Falleció a los 84 años

Albright, la precursora feminista que ordenó al mundo que leyera sus broches

Madeleine Albright fue la primera secretaria de Estado de Estados Unidos durante el gobierno de Clinton. Defendió el papel de la mujer en los entornos de poder y trabajó en el reconocimiento de sus derechos.

Pedro Sánchez viaja a Bruselas para participar en unas conferencias invitado por el instituto de Madeleine Albright
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, junto a Madeleine Albright en una imagen de archivo.
EUROPA PRESS

Madeleine Albright, la que fuera primera secretaria de Estado de Estados Unidos, ha fallecido a causa de un cáncer a los 84 años. Nunca pensó en jubilarse y defendió hasta el final su labor de docente, de voz respetada y precursora. Albright fue la primera en alcanzar la que entonces parecía la cima de la política estadounidense para las mujeres en 1997, mucho antes de que Kamala Harris jurase su cargo como vicepresidenta. Fue asesora de Bill Clinton, antes de ser nombrada secretaria de Estado; fue también embajadora de las Naciones Unidas, y desde 2016 ejercía como profesora distinguida en la escuela de diplomacia de la Universidad de Georgetown, una de las más prestigiosas del país y situada en Washington D.C, donde ya había sido profesora en los años 80.

Albright fue la primera mujer en reunirse con altos cargos internacionales y pedirles que leyeran los broches de su solapa. Si hoy la presidenta del Banco Central Europeo (BCE), Christine Lagarde, o la vicepresidenta del Gobierno, Nadia Calviño, eligen con detalle el broche con el que adornan sus chaquetas, es imposible no pensar en la estadounidense. Su colección de broches es tan amplia y tan reconocida que incluso se han celebrado exposiciones y publicado libros sobre sus significados. Ella misma recordaba que eligió uno con los tres monos sabios (no ven el mal, no oyen el mal, no hablan el mal) para reunirse con Vladimir Putin. Explicó que, a su parecer, esa era la política del Kremlin con Chechenia, "el mal", algo que frustró la reunión de Clinton con el presidente ruso, pero de lo que Albright no se arrepintió. La secretaria de Estado escondía su diplomacia en la elección de cada broche.

La idea, sin embargo, no fue suya sino de un poeta iraquí que la comparó con una serpiente en un viaje que realizó como embajadora de Estados Unidos para las Naciones Unidas. Albright contaba que su trabajo, tras la Guerra del Golfo, era asegurarse de que las sanciones impuestas a Irak se mantenían lo que, según ella, incluía decir "montones de cosas horribles" sobre Saddam Hussein. Entonces, utilizó un broche con forma de una serpiente dorada en su visita a Bagdad en 1994 y desde entonces se convirtió en una de las señas de identidad de la estadounidense. "En los días buenos llevo flores y mariposas y globos, y en los malos, llevo insectos", explicaba en tono jocoso. Además de su forma de hacer política y de su compromiso social, Albright se metía en el bolsillo al público por su buen humor y su cercanía. Respondía en Twitter a las bromas de cómicos como Conan O'Brien y se animó a bailar La Macarena en una convención demócrata en Chicago (EEUU) en 1996.

"En los días buenos llevo flores y mariposas y globos, y en los malos, llevo insectos"

Refugiada de la Segunda Guerra Mundial, nació en 1937 en Praga (entonces Checoslovaquia) pero su familia huyó del nazismo hacia Londres cuando ella tenía solo dos años. Años más tarde la familia se mudó a Belgrado, al ser nombrado su padre embajador de Checoslovaquia en Yugoslavia, pero con la llegada del Partido Comunista al poder, el padre fue destituido y decidieron solicitar asilo político en Estados Unidos. Fue criada bajo la religión católica y no supo de su ascendencia judía y de su parentesco con víctimas del holocausto en Auschwitz hasta que el Washington Post le preguntó por ello. La historia de Albright es un capítulo más del sueño americano, la biografía de una niña que llegó al país con 11 años y se convirtió en una de las mujeres más poderosas de Estados Unidos.

Albright asumió su papel de pionera y defendió el papel de la mujer en la toma de decisiones y en los entornos de poder. "Avanzar en el status de la mujer no es solo un imperativo moral, está siendo integrado de forma activa en la política exterior de Estados Unidos. Es nuestra misión, es hacer lo correcto, y, francamente es hacer lo inteligente", defendió la ex secretaria de Estado. "La mujer debe desempeñar un papel central en todos los aspectos", afirmó durante su participación en los actos del Día Internacional de la Mujer de la embajada española en Estados Unidos hace solo un año. Su experiencia personal, hizo de ella una defensora de los Derechos Humanos y, según la prensa estadounidense, destacó por sus habilidades diplomáticas. Albright hablaba checo, francés, ruso y entendía algo de serbio.

En los últimos veinte años de su vida, Albright fundó una firma de consultoría y una gestora de fondos. También formó parte del consejo de administración de la bolsa de Nueva York y fue presidenta del Instituto de La Haya para la Justicia Global. En 2012 recibió de manos del ex presidente de EEUU Barack Obama la medalla presidencial de la libertad, el mayor reconocimiento civil del país. Autora de numerosos libros, publicó el último en 2018, titulado Fascismo: Una advertencia.

La relación de Albright con nuestro país no fue muy estrecha. En 2015, el actual presidente del Gobierno y por entonces secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se reunió con ella para trasladarle las propuestas socialistas ante las elecciones catalanas que se iban a celebrar ese mismo año. Diez años antes, Albright había mantenido una reunión con el expresidente José María Aznar. En una de sus últimas intervenciones, en junio del pasado año, Albright instó a España, junto a Europa y América a liderar una agenda global tras la pandemia.

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