Kirguistán, ¿y ahora qué?

  • Kirguistán vive su primera semana tras los violentos enfrentamientos que la semana pasada llevaron a la expulsión de su presidente del Gobierno y acabaron con la vida de más de 80 personas, según los últimos datos. Ahora el Gobierno provisional liderado por la ex ministra de exteriores del país intenta afianzarse en el poder. Para Estados Unidos está en juego su base militar en el país, punto de salida importante para sus misiones -por ende las de la OTAN- en Afganistán y donde ya han anulado provisionalmente nuevas misiones a ese país.
David L. Stern | GlobalPost

(Bishkek, Kirguistán). La capital kirguís aún muestra profundas heridas tras la violenta expulsión del presidente Kurmanbek Bakiyev, que finalmente acabó con la vida de al menos 81 personas y más de mil heridos. Eso sí: el número de merodeadores armados que saquearon las tiendas y convirtieron el centro de Bishkek una zona a la que no ir, se han reducido ya enormemente.

Ahora, el Gobierno provisional liderado por la ex ministra de Exteriores, Roza Otunbayeva, está tratando de consolidarse para mantenerse en el poder. El país está en calma, pero no completamente estable.

Éstas son las cinco áreas que en las próximas semanas determinarán el curso de esta antigua república soviética, montañosa y volátil:

1. ¿Qué hacer con Bakiyev?

El presidente depuesto Kurmanbek Bakiyev se niega a ser apartado del poder, y hasta que no lo haga el gobierno provisional no es totalmente legítimo. Su presencia en su región natal al sur del país podría suponer tan sólo una espina clavada en un costado de los nuevos líderes o el desencadenante de un nueva confrontación sangrienta, o bien en forma de un intento para capturarle o porque decida organizar su propio levantamiento armado.

Ayer, en un gesto de desafío, Bakiyev congregó a sus simpatizantes para demostrar que le queda pulso político. Pero la verdad es que no tiene ningún sitio a donde ir. Además, Estados Unidos ha subrayado aún más su aislamiento al emitir un comunicado diciendo que Washington no tiene planeado organizar su evacuación del país.

Mientras tanto, Almazbek Atambayev, el vice primer ministro del Gobierno interino, ha dicho que se está preparando una operación especial para arrestar a Bakiyev. El depuesto presidente advirtió por su parte que cualquier intento de capturarle resultaría en un "derramamiento de sangre".

2. ¿Qué pasará con la base aérea de Estados Unidos en Kirguistán?

El Gobierno provisional probablemente no tomará una decisión esta semana sobre la base aérea de EE UU, un punto clave para el tránsito de tropas y suministros hacia Afganistán, pero a medida que van pasando los días se clarifican las posiciones de los ministros.

Mientras tanto, Washington podría empezar a dar pasos en previsión de una eventual decisión negativa. EE UU ya ha dejado de transportar soldados hacia y desde Afganistán a través la base de Manas, aunque sus oficiales aseguran que es una medida provisional. El ambiente en Kirguistán en la actualidad es bastante "anti base".

Tampoco ayuda el hecho de que EE UU esté siendo acusado de haber mirado hacia otro lado con los excesos de Bakiyev, esperando así poder mantener esas instalaciones militares clave.Aunque no se han aportado pruebas contundentes, miembros del nuevo Gobierno acusan a los militares estadounidenses de comprar combustible para los aviones a empresas vinculadas al hijo de Bakiyev, Maxim.

La concesión de combustible es posiblemente el mayor negocio que se puede hacer directamente con esa base aérea. Almazbek Atambayev ha reiterado en las últimas horas las acusaciones de que Washington ha estado enriqueciendo a la familia de Bakiyev, y ha añadido que si bien su Gobierno está dispuesto a cumplir todas sus obligaciones internacionales, estudiarán si alguno de esos acuerdos se alcanzó bajo circunstancias cuestionables.

3. ¿Tendrán más influencia Rusia o EE UU?

Según informes de medios occidentales, los sucesos de la semana pasada pueden haber supuesto el mayor éxito hasta ahora del Kremlin para cambiar el denominado "color" de las revoluciones "de las flores". No importa que la revolución de los Tulipanes de Kirguistán hace cinco años fuese más un golpe de Estado que un verdadero levantamiento popular, y que Washington pareciese tan sorprendido por lo que ocurrió como todos los demás.

Los nuevos líderes están hablando acerca de la generosidad de Moscú -que ha reconocido en seguida al nuevo Gobierno- y los lazos fraternales que unen a los dos países. Mientras tanto, la política estadounidense parece estar a la deriva. La secretaria de Estado Hillary Clinton llamó finalmente a la presidenta interina Roza Otunbayeva tres días después de la revolución. Vladimir Putin, de manera significativa, fue el primer líder mundial que contactó con el nuevo gobierno kirguís.

¿Por qué les interesa a EE UU y a Rusia Kirguistán? Para Estados Unidos su importancia radica en que acoge la base aéreade Manas, y si ese punto falla tendrá que negociar una base en otra parte. A Rusia le importa porque le importa a EE UU, o eso parece. El Kremlin considera la base de Manas como una incursión en su patio trasero. Habrá que ver si cualquiera de los dos países le presta tanta atención a Kirguistán si se retira la base.

4. ¿El nuevo gobierno tiene dinero?

Kirguistán está supuestamente al borde de la bancarrota. Según algunas informaciones, Bakiyev saqueó las cuentas del Estado antes de marcharse, dejando únicamente unos 14,7 millones de euros. Puede que esto sea o no verdad, pero sí parece cierto que el país está en unas penosas circunstancias económicas.

Rusia ya se ha comprometido a dar más de 110 millones de euros en ayudas. Muchos kirguís trabajan en Rusia como inmigrantes y Kirguistán no tiene en si grandes industrias o recursos naturales. De hecho, las dificultades económicas fueron el desencadenante que llevó a miles de manifestantes a salir a la calle la semana pasada y forzar la salida de Bakiyev. Las próximas semanas y meses serán una prueba de fuego para el nuevo Gobierno.

5. ¿Volverá la inestabilidad?

Resulta difícil creer que el Gobierno provisional esté formado exactamente por la misma gente que se ha pasado los cinco años transcurridos desde la revolución de los Tulipanes peleando y apuñalándose por la espalda. Hace menos de un año fueron incapaces de poner en marcha una apuesta importante unitaria para desafiar a Bakiyev en las elecciones presidenciales.

Ahora, increíblemente, están dirigiendo el país. Pero muchos kirguís no se fían de ellos, ya que en su mayoría son rostros familiares que ya han tenido puestos de poder en gobiernos anteriores. Su autoridad, aunque crece, es aún muy escasa.

Roza Otunbayeva ha dicho que el actual grupo se apartará del Gobierno en cuanto se elijan democráticamente unos nuevos líderes, posiblemente en el plazo de seis meses. A ver si duran hasta entonces.

Un escenario alternativo es que el Gobierno provisional acabe no siendo tan provisional. Algunos de los nuevos líderes incluso trabajaron en el Gobierno depuesto, además de Otunbayeva. Aunque muchos de ellos dimitieron del Ejecutivo de Bakiyev en señal de protesta por su política.

Los cambios que ha anunciado el nuevo Gobierno, a primera vista son positivos: nuevas elecciones, reforma constitucional y un país dirigido por un Parlamento y no por un presidente.Pero ahora queda por ver en qué quedan esas "buenas intenciones".

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