Italia detiene a los inmigrantes en alta mar gracias a una nueva normativa

  • El país transalpino impide la llega de los inmigrantes en aguas internacionales. No pueden solicitar asilo político, circunstancia que ha creado tensión entre los partidos antes de las elecciones europeas
Dos inmigrantes detenidos por la Policía en el momento de su llegada a Siracusa, en Sicilia | Reuters
Dos inmigrantes detenidos por la Policía en el momento de su llegada a Siracusa, en Sicilia | Reuters
Christine Spolar | GlobalPost para lainformacion.com
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ROMA - La elite política italiana vuelve a ser objeto de polémica tras la aprobación de una normativa que obliga a interceptar en alta mar a los inmigrantes ilegales africanos que aspiran a llegar a las costas del país.

Ante el aumento de los inmigrantes, el Gobierno del primer ministro Silvio Berlusconi decidió un giro drástico a su política de inmigración que, según sus detractores, infringe las normas internacionales de protección de los refugiados.

Las embarcaciones repletas de inmigrantes que esperan llegar a suelo europeo son ahora detenidas en aguas internacionales y obligadas a regresar o, de ser necesario, desviadas a los centros de internamiento en las islas de Lampedusa o Sicilia.

Los funcionarios italianos esperan que en algún momento se pueda realizar todo el procedimiento en alta mar. Italia también ha ofrecido tres barcos y formación a las fuerzas de seguridad libias para que patrullen las aguas cercanas a los puertos africanos.

Quejas de el Vaticano

Tras varios días de quejas de grupos de derechos humanos e incluso del Vaticano, el ministro italiano de Asuntos Exteriores, Franco Frattini, solicitó una cumbre a la Unión Europea para encontrar una mejor solución.

Este verano, en particular, la llegada de africanos es objeto de un acalorado debate sobre la inmigración ilegal. La cercanía de las elecciones europeas ha calentado la escena, que ha adquirido mayor tensión con la decisión de Berlusconi.

El primer grupo de inmigrantes -227 personas que salieron desde Trípoli- fue interceptado el 6 de mayo y, en cuestión de horas, obligado a regresar mientras su embarcación era escoltada por barcos italianos. El ministro del Interior, Roberto Maroni, calificó la operación de "un modelo que los países europeos deberían adoptar con países ribereños".

Hace dos semanas Berlusconi trató de promover la normativa e hizo una sorprendente observación durante una rueda de prensa con el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso.

Campo de concentración

El primer ministro indicó que era mejor para los inmigrantes impedirles la llegada [a Europa] que hacerlos esperar en los recintos de internamiento del gobierno. El mayor de estos centros italianos, famoso por estar siempre saturado, es "muy similar a un campo de concentración", declaró Berlusconi.

De hecho, el principal centro de Lampedusa, el puerto con mayor actividad de inmigración ilegal, recientemente fue rebautizado como centro de expulsión. Berlusconi dice que planea duplicar de 10 a 20 el número de este tipo de instalaciones.

Los grupos de derechos humanos e incluso el Vaticano han calificado de error la política propuesta por Italia. Los refugiados tienen derecho a solicitar asilo político según las normas internacionales. Los críticos indican que las intervenciones en alta mar vulneran ese derecho.

Estas críticas llevaron al ministro italiano de Defensa, Ignazio La Russa, a arremeter contra el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), la agencia humanitaria que se dedica principalmente a los recién llegados.

La Russa declaró que la agencia de refugiados de la ONU "no valía nada" y atacó personalmente a su portavoz Laura Boldrini, eterna defensora del derecho al asilo, a la que calificó de "criminal" e "inhumana". La Russa, miembro del partido derechista Alianza Nacional, le lanzó también una invectiva al calificarla de "comunista".

Negación de derecho

En una entrevista, Boldrini prefirió no responder a La Russa y se limitó a destacar un tema: Italia y Europa aún no han resuelto la cuestión histórica sobre sus fronteras. Según ACNUR, el año pasado llegaron 36.000 personas a Lampedusa o Sicilia, un aumento del 79 por ciento comparado con 2007. Un 75 por ciento de los que llegaron por mar solicitaron asilo político, afirma Boldrini. Y la mitad de ellos cumplía con los requisitos para hacerlo, añade.

La variación en las tendencias migratorias también se ha traducido en cambios sociales de importancia. Lampedusa, con 6.000 habitantes, se ha visto transformada por el fenómeno: ha caído el turismo y los policías y militares ya suman más de 1.000 personas. Y no hay indicios de que la vida vaya a volver a la normalidad en el corto plazo.

En los primeros cuatro meses de 2009, la cifra de inmigrantes que llegó a Italia por mar creció casi un 25 por ciento comparado con el mismo período del año anterior, según los cálculos de ACNUR.

Los comentaristas políticos destacan el tono cada vez más alarmante –algunos lo llaman racista- que ha tomado el debate sobre la inmigración. Berlusconi hace unos días desestimó esa apreciación y afirmó que sus aliados de la derecha, a diferencia de la oposición, no se imaginan una Italia multiétnica.

Boldrini indica que los políticos juegan con el miedo de los italianos ahora que se complica la situación económica. "Me da mucha pena que la inmigración y el asilo sean usados como arma política. No está bien porque crea mucha tensión social y un sentimiento xenófobo", afirma.

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