Egipto no sabe qué hacer para recuperar a sus turistas

  • Tras la revolución que vivió el país, el número de turistas ha descendido en gran medida. Aunque el Gobierno insiste en que el país es tan seguro como antes, algo ha cambiado en Egipto.
Tras la revolución que vivió Egipto el número de turistas ha descendido en gran medida.
Tras la revolución que vivió Egipto el número de turistas ha descendido en gran medida.
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Jon Jensen, El Cairo (Egipto) | GlobalPost

En la noche del 28 de enero, mientras las fuerzas policiales de El Cairo se enfrentaban a las oleadas de manifestantes que avanzaban hacia la Plaza Tahrir entre espesas nubes de gas lacrimógeno, justo a una manzana unos ladrones entraban en el mundialmente famoso, y hasta entonces extremadamente seguro, Museo Egipcio.

Sin ninguna medida de seguridad a la vista, los saqueadores utilizaron cuerdas para entrar en el edificio, aprovechando la luz natural. Se llevaron joyas de oro de una tienda de regalos y destrozaron varias vitrinas del museo en busca de metales preciosos. En total, se llevaron 31 objetos, incluyendo parte de una estatua de la relevante colección de sudarios de oro descubiertos en la tumba del rey Tut.

Ahora, más de cuatro meses después de la caída del ex presidente Hosni Mubarak, la policía vuelve a estar vigilando el museo, y el arqueólogo de más prestigio de Egipto, Zahi Hawass, cree que la institución ya está lista para volver a abrir sus puertas.

"Estamos asegurando y protegiendo todo. Volvemos a la normalidad", asegura Hawass, el famoso ministro de Antigüedades del país, en una entrevista concedida al periódico Star Tribune tras una conferencia en Minnesota. Hawass ha realizado una gira de 10 días por EEUU con el objetivo de explicar a los turistas que su país vuelve a ser un destino seguro.

"Si el Museo del Cairo es seguro, entonces Egipto es seguro", dijo al periódico.

El ministro espera que su campaña por EEUU sirva para superar la dañada imagen de Egipto en el extranjero. Pero no es tarea fácil.

En las semanas de la revolución, el Museo Egipcio fue escenario de violentas batallas callejeras, en las que se vieron agentes policiales atacando con brutalidad, partidarios del régimen a lomos de camellos y asaltos sexuales.

Aunque esos días de caos ya forman parte del pasado, dichas imágenes se siguen reproduciendo en las mentes de los viajeros. Y con el descenso de la presencia policial en las calles de El Cairo, los pocos que visitan la capital aseguran haberse sentido intranquilos.

"Cuando la muchedumbre comenzó a golpear los laterales de nuestro coche, pensé que nos iban a secuestrar", dice Rebecca, una turista británica de 36 años que acaba de viajar a Egipto con su marido. Sin darse cuenta, se vieron en medio de una manifestación laboral en el Delta del Norte.

"Nos acordamos de las noticias que se veían en televisión de [la Plaza] Tahrir, y dije 'esto es por lo que no deberíamos de haber venido a Egipto'. Pasamos mucho miedo", recuerda.

Antes de que tuviese lugar la revolución, la bulliciosa capital de Egipto, con casi 20 millones de habitantes, era considerada una de las ciudades más seguras del mundo. La mayoría de los viajeros caminaban sin problema por las calles a cualquier hora de la noche, impresionados porque en El Cairo se sentían más seguros que en lugares como Nueva York o Londres.

El Departamento de Estado de EEUU, para alivio del Gobierno provisional egipcio, levantó a finales de abril su recomendación de no viajar a Egipto. Y algunas multinacionales con presencia en el país están comenzando a levantar también sus restricciones, permitiendo a los empleados extranjeros volver a pasear de nuevo por la Plaza Tahrir.

El Gobierno de Egipto levantó la semana pasada el toque de queda nocturno que seguía en efecto desde la noche en que fue saqueado el Museo Egipcio.

Pero muchos extranjeros y egipcios aseguran que aunque los enfrentamientos violentos y las retransmisiones de televisión a todo el mundo han terminado y la seguridad ha mejorado, las cosas no son lo que eran.

Con la policía todavía a medio gas, la posibilidad de disturbios esporádicos se ha convertido en un riesgo frecuente, tanto para los residentes de la ciudad como para los visitantes.

A principios de mes, cientos de manifestantes enfadados incendiaron un vehículo de seguridad y lanzaron piedras a una comisaría después de que unos vecinos acusaran a un policía de torturar a un conductor de autobús.

"En la ciudad hay ahora cierta irritabilidad. El Cairo no es lo mismo", asegura Denis Sullivan, que lleva viviendo largas temporadas en la capital desde 1984.

Sullivan, director de estudios de Oriente Medio en la Northeastern University, lleva 18 años organizando viajes de estudiantes de EEUU a Egipto. Este año, sin embargo, ha decidido enviar a sus alumnos a Jordania y Turquía.

"Fue una decepción enorme, pero tuve que tomar la decisión", explica. "No quería traer aquí a 32 estudiantes de EEUU con la actual falta de seguridad, sobre todo por la noche. Nunca antes me había tenido que preocupar por los estudiantes aquí, pero ahora sí".

Incluso el jefe de personal de Hawass, Ramadan al-Badry, un experimentado gerente al frente de 35.000 funcionarios, se toma una larga pausa cuando se le pregunta si Egipto es suficientemente seguro ahora para los turistas.

"Mi duda no es porque crea que Egipto no es seguro. Todo lo contrario, creo que es bastante seguro para los extranjeros", asegura, aunque admite que su propia familia todavía está refugiada en EEUU, a donde se trasladó por seguridad durante las revueltas.

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