La lenta muerte por hambre, la otra arma de combate en la guerra siria

    • Dejar morir de hambre es un estrategia bélica que persigue matar al enemigo, sin usar ni una sola bala, y condenándole a la tumba.

    • La ONU alerta de que todas las parte del conflicto han utilizado la guerra del asedio contra la población, una cruenta práctica que mata lentamente a la población.

Mapa de Irak
Mapa de Irak

Madaya, Deir al-Zour, Kefraya, Foah...son algunas de las ciudades sirias en las que vivir es un condena en vida, una cárcel al aire libre, en la que cuerpos enfermizos y esqueletos andantes recorren las calles en busca de algo que echarse a la boca. Todo vale. Hojas de árboles, animales o incluso medicinas sirven de alimento a las 400.000 personas que viven sitiadas en todo el país.

En los últimos días ha salido a la luz la dramática situación de la ciudad siria de Madaya donde las imágenes de bebés y ancianos desnutridos han dando la vuelta al mundo y sacado los colores al gobierno de Al Assad, que mantiene sitiada esta población desde hace meses. Se calcula que al menos 28 personas habrían muerto por falta da alimentos, aunque esa cifra podría ser mucho más elevada.

No es una táctica nueva ni de un solo bando. La ONU alerta de que todas las parte del conflicto han utilizado la guerra del asedio contra la población, una cruenta práctica que viola los derechos humanos y las leyes humanitarias. Durante los casi cinco años de conflicto, ya han muerto más de 260.000 personas y no parece que el conflicto vaya a concluir a corto plazo. Matar de hambre es un estrategia bélica que persigue matar al enemigo de hambre, sin usar ni una sola bala, y condenándoles a la tumba.

La ONU cree que de los 4,5 millones de personas que viven en lo que se conoce como zona de difícil acceso, alrededor de 400.000 está sitiados. Según el último informe de la organización dirigida por Ban Ki Moon “las partes implicadas en el conflicto restringen en su totalidad o en gran medida el acceso a las zonas sitiadas”.

Entre ellas se encuentran tres barrios de Deir Ezzor, territorio del Estado Islámico, donde ningún convoy de ayuda humanitaria ha logrado entrar en más de diez meses de cerco y donde malviven 228.000 personas.

En Guta Oriental, un bastión rebelde a las afueras de Damasco, alrededor de 176,500 personas están asediadas por las fuerzas gubernamentales en varios puntos.

En el suburbio de Darayya y en el pueblo de montaña de Zabandani, ambos en la provincia de Damasco, alrededor de 4.000 y 500 personas, respectivamente, viven sitiadas por las fuerzas gubernamentales, según la ONU.

Madaya, justo al sur de Zabadani , ha estado bajo asedio desde julio. La ONU dice que cerca de 42.000 personas están atrapadas allí, algunos de los cuales huyeron Zabadani.

En Foua y Kefraya , en la provincia de Idlib, alrededor de 12.500 personas están atrapadas bajo control de grupo vinculados a Al Qaeda y Frente Al Nusra.

El día a día para estos cientos de miles de personas es un infierno. Con mucha dificultad y pagando cantidades desorbitadas de dinero logran algún alimento de contrabando. Viven atrapados, incapaces de cubrir sus necesidades básicas y bajo el miedo constante a francotiradores. Una situación que les expone a un trauma psicológico severo, la desesperación y una lenta y agónica muerte.

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