'vida normal'. En algunos casos de reinserción, otros estudios apuntan a la necesidad de que se les inserte en un entorno social diferente del que provenían, para evitar la reincidencia.

Para convencer a las familias y que se desradicalizen, las agencias pueden hacerlo a través del apoyo emocional o financiero. Arabia Saudí, por ejemplo, ofrece ayudas monetarias a la familia y la tribu de un extremista que se busca reinsertar, aunque esta ayuda desaparece si este reincide.

Dentro de este entorno social, es importante que cuando vuelva, su comunidad le acepte, le ayude a integrarse en el grupo social, ya que si se ve rechazado por el grupo, aislado, el radical reincidiría.

Mostrar comentarios