Solidarios en Acción: Cultivar mejor para que todos coman en Bangladesh

  • Mientras en España estamos preocupados por la baja natalidad, en otros países como Bangladesh sufren graves problemas de superpoblación. Esto afecta a la calidad de la tierra, cansada de tantos años de cultivos agresivos. Mejorar la calidad de la tierra también implica aumentar las cualidades de los alimentos obtenidos, además de una opción para venderlos a mayor precio.

Más de mil personas por kilómetro cuadrado, una economía principalmente agrícola y unos campos mal explotados. Esta combinación explosiva convierte la superpoblación de Bangladesh en un grave problemas. La degradación del suelo es tal, que aunque el campo recibe el 45 por ciento de la fuerza del trabajo, el sector no llega a la quinta parte de la riqueza del país, según los datos del World Factbook de la CÍA.

En el séptimo país más poblado de la tierra, la alta densidad es un problema más. Chittagong es una de las siete regiones que conforman Bangladesh, y en ella vive 'una población en situación de extrema pobreza y discriminada por su etnicidad', especifican desde la ONG española Ayuda, Intercambio y Desarrollo (AIDA). Estas comunidades no han evolucionado en sus técnicas de cultivo después de muchos años, y tanto las tierras como los alimentos han perdido muchos minerales y se han debilitado. Es momento de poner una solución.

Desde el pasado enero y durante dos años, la ONG desarrollará un proyecto que formará a 1.500 personas (el 85 por ciento procedentes de etnias minoritarias) en técnicas agrícolas. Los campesinos aplicaban hasta ahora el sistema jhum, basado en la rotación de cultivos y en la quema de rastrojos.

'Este sistema agrícola es poco productivo tanto en cantidad como calidad', explica desde Chittagong el coordinador del proyecto, Nicola Momentè. Lo malo de ese sistema es que después tienen que dejar descansar mucho tiempo la parcela, por lo que no tienen una producción continua los doce meses.

Trabajar en una región militarizada

'Hasta 1997 hubo muchos problemas políticos, así que la zona está controlada por el ejército', dice Momentè. Pero no ha supuesto un problema para el proyecto. El trabajo previo que hicieron con las autoridades locales y seminarios periódicos fue la clave. 'Podría haber ido mal, pero nos está yendo muy bien', concluye el cooperante.

Lenguas minoritarias y burocracia

De los 1.500 campesinos que han formado, 'por el momento hemos tenido que reforzar los conocimientos de sesenta', explica Momentè. 'El tema del idioma es complicado, por eso elegimos a personal local o incluso alguna vez hemos necesitado dobles traducciones'. Sin embargo, el obstáculo de los idiomas no es el único con el que lidian.

'Parece una tontería, pero para conseguir un permiso puedes esperar hasta tres o cuatro meses, y eso ralentiza mucho todo', sentencia Momenté. Para el coordinador no es algo que tenga que ver con el proyecto, 'pero sí con la realidad de este país'.

El vivero como epicentro social

Momentè, el coordinador de la ONG en Bangladesh, detalla que ya 'se han construido siete viveros'. Cada uno de ellos se encuentra en un punto estratégico para que los campesinos puedan acudir en cualquier momento en busca de consejo o conseguir 'semillas de calidad' con un descuento del 30 o 40 por ciento.

Esto también supone una oportunidad de 'generar más ingresos a la persona que gestiona el vivero' y también a los aldeanos, dice Momentè. Al aumentar la calidad de los alimentos, 'también intentamos que mejoren sus ingresos y que lo inviertan en sus familias y en más desarrollo agrícola'.

Las aldeas más pequeñas y aisladas pueden comercializar ya con los mercados locales, y 'con mayor calidad pueden pedir más dinero'. Las poblaciones que están más cerca de las ciudades 'están cerrando un acuerdo con una cadena de supermercados de Bangladesh que tiene tiendas en Bandarban, Chittagong o Daca'.

Santiago Zarraga
Mostrar comentarios